Trabajadoras de casas particulares: para que lo «esencial» sean los derechos

🙋‍♀️ Con la segunda ola en curso, agrupaciones de trabajadoras de casas particulares se movilizaron al Ministerio de Trabajo para exigir ser integradas como grupo prioritario en la vacunación.

Las nuevas medidas restrictivas en el AMBA llegan como la secuela agravada de una película que ya vimos. Con una pobreza que ronda el 42%, un sistema de salud saturado y los ánimos cansados, desde los sectores más vulnerables saben que este año el desafío es doble: una parte de la sociedad se muestra renuente a aceptar las nuevas limitaciones y el Gobierno nacional intenta focalizar la ayuda económica en los rubros más golpeados, quedando lejos la posibilidad de un nuevo IFE.

Además de cepa, contagio, curva y burbuja, la palabra que más salió de la boca de les argentines durante estos 13 meses fue cuidados. Dentro y fuera del sistema de salud, en barrios populares y countries, para niñes y mayores, la duda sobre quién y cómo se realizan estas tareas estalló como una bomba de tiempo y, si bien se intentaron generar políticas como la Mesa Interministerial de Cuidados, la segunda ola demostró que las medidas quedan incompletas. 

En ese sentido, las trabajadoras de casas particulares volvieron a movilizarse al Ministerio de Trabajo para exigir que lo esencial también sean sus derechos. Entre los principales puntos del reclamo, las manifestantes plantearon la necesidad de un aumento del 100% del cobro por hora, la reincorporación de las personas despedidas en la pandemia, ser registradas y un bono de 30 mil pesos por baja. Además pidieron que se las contemple dentro de los grupos prioritarios de la vacunación. “Nosotras nos sentimos muy discriminadas, no llegamos a cubrir la canasta básica familiar y eso relega a miles de compañeras a la pobreza. La mayoría de nosotras tenemos chicos a cargo o mayores que necesitan medicamentos. No nos alcanza para pagar el alquiler y ahora que ya no rige el DNU (que prohibía los desalojos durante la pandemia) muchas están en proceso de desalojo o ya fueron desalojadas. Tener una casa propia es un sueño que nunca vamos a alcanzar” dijo a El Grito del Sur Angélica López, vocera de la Agrupación de Trabajadoras de Casas Particulares en Lucha, quien asegura que para muchas ir a un hospital significa resignar un día de trabajo “Nos resulta indignante que seamos un sector tan grande y no se nos tenga en consideración para la vacuna”.

Según la OIT, en Argentina hay cerca de 1,4 millones de trabajadoras de casas particulares, lo que representa el 5,6% del empleo, 4% de las mujeres ocupadas y el 22% de las asalariadas. Con un 99,3% de participación femenina, el sector tiene una tasa de no registro del 77% frente al 28,5% del resto de los asalariados, lo que supone casi un millón de trabajadoras en la informalidad. La gran mayoría jefas de hogar (44% del total) con menores a cargo. Para abril, el cobro estipulado por la AFIP para el “personal para tareas generales” -el rango más bajo del sector- es de $22.765,50 mensual con retiro y $25.315,00 sin retiro, mientras que para supervisores, el más alto, es de $27.928 y $31.108 respectivamente. Sin embargo, este número queda flaco frente a una canasta básica que llegó en febrero a los $46.173 por mes para tres personas y $60.001 para cinco. “Es inadmisible que, siendo el gremio más grande y más feminizado, el Gobierno haga oídos sordos. Los datos de la inflación demuestran que quedamos por debajo de la línea de la pobreza, exponiéndose al contagio durante el retorno a nuestros trabajos y regreso. Ni siquiera recibimos el IFE porque no estamos registradas”, continúa López.

Consideradas esenciales, durante el ASPO las trabajadoras de casas particulares quedaron expuestas al uso del transporte público y las condiciones de higiene elegidas por sus empleadores, siendo que el 31% posee un pluriempleo. Por su parte, las que vieron sus labores interrumpidas sufrieron despidos injustificados o dejaron de percibir honorarios, llegándose a considerar como licencia, vacaciones o a contemplar el cobro de una prestación social como parte de pago. “No podemos más, salimos a trabajar a la suerte porque los empleadores no cumplen el protocolo. Yo si llego a contagiarme en el colectivo mañana dejo de trabajar y me quedo sin sueldo. En mi caso tengo nietos a cargo y hay compañeras que son grupos de riesgo y tienen que seguir yendo a trabajar porque no están registradas. Estamos día a día luchando para poder llevar un plato de comida a la mesa, pero no recibimos las respuestas necesarias del Gobierno ni de los sindicatos”, explica la mujer que aclara que desde el Ministerio se les indicó que les darían respuesta por mail. 

En el marco del Día Nacional de la Seguridad e Higiene en el trabajo, que se celebra el 21 de abril, la OIT junto con los principales sindicatos del sector lanzaron la campaña «Es trabajo no es ayuda», haciendo énfasis en la importancia de que se garantice la seguridad e higiene de un sector doblemente expuesto al virus. Con ese fin se generó contenido gráfico con información sobre grupos de riesgo, remuneración, elementos de protección, ART y cobertura, además de videos destinados tanto a empleadas como empleadoras, donde se apela a la conciencia individual, algo que faltó durante el 2020 en famoses y no tanto.

Lejos de replegarse, las trabajadoras -junto con sindicatos y organizaciones políticas- buscan aumentar el alcance de su reclamo para que se cumplan los derechos estipulados por ley. “Toda la pandemia hemos estado trabajando a la intemperie y recayó sobre nosotras las medidas para protegernos de la Covid. Pedimos que se dé respuesta a las problemáticas planteadas por la pandemia”, finaliza la vocera.

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