Más de cuatro millones de trabajadores y trabajadoras forman parte de la economía popular y llevan adelante sus tareas en condiciones muy difíciles. Bajo la premisa de fortalecer a quienes generan su propio trabajo y en medio de una pandemia que agravó los niveles de informalidad y precariedad, el Estado puso en marcha hace diez meses el ReNaTEP, que abre la posibilidad a los inscriptos y las inscriptas de incorporarse al monotributo social y de acceder a instrumentos de seguridad social.
Teniendo en cuenta la necesidad de planificar y desarrollar políticas públicas en beneficio de este sector, la Secretaría de Economía Social a cargo de Emilio Pérsico dio a conocer ayer el primer informe de implementación del Registro a partir del relevamiento de los datos de las más de dos millones de personas que se inscribieron de manera online en el período comprendido entre julio de 2020 y febrero de 2021. Si bien la mayoría de los inscriptos/as reside en la Provincia de Buenos Aires (35,7%), en términos generales la economía popular no constituye un fenómeno local sino que se despliega en todas las provincias y territorios de nuestro país.
Una de las cuestiones más significativas es la marcada feminización que existe en este ámbito, puesto que se observa una mayoría de mujeres (57,1%) mientras que los varones conforman el 42,9% del total de la población del Registro. A pesar de ser mayoría, el informe advierte lo siguiente: «Podemos apreciar en los datos comparativos que sus trayectorias laborales, en comparación con los varones, siguen siendo más precarizadas, informales y peor remuneradas». Cabe destacar también que el formulario de inscripción incluyó una pregunta por autopercepción de géneros que, si bien cuenta con un alto porcentaje sin respuestas, se puede apreciar que 1881 personas se autoperciben como feminidades trans/travesti, 1299 como masculinidades trans y 1809 como pertenecientes a otras categorías de género.
En relación a la distribución etaria, más de la mitad (54,3%) de les trabajadores de la economía popular son de mediana edad (25 a 45 años). La incidencia de les jóvenes es significativa, ya que la franja entre 16 y 24 años representa el 30,2% de las inscripciones. En cuanto al nivel educativo, del total de personas que respondieron a esta pregunta, más de la mitad no completó los estudios obligatorios (60,9%) y en los casos que sí lo hicieron el 28,7% alcanzó a completar el nivel secundario y sólo el 10,5% declaró estudios superiores.
Otro aspecto relevado se vincula con las características laborales y productivas dentro de la economía popular. Allí se observa que en la mayoría de los casos (58,6%) trabajan de manera individual, mientras que el 41,4% lo hace de forma colectiva. Respecto a las formas organizativas, se destaca que las organizaciones comunitarias/sociales representan el 23,4% y luego se encuentran las cooperativas con el 8,4% de los casos. La rama de actividad económica muestra un marcado predominio de los Servicios Socio Comunitarios y los Servicios Personales y Otros Oficios, concentrando entre ambos el 59,3% de las inscripciones al Registro. «Es posible afirmar que la gran cantidad de trabajadores/as inscriptos/as en la rama socio comunitaria, esté relacionada con la coyuntura de emergencia social y alimentaria producto principalmente del proceso de recesión económica sostenida desde mediados del año 2018 y profundizada -en términos económicos, sociales y sanitarios- por los efectos de la pandemia de Covid-19», señala el informe.
En este sentido, aparece el hecho de que la gran mayoría trabaja en domicilios particulares representando el 64% de las y los inscriptos. Esto refleja «una característica propia en que se desenvuelve la economía popular que es la de cierta imbricación o solapamiento de actividades productivas y reproductivas», agudizada por el ASPO que rigió en los principales centros urbanos a causa de la pandemia. Además resulta pertinente mencionar que sólo el 22,4% percibe la Asignación Universal por Hijo (AUH) y el 22,1% recibe el programa Potenciar Trabajo, orientado principalmente a impulsar el trabajo que se desarrolla en la economía popular.
La mayoría femenina que contiene el Registro se incrementa en aquellas ramas de actividad y ocupaciones vinculadas a los cuidados, y disminuye o revierte las proporciones por sexo en las ramas de actividad donde predominan ocupaciones tradicionalmente asociadas al trabajo masculino. «Al interior de la economía popular registrada se reproduce la misma división sexual del trabajo que en el mercado laboral formal, ratificando la desigualdad de géneros que existe en la sociedad en su conjunto», concluye el trabajo.
