«Hay un acumulado del saber popular que ingresa a la universidad una vez más»

El Ministerio de Desarrollo Social lanzó una línea de diplomaturas vinculadas al reconocimiento de los trabajos del cuidado en conjunto con la Universidad de La Matanza. Carolina Brandariz, directora nacional de Cuidados Integrales, habló sobre la propuesta en diálogo con este medio.

La pandemia explosionó aquello que los feminismos vienen reclamando hace años bajo la frase “eso que llaman amor es trabajo no pago”. Si aún no quedaba clara la importancia vital de las tareas de cuidado, esto quedó en evidencia durante una coyuntura que requirió de la conciencia individual y colectiva para que la humanidad pueda salir adelante y llegó a hacerse eco en todos los parlamentos del mundo.

En nuestro país, desde el año pasado el Ministerio de Mujeres, Géneros y Diversidad viene trabajando en una Mesa Interministerial de Cuidados junto a otros 13 organismos y un anteproyecto de ley de Cuidados que logre capitalizar las experiencias cotidianas para convertirlas en política de Estado.

En ese sentido, el Ministerio de Desarrollo Social lanzó el último 8M una línea de diplomaturas vinculadas al reconocimiento y la profesionalización de los trabajos del cuidado que se realizarán en conjunto con la Universidad de La Matanza. La primera camada constará de formaciones en Cuidado de Personas Mayores, Cuidados de las Infancias, Cuidados de Personas con Discapacidad, Trabajo Socio Comunitario, Promoción de la Salud, Promoción del Género y Cuidados de las Juventudes y tendrá un alcance de 10.000 trabajadores y trabajadoras en el marco del programa Potenciar Trabajo, número que se espera pronto pueda duplicarse.

El anuncio fue realizado por el ministro Daniel Arroyo en un acto que contó con integrantes de organizaciones sociales, referentes barriales y funcionarias de diferentes áreas del gobierno, entre ellas Carolina Brandariz, directora nacional de Cuidados Integrales del Ministerio de Desarrollo Social. En diálogo con El Grito del Sur, Brandariz habló sobre la importancia de valorizar los cuidados, el rol que tuvieron en la pandemia y la realidad de las mujeres en los barrios. “Sobre las tareas de cuidado se erige una plataforma de desigualdad que si no rompemos es muy difícil que terminemos con la violencia de género”, aseguró.

¿Con qué intención surgen las diplomaturas? 

Desde el movimiento feminista reconocemos en la agenda de cuidados un tema fundamental para detectar y transformar las violencias y desigualdades que se inscriben en nuestros cuerpos y confluyen en la dificultad para insertarse en el mercado laboral y la feminización de la pobreza. Con las diplomaturas buscamos sistematizar las prácticas que generan nuestras compañeras en comunidad para que la universidad los reconozca y los valide y, a la vez, generar mecanismos de profesionalización de esos trabajos. Mejorar los recorridos individuales y aportar al debate colectivo para que la sociedad reconozca que el cuidado es un trabajo. Los programas se elaboraron a partir de las experiencias en el territorio y no de manera academicista, son el resultado de las estrategias de las compañeras y tiene que ver con un acumulado del saber popular que hoy ingresa a la universidad una vez más.

¿De qué situaciones hablamos cuando nos referimos a los cuidados?

Son muchas realidades de las que hablamos cuando hablamos de cuidados. Nos referimos a la informalidad de las profesiones más feminizadas, como las trabajadoras de casas particulares, la enfermería, la docencia. Estamos hablando de la realidad de cualquier trabajadora que llega a su casa y tiene que desarrollar una segunda jornada de trabajo y estamos hablando de quienes construyen espacios comunitarios para contenerlos. A su vez debemos contemplar el derecho a ser cuidado, ya que todos en algún momento de la vida requerimos ser cuidados, por eso los Estados deben aggiornarse y pensar que además de la salud y la educación hay otro pilar fundamental en los derechos básicos que se está debatiendo mundialmente.

Durante la pandemia los cuidados se convirtieron en un tema fundamental de la agenda y esto se vio reflejado en la realidad de los barrios populares donde hacerse cargo de estas tareas fue aún más difícil. ¿Cómo fue esta experiencia?

Durante la pandemia hubo que traducir el “quedate en tu casa” por el “quedate en tu barrio” y eso nos llevó a pensar directamente en la infraestructura del barrio, en que estos debates no podemos darlos desconociendo si en un barrio tienen acceso o no a los servicios esenciales, porque eso también influye en los cuidados. Sabemos que no es lo mismo cuidar si vos tenés que ir a buscar agua potable a un pozo a diez cuadras de tu casa que si sale de la canilla. Por eso, como dice el ministro Daniel Arroyo, esto tiene que estar acompañado de la urbanización de los barrios populares.

También se habló de la idea de implementar una renta básica universal que sin duda aporta al reconocimiento y retribución de estas tareas…

Yo creo que ahí hay muchas coincidencias entre los planteos de los feminismos y los movimientos sociales, porque ambos vienen a decir que ya no se puede entender el trabajo solo como aquel que supone una relación asalariada formal. Es muy importante que ambos -en tanto sujetos protagonistas de las transformaciones que ha sufrido nuestro país en los últimos años- aúnen esfuerzos. Creo que el recorrido que han hecho los movimientos sociales por el salario social complementario tiene algo que ver con eso y también es un nuevo paradigma desde el cual miramos la realidad en el marco del Ministerio de Desarrollo Social porque ya no pensamos en beneficiarios/as sino en trabajadores y trabajadoras que realizan trabajos y es fundamental que el Estado pueda garantizar sus derechos. En el paro del 8M también quedó en claro esto, paramos para que se reconozca nuestro trabajo.

¿Cuál fue la participación de la Dirección en el anteproyecto de la ley de Cuidados?

Nuestro aporte al proyecto de ley tiene que ver con generar un diálogo con el sector que representamos que es el de las compañeras de las organizaciones. A contramano de la lógica del “sálvese quien pueda” del neoliberalismo, nuestras compañeras se hacen cargo de los cuidados formando comunidad. La idea fue llevar esos elementos para pensar qué elementos debe tener la ley para que sea efectivamente transformadora, sobre todo en los términos de la valorización del trabajo.

Se dice que el reconocimiento de los cuidados es la nueva punta de lanza de los feminismos después de la IVE. ¿Estás de acuerdo?

Son luchas que estuvieron muy vinculadas, porque el derecho a decidir sobre nuestros cuerpos está totalmente relacionado a cómo cuidar y entender que el cuidado debe ser una responsabilidad social para que no recaiga solo sobre nuestras espaldas. También pensando que muchas veces el primer trabajo de las mujeres, lesbianas, travestis y trans es cuidar, de manera informal sin garantías ni reconocimientos. El cuidado está atravesado por la falta de derechos.

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El Grito del Sur es un medio popular de la Ciudad de Buenos Aires.
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