«La autonomía de la Ciudad es un proceso jurídica y políticamente incompleto»

📚 El autor de "Gobernar Buenos Aires" (Prometeo Libros) e investigador del CONICET Matías Landau reflexionó en diálogo con El Grito del Sur sobre la historia y el presente del debate por los alcances de la autonomía de la Ciudad.

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La decisión del jefe de Gobierno, Horacio Rodríguez Larreta, de desconocer el DNU del Presidente que ordenaba el cierre de escuelas tensionó al límite el sistema político y volvió a poner en el debate público el problema de la autonomía de la Ciudad de Buenos Aires respecto de la Nación. Para Matías Landau, una de las voces autorizadas en el tema (autor de «Gobernar Buenos Aires», de Editorial Prometeo y sociólogo investigador del CONICET), que el Pro haga flamear la bandera de la autonomía para ir a la guerra con Alberto Fernández se explica porque «130 años de debate jurídico y político después, todavía no está del todo claro qué es institucionalmente la Ciudad de Buenos Aires y su autonomía es un proceso inconcluso simbólica y prácticamente hablando». También arriesga que, más allá de lo que termine por resolver la Corte Suprema de Justicia -que pareciera tener la última palabra en el asunto de las aulas-, «el derecho siempre sigue los vaivenes de la política», explica Landau.

¿Por qué, cada tanto, volvemos a discutir sobre la autonomía porteña, cuando es un tema aparentemente resuelto por leyes, la reforma constitucional del 94 y la propia Constitución de la Ciudad?

Hay coyunturas, como ésta, en la que surgen conflictos relacionados con la autonomía de la Ciudad porque, en definitiva, sigue siendo un proceso inconcluso, una discusión abierta, que no está resuelta. Es más, cuando atravesamos un problema como la pandemia y hablamos por ejemplo del AMBA como “región”, surge con claridad que la autonomía tiene límites tanto simbólicos como prácticos. Por lo general ese proceso inconcluso está en un segundo plano, pero de golpe, genera conflicto: el año pasado fue por los fondos que Nación giraba de la coparticipación para financiar la Policía de la Ciudad, un elemento indispensable para pensar la autonomía y que, sin embargo, hasta que Macri creó la Metropolitana y luego transfirió la Federal, transcurrieron 20 años y se creía que nunca iba a suceder. Este debate por la apertura o no de las escuelas es otra evidencia de eso, con el cortocircuito de los fallos de los fueros local y federal, que terminó estallando.

¿Qué peso podría tener el fallo próximo de la Corte a la hora de “cerrar” ese debate abierto?  

Por supuesto que hay una dimensión del debate que está reservada para los juristas, y que la Corte va a decir lo suyo sobre este tema. Pero lo jurídico no es independiente ni de lo estrictamente político ni del debate público ni de lo que sucede en los medios. La letra del derecho sigue los vaivenes del juego político de cada momento. Así lo demuestra la historia misma de cómo la Ciudad logró su Constituyente en el 96 y votó después su Jefe de Gobierno, un proceso de más de cien años.

¿Cuando decís que es un proceso inacabado es porque en definitiva, a pesar de todo, seguimos sin saber concretamente qué es la Ciudad?

En parte sí. Hay tres formas jurídicas, políticas e institucionales que fue adoptando la Ciudad a lo largo de 130 años de historia y que fueron de alguna manera moldeando el debate. Si es una municipalidad, como lo fue durante la mayor parte del tiempo, como capital del Gobierno federal desde que la Provincia de Buenos Aires la integra al conjunto de la Nación; si es una Provincia, con todas sus facultades; o si es una Ciudad Estado. Éste último marco es el que se adoptó desde la Reforma Constitucional del 94, que establece su autonomía respecto de la Nación, y luego, con la Constituyente local del 96, que incluye la palabra “autónoma”. Pero, por ejemplo, la Ciudad no tiene todas las facultades de una Ciudad Estado como el Vaticano, que tiene representación internacional, cosa que Buenos Aires no.

Vos decís en tus textos que ese fue un debate reservado a las élites políticas. Pero, a partir de que gobierna el Pro la Ciudad, uno puede pensar que ahora sí hay una suerte de representación política de esa autonomía. ¿Hay una nueva identidad construida sobre eso?

En primer lugar, hay una tensión histórica entre el porteño y el resto del país que atravesó toda nuestra historia política y sigue sin resolverse, por eso tenemos un país tan desequilibrado, en el que Buenos Aires tiene un peso enorme en lo político, lo social y lo cultural. Existe una identidad histórica del porteño, que de alguna manera se autopercibe como especial respecto del resto del país. Más allá de eso, también es cierto que no hubo durante todo el siglo XX un movimiento popular que levantara las banderas de la autonomía, ni tampoco una marcha, no pasó por ahí. Sí fue un debate que se dio dentro del reducido ámbito de las élites políticas, de forma intermitente durante todo el siglo pasado y hasta los ’80 y ’90 directamente no estaba en agenda. Es algo a estudiar, pero el Pro, como generación, irrumpió e hizo un uso político de la autonomía. Muchas veces gobernó la Ciudad en oposición al kirchnerismo, lo que tensionó los conflictos por la autonomía. Evidentemente es una de las razones de su hegemonía, dado que no pierde una elección desde 2005.

¿Con el peronismo sucede lo contrario?

La autonomía fue impulsada por el radicalismo y la constituyente del 96 se concretó pese a la oposición de un sector del peronismo. Viene de raíz: durante los dos primeros gobiernos de Perón se pensaba a la Ciudad como sede del Gobierno federal, con una tutela muy fuerte. Si bien es cierto que un sector del Frepaso que venía del peronismo impulsó también la autonomía, otros ya hacían hincapié en los primeros debates de mediados de los 90 sobre los cortocircuitos que podían surgir con la Nación. Alfonsín peleó por la elección a Jefe de Gobierno y eso casi hace caer el Pacto de Olivos, aunque hay que decir que durante su gobierno tampoco lo había impulsado. Lo aclaro para entender, de nuevo, esa tensión con el Gobierno nacional que él tampoco quiso tener en su momento. El peronismo es reacio a pensar la Ciudad más allá de su relación con la Nación y uno observa que ese debate no está saldado tampoco.

Tuvimos dos jefes de gobierno que fueron presidentes, De La Rúa y Macri. Y ahora, Larreta pareciera ser el dirigente opositor con mejor perspectiva para ser candidato en 2023. ¿Se explica también por la autonomía?

No hay dudas de eso. Antes de la reforma, la Ciudad tenía intendente, un cargo bastante gris sin mayores aspiraciones, devaluado en términos simbólicos y asociado con problemas urbanos. Por eso mismo ninguno llegó a tener una carrera política que le permitiera llegar a la presidencia. Eso se revirtió claramente. Macri no hubiera podido construir su carrera como lo hizo: es un producto de las condiciones que posibilita la autonomía. Salvo Ibarra, que fue destituido, el resto pudo saltar a la presidencia de la Nación, y ahora Rodríguez Larreta es una figura nacional con las mayores chances de ser candidato. La autonomía habilitó la construcción de un poder político de la envergadura de un Jefe de Gobierno, lo que magnifica esa centralidad que ya de por sí tenía la Ciudad desde lo cultural, lo social y lo mediático. Terminó de constituir uno de los factores fundamentales de los contornos de la política actual. Cómo salimos ahora de esa maraña no lo sabe nadie.

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Matias Ferrari

Periodista, comunicador y militante social. Trabajó en Página/12 y colaboró en la investigación del libro "Macristocracia" publicado por Editorial Planeta.