Covid en las escuelas porteñas: la voz de una docente desde la primera línea de batalla

Romina Banchik es integrante del Colectivo Educación y Salud en Pandemia y de la Asociación Liderar Mujer. Docente de escuelas medias porteñas. Es Licenciada y profesora en enseñanza media y superior de Psicología (UBA). Lic. en Educación (Universidad Nacional de Río Negro).

Escribo estas palabras desde el dolor, la indignación, la impotencia, la tristeza más infinita frente a las vidas perdidas del personal de cada sector mencionado. Vidas que se perdieron que podrían no haberse perdido. ¿Qué pasó? Para que eso ocurra, pasó y pasa el gobierno de Larreta, Acuña y Quirós; pasó y pasa una parte de la oposición despiadada, militante del odio, la división, la muerte en pos de la defensa de los intereses más espurios, principalmente económicos (transformar y transferir todo lo que implica lo público, lo estatal, los derechos a lo privativo, privado y mercancía). Eso pasa en la mayor parte de los sectores de la vida en una sociedad neoliberal, pero pasa de manera más despiadada en América latina. Por cierto, en el caso que nos ocupa lo podemos ver en el área de la salud y de la educación. He aquí los motivos más profundos de la tortura que se está viviendo en las escuelas y en los hospitales.

Escuelas estalladas de Covid, sistema de salud colapsado

Con relación a estos intereses subterráneos de grandes corporaciones nacionales y foráneas que hay que visibilizar para que parte de la sociedad deje de defender lo que la destruye, encontramos a muchos “trabajadores” “militantes” esforzándose cada día para que ganen y se apropien de lo público los dueños de estos intereses. Ahí entran en escena los empleados de medios de desinformación hegemónicos y destiladores de odio, “políticos” que en realidad son la negación de la política, si ésta es considerada como la posibilidad de transformar la realidad, y la justicia que no es justicia sino injusticia.

Así, en este estado de situación, situación límite que nos atraviesa de distintas formas y niveles de gravedad y en momentos casi simultáneos a argentinos, colombianos, brasileños y más, comienzan a resurgir, a revivir los movimientos sociales, los colectivos que ya no pueden seguir soportando, tolerando tanto, tanto dolor, injusticia, explotación.

Esa resistencia es la única que puede poner un límite a tanta violencia, despojo. Es una resistencia que debería estar destinada a vencer porque es la que milita por la salud y por la vida como derechos esenciales del ser humano, los cuales van inevitablemente acompañados de otros derechos, por ejemplo, la educación.

Personal de educación y personal de salud unidos intentan e intentarán concientizar a la población sobre la importancia de la educación virtual para no enfermar hasta que se pueda volver a una presencialidad segura cuando estén dadas las condiciones (menos circulación del virus y gran parte de la población vacunada).

La presencialidad propuesta para un tiempo en el cual la circulación del virus es alta, con nuevas cepas y gran parte de la población sin vacunar responde a intereses espurios, electoralistas, económicos. Tenemos un Macri que dijo hace no mucho algo así como: “el peor virus no es el coronavirus sino el populismo», “que mueran los que tengan que morir”, “abran las aulas”. Y con esta última frase mortal y peligrosa, en una guerra donde el virus ataca, frase sostenida por organizaciones no gubernamentales de grandes capitales, la “suerte” o “mala suerte”, mejor dicho, empezó a devorar la vida de tantos trabajadores que fallecieron en estos tiempos, auxiliares enfermeros, médicos, camilleros, docentes, preceptores, y tantos más.

Es imperdonable, requiere memoria y justicia, no solo renuncias

En el mientras tanto, esperemos que la unión de los trabajadores de la educación y de la salud pueda vencer. Por la salud, por la vida y en nombre de los fallecidos con nombre y apellido, sueños, familias, que ya no están entre nosotros, o sí, pero de otra forma, dándonos la potencia para no callar más, para poner un límite y que no se produzcan más muertes evitables.

¿Se suman a este desafío, a este punto de inflexión en nuestras vidas individuales y colectivas? ¡Ojalá que sí!

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