A telón cerrado

🎭 Sin cine, recitales ni teatro. Organizaciones culturales y del entretenimiento reclaman mayor apoyo económico del Estado para surfear la segunda ola de contagios.

La pandemia no da tregua para las industrias culturales que, nuevamente, deben frenar sus actividades debido a las restricciones de emergencia sanitarias dispuestas por el Gobierno nacional. La reapertura de los teatros y museos (con estrictos protocolos y aforos reducidos) comenzó en noviembre del año pasado; luego se sumaron los centros culturales y de entretenimiento, los cines y los espectáculos con público. Pero a cinco meses de iniciado el proceso de retorno, estas actividades volvieron a ser suspendidas, principalmente en el AMBA, zona definida de alto riesgo epidemiológico y sanitario.

Si bien la producción de las industrias culturales viene en caída libre desde hace cuatro años, la irrupción de la pandemia terminó por hundirla. Tan sólo en el segundo trimestre de 2020, con el ASPO en plena vigencia, el Valor Agregado Bruto (VAB) cultural presentó una caída del 27% respecto al mismo período de 2019, según indica el último informe del Sistema de Información Cultural de Argentina (SinCA), organismo dependiente del Ministerio de Cultura de la Nación. El trabajo del SinCA sostiene que, lógicamente, los sectores más afectados son aquellos que requieren de la presencialidad física para su funcionamiento habitual. De allí que las actividades de museos, shows en vivo, cine y teatro hayan experimentado durante el segundo trimestre de 2020 una caída del VAB cultural del 84% respecto al mismo período del año anterior. Mientras que la caída fue menor (16%) en el grupo de actividades de la cultura que no requieren de la presencialidad para funcionar, como radio y TV, agencias de noticias, producción musical, libros y publicaciones.

Miguel Paniagua, secretario general del Sindicato Único de Trabajadores de Espectáculos Públicos (SUTEP), señala en diálogo con El Grito del Sur que “si bien en el AMBA la situación es muy crítica, en el resto del país las actividades siguen funcionando, con el aforo correspondiente y con protocolos que se cumplen a rajatabla. Indudablemente, esta situación afecta a los trabajadores y las trabajadoras que están bajo nuestra representación”, explica. Y en ese sentido agrega: “Hemos procurado sostener los puestos de trabajo y los salarios en todas las actividades que estuvieron cerradas durante 2020, en el marco del artículo 223 bis de la ley de contrato de trabajo. No sólo lo hicimos en los cines y teatros, sino también en las salas de entretenimiento, en los parques de diversiones, en los locales bailables y en el Luna Park”.

En noviembre y diciembre del año pasado, precisamente, el SUTEP llevó a cabo una serie de manifestaciones públicas para exigir la continuidad de las fuentes laborales y el pago completo de los salarios en el Parque de la Costa, ubicado en el partido de Tigre. Finalmente, el parque fue adquirido por una nueva empresa y el sindicato, con el apoyo del Gobierno, logró sostener los puestos de trabajo. Sin embargo, debido a la inestabilidad producto del recrudecimiento de la crisis económica y sanitaria, la lucha salarial continúa vigente al día de hoy. Paniagua sostiene que “el 2021 viene muy difícil. Necesitamos con urgencia que se vuelva a implementar el ATP. Entendemos las razones para disponer medidas sanitarias de emergencia y las apoyamos, pero también desde nuestro sector reclamamos que se nos destine una compensación económica para no seguir sufriendo esta crisis”.

Hacia el interior de las industrias culturales y del entretenimiento existen diversos sectores: desde grandes empresas a Pymes, pasando por cooperativas y organizaciones independientes, y si bien es un hecho que la mayoría acompaña las restricciones sanitarias para evitar la propagación del virus, también le exigen al Estado medidas de apoyo económico para poder sostenerse en medio de la segunda ola. Alejandra Carpinetti, referenta de la Asociación Argentina del Teatro Independiente (ARTEI), sostiene en diálogo con este medio que “fue muy difícil volver a traer el público a las salas porque durante un año nos dijeron que había que quedarse en casa y que los teatros eran espacios propicios para el contagio. Entonces nos costó deconstruir ese discurso de cara a los espectadores y a los elencos”. Además afirma que “el teatro independiente siempre se caracterizó por trabajar a pesar de las adversidades” y que “eso nos permitió pensar en un panorama de regreso seguro a la actividad”. Sin embargo, nuevamente el sector se topa con las mismas dificultades y angustias del año pasado. ARTEI es una organización que cuenta con veinte años de trayectoria y actualmente nuclea a 110 salas de teatro en CABA. La mayoría de estos espacios atraviesa una crisis terminal debido a los costos fijos que deben afrontar mientras el telón continúa cerrado, como alquileres o pagos de servicios básicos.

En diciembre del año pasado, el Instituto Nacional del Teatro (INT) -organismo dependiente del Ministerio de Cultura de la Nación- lanzó el programa Aporte para la Adecuación Sanitaria que consistió en la entrega de 180 mil pesos a salas y teatros independientes con el objetivo de realizar modificaciones edilicias para cumplir con los protocolos sanitarios vigentes. A ello el INT sumó este año el lanzamiento de la convocatoria para el plan Reactivar Escenas, que consiste en un aporte de 250 pesos por cada butaca vacía a 800 salas de teatro y a 200 salas de música en vivo. Sin embargo, este programa se encuentra momentáneamente suspendido. En esta misma dirección, el ministro de Cultura Tristán Bauer junto a la titular de la ANSES, Fernanda Raverta, lanzaron el lunes pasado desde el CCK un nuevo paquete de medidas de apoyo económico dirigidas a sectores de la industria cultural y a sus trabajadores y trabajadoras. “De las medidas que se anunciaron, no hay ninguna específica destinada a las salas independientes, que no superan las 300 localidades. Lo que le pedimos al Ministerio de Cultura es que necesitamos un programa de emergencia destinado específicamente a nuestro sector”, sostiene la referenta de ARTEI.

Eduardo Lamoglia, director del teatro El Tinglado ubicado en el barrio de Almagro, cuenta a este medio que “la apertura con el 30% de aforo nos permitió disfrutar un poco, pero igualmente algunas salas ni siquiera pudieron abrir. En nuestro caso tenemos un teatro grande que nos permitió en un principio tener un aforo de 40 personas. Después pudimos subir a 50 personas. Pero ahora volvimos a cerrar y estamos en un estado de alerta roja, peleando para poder pagar los alquileres y las tarifas de los servicios”.

Respecto al rol del Gobierno de la Ciudad, Carpinetti afirma que “no se aplicó ningún plan de reactivación y ni siquiera nos han convocado a una reunión. Pero no sólo se trata de aportar económicamente durante el cese de la actividad, sino además pensar en la complejidad que requiere su vuelta y que necesita acompañamiento y recursos”. En la misma sintonía, el director teatral Lamoglia asevera que “el gobierno de Larreta no está haciendo absolutamente nada para ayudarnos. Es más, quiso abrir el teatro San Martín para que las cooperativas de actores usen el espacio, cuando hay una ley que dice que todos los que laburen en el San Martín tienen que ser pagos”. Y además agrega: “Nadie tiene la culpa de que haya habido una pandemia, es una enfermedad que está sufriendo todo el mundo. Pero la miserabilidad con la que se aborda nuestra situación es alarmante. Con esto se evidenció la faceta miserable de la política argentina”. Por su parte, Carpinetti sostiene que “los teatros no son inseguros” y que “con los protocolos implementados el nivel de contagios es nulo”. Asimismo, con el mismo énfasis, reconoce que “para salir de esta situación se requiere frenar la circulación y la aglomeración de personas. Por eso apoyamos las medidas del Gobierno, pero a la vez le pedimos que nos acompañe para poder quedarnos en nuestras casas y que eso no implique el cierre de muchas salas”.

Ante las restricciones sanitarias, los grandes teatros comerciales optaron por ofrecer sus obras bajo la modalidad virtual. Sin embargo, el trabajo online no es una posibilidad viable para todos los sectores de la cultura, sobre todo para quienes no tienen suficiente espalda económica, lo cual confirma un fenómeno social que se evidenció desde el primer día de la pandemia y que aplica a todas las actividades de la economía: la crisis agudiza las desigualdades y la falta de oportunidades. “Nosotros no podemos hacer streaming porque no contamos con la tecnología adecuada. Algunos teatros lo hacen, pero cuando sacan a la venta las entradas se ve la verdad del asunto: la recaudación es escasa. Porque la gente que habitualmente acude al teatro no quiere streaming, quiere ir a la sala de forma presencial”, concluye Lamoglia.

Compartí

Comentarios

Jeremías Herrera

Licenciado en Comunicación Social por la Universidad de Buenos Aires