“Para poder estudiar, aprender e ir a clases, primero hay que estar vivo”

👩‍🏫La ex viceministra de Educación respaldó la decisión del Presidente de abandonar la presencialidad por 15 días. "Los que afirman que las escuelas no contagian tendrían que decir cuáles son las fuentes de su información", dijo.

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La doctora en Pedagogía (UNAM) y licenciada en Ciencias de la Educación (UBA) aseguró que la decisión del Presidente de suspender la presencialidad fue acertada, al mismo tiempo que criticó la decisión de Horacio Rodríguez Larreta de no acatar la medida sanitaria e incumplir con el decreto presidencial. En una entrevista exclusiva con El Grito del Sur, la ex viceministra de Educación y actual asesora de Alberto Fernández fue contundente en cada una de sus expresiones. “Para poder estudiar, para poder aprender, para poder ir a clases, primero hay que estar vivo”, sentenció. Además afirmó que la pandemia nos abre una gran posibilidad para introducir algunos cambios en el sistema educativo argentino.

Mientras todo el mundo hablaba de volver a las escuelas en medio de la pandemia, Adriana Puiggrós señaló desde un primer momento que la decisión sobre el retorno a la presencialidad está en manos de los especialistas médicos, dado que ésta “no es una decisión pedagógica, es sanitaria”. En medio de la segunda ola, el propio Presidente de la Nación se vio obligado a suspender las clases presenciales mediante la firma del DNU.

¿Finalmente el Gobierno escuchó a los epidemiólogos?

La postura del Gobierno ha sido acertada. El Presidente es el jefe supremo de la Nación -como lo establece el artículo 99 de nuestra Constitución (aunque todavía hay quienes se niegan a leerla)- y en uso de esa responsabilidad y, ante la información de epidemiólogos tomando como ejemplo lo que han hecho otros países como Alemania, Francia, Italia, Uruguay, México, etc., toma la decisión de firmar el DNU. Estoy convencida de que es la postura correcta, porque hay que partir de algo elemental. Para poder estudiar, para poder aprender, para poder ir a clases, primero hay que estar vivo y sano, necesitamos que los chicos y los docentes estén en condiciones.

Diferentes sectores aún sostienen que las escuelas no contagian. ¿Eso ya quedó deslegitimado o considera lo contrario?

Los que afirman que las escuelas no contagian tendrían que decir cuáles son las fuentes de su información. El Jefe de Gobierno tiró una cifra de bajos contagios, que el 0,89% de estudiantes y docentes se contagiaron en las escuelas pero nadie sabe de dónde sacó esos datos. Pero además de eso, no se puede aislar a la burbuja como si ésta no tuviera contacto con el mundo exterior. Yo he hecho una recorrida por diferentes escuelas de la Ciudad de Buenos Aires en los momentos de salida cuando van a buscar a los chicos, y es impresionante porque están todos aglomerados, no hay ninguna fila, ninguna distancia, no hay nada. Si le agregamos a esto el transporte, es enorme la circulación del virus que se produce con las más de 800 mil personas que se ponen en movimiento para ir a clases. Por eso el regreso a la virtualidad en el AMBA es una medida que produce un impacto fuerte para bajar los contagios en el término de dos semanas.

Hay quienes afirman que los estudiantes no aprendieron nada en la virtualidad

Esto no es así. Naturalmente no es lo ideal, la virtualidad no es la que debe ocupar para siempre todo el proceso de enseñanza y aprendizaje, pero el soporte tecnológico es una modalidad que ha sido efectiva el año pasado y momentáneamente puede sustituir a la presencialidad cuando lo que tenemos por delante es una situación límite y lo primero que hay que hacer es cuidar la salud y la vida.

¿Es verdad que la suspensión de la presencialidad afectará el futuro de los chicos y las chicas?

Desde el punto de vista pedagógico no es cierto que porque no haya una hora, un día o dos semanas de clases presenciales se va a ver afectado el proceso de enseñanza y aprendizaje. Es un proceso continuo durante un ciclo escolar y no la fotografía de un instante, en donde hay diseños curriculares que sostienen una modalidad y otra, que se apoyan en la virtualidad y en la presencialidad.
El año pasado hubo materiales impresos con los cuadernillos que funcionaron muy bien, pero más allá de eso lo que quiero decir es que el proceso de enseñanza y aprendizaje es una continuidad y lo que no se puede enseñar en este momento se enseñará más adelante. He escuchado cada barbaridad sobre este tema. Hay quienes dijeron que va a haber un “gap” (brecha) de profesionales en el mundo, una generación sin profesionales porque los chicos no tuvieron unos días de clases presenciales, eso es una cosa increíble.

Dentro de la crisis que generó la pandemia, ¿piensa que ésta es una buena oportunidad para aggiornar las formas de educar?

Definitivamente. Hemos tenido un gran aprendizaje en la Argentina y en toda América Latina. Aprendizaje de los docentes, de estudiantes, de las familias, no solo hubo un salto de la tecnología, algunos hablan de un salto de cincos años en este sector, sino que además hubo un aprendizaje enorme respecto al tema sanitario. Cuando el Presidente dice usen barbijo, tomen distancia y cuiden a sus abuelos, está dando un mensaje pedagógico muy fuerte de cuidados intergeneracionales, de orden científico. Todo el mundo se interiorizó en lo que es una vacuna, cómo se constituye: científicos que explicaron todo el proceso debido a la aparición de pequeños grupos antivacunas. El virus ataca a blancos, negros, altos, bajos, gordos, flacos, mujeres, hombres; ataca a todos, éste es un aprendizaje sociológico. Y respecto a las nuevas formas que nos deja en el proceso de enseñanza y aprendizaje, abre paso a una educación mucho más dialógica, para erradicar la clase netamente magistral, para romper con la rigidez de la escuela tradicional, para establecer un vínculo diferente con los chicos. Las clases en círculos, escuchando a las y los estudiantes. Y esto sin entrar en una situación de abandono de la enseñanza, de ninguna manera. Esta situación va a permitir que algunas experiencias limitadas se transformen en programas mucho más amplios.

¿Cómo cuáles?

Darle más importancia al ciclo educativo que al año: el ciclo primero, segundo, tercero; o el cuarto, quinto, sexto grado; si bien ya está planteado así desde lo formal hay que darle más importancia, por ejemplo acabar con el repetidor. Un alumno no puede repetir un año porque le fue mal en dos o tres materias o áreas de conocimiento, tiene que implementarse un nuevo acompañamiento pedagógico. El otro mito que hay que romper es sobre la edad, donde los chicos entran más tarde a la escuela o pierden un año porque tienen que trabajar o aquellos que se adelantan y están con un grupo de estudiantes de mayor edad, esto aún sigue siendo mal visto. Recomiendo ver la película “Joel” de Carlos Sorín, donde un alumno de 9 años es estigmatizado y lo enviaron a una escuelita rural de sectores populares. Otro punto es el trabajo por proyecto más que el trabajo por materias. Arman un proyecto vinculado a la realidad del chico, y sobre ese proyecto se vuelcan las diferentes áreas del conocimiento, donde ya requerimos que hay un trabajo interdiciplinario. Esto lleva a tener en cuenta que los docentes deben estar contratados por cargo, para que los maestros estén en una escuela y se sientan parte de un equipo y no transitar por tres o cuatro escuelas.

Una vez que termine este contexto pandémico, ¿qué panorama imagina que va a quedar en la educación pública?

Por poner un ejemplo, en la Ciudad de Buenos Aires muy mal, realmente muy mal. Sobre todo la educación pública, lo que ha ocurrido con la inscripción ya de este año y sin contar con las vacantes que faltan para las personas que trabajan en la Ciudad y traen a sus hijos con ellos, son más de 20 mil estudiantes sin vacante. Si a esto le agregamos cómo han disminuido el presupuesto en los últimos años, la permanente persecución a los docentes, la situación va a quedar muy mal. Y la educación privada también. Hay familias que pueden y dejaron de pagar las cuotas porque no tienen la menor conciencia ciudadana.

¿Eso no habla un poco también de la fragilidad de la educación privada?

Claro, la falta de pago de la cuota y la falta de subsidios, sobre todo en las escuelas privadas de la Ciudad, las de clase media, media-baja, que el año pasado y éste no han recibido ningún subsidio por parte del Gobierno de la Ciudad. Porque la mayor parte de las escuelas privadas están subsidiadas.

La pandemia reflotó un viejo tema que es “la escuela como depósito de chicos”. ¿Coincide?

Es verdad que los padres necesitan dejar a sus hijos en algún lugar, pero el problema es que el concepto no sea dejarlos o depositarlos, sino que los chicos estén en la escuela para aprender porque ese es el lugar natural, y los padres y madres tienen que estar trabajando. Pero coincido, emergió en muchos sectores que los padres tienen los chicos en la casa y no saben cómo resolverlo, pero una cosa es la furia, el odio, y el descargo contra las medidas sanitarias, como ocurre en la Ciudad y otra cosa es buscar soluciones razonables en conjunto. Hay interpretaciones bizarras de la autonomía de la Ciudad de Buenos Aires. Yo no he visto en ninguna otra parte del mundo que haya habido una Ciudad que en esta situación de pandemia decidió que hacía lo que quería en contra del Gobierno Nacional, ni siquiera lo vi ni siquiera en Estados Unidos que tienen un sistema profundamente federal.

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Martín Suárez

Periodista y locutor nacional; Diplomado en Periodismo y Educación (Universidad Torcuato Di Tella). Actualmente escribo en Tiempo Argentino y hablo en AM 530 Somos Radio. Trabajé en Radio El Mundo, Radio Rivadavia, Radio Belgrano y me desempeñé como corresponsal de Buenos Aires para NTN24