Friends y el edadismo: ¿Por qué nos deprime ver envejecer a nuestros ídolos?

🎥 La histórica serie vuelve luego de 20 años y abre preguntas vinculadas a las formas en que se representa la vejez en los medios de comunicación.

“Decime, por favor, que yo no estoy así de vieja”. El mensaje llegó después de la publicación del tráiler oficial que anunció el episodio de reencuentro de los protagonistas de Friends tras 17 años. En el video de dos minutos, los seis actores recrean diálogos de la serie, repiten la noche jugando al Trivial Pursuit en una de las locaciones originales y conversan sobre la fama y su amistad. Sin embargo, sus cuerpos y sus movimientos muestran algo más: el paso del tiempo. Algo que muchos fanáticos en redes sociales describieron como deprimente, decadente y triste.

¿Por qué nos deprime ver envejecer a nuestros ídolos? “En el otro y, particularmente, en el otro famoso, uno se refleja y reconoce el paso del tiempo en su propio cuerpo”, ensaya Carolina Iglesias, psicogerontóloga y co-fundadora del proyecto SeneS Personas Mayores. Es que sentarse frente a la pantalla y ver a los protagonistas de la serie que acompañó nuestra juventud es como mirarse en el espejo abruptamente, después de 20 años sin hacerlo. “Cuando se piensa la vejez se piensa en un cuerpo decrépito, en la cercanía de la muerte; y al ver viejos a nuestros ídolos nos damos cuenta de que eso también nos está pasando a nosotros”, señala Iglesias.

Ese autorreconocimiento en el cuerpo viejo ajeno, y la sensación de rechazo que produce, abre preguntas vinculadas a las formas en que se representa la vejez en la televisión y en los medios de comunicación. “Los patrones que se reproducen son los del mercado de consumo simbólico en el marco del capitalismo global: los cuerpos en la televisión son delgados y están a la moda, son cuerpos sin arrugas y juveniles en base a un prototipo único de juventud”, advierte Adriana Frávega, comunicadora y ex directora de Comunicación y Personas Mayores de la Secretaría de Extensión de la Facultad de Periodismo y Comunicación Social en la Universidad de La Plata. En ese sentido, Frávega introduce el problema del viejismo y advierte que este tipo de discriminación muchas veces atraviesa, incluso, los discursos de los feminismos y de otros movimientos que actualmente encabezan las luchas por una sociedad más justa. “El patriarcado excluye a las viejas de un lugar potente para actuar en la sociedad”, sostiene.

Al respecto, Iglesias resalta la necesidad de diferenciar los modos en que se representan las vejeces de los hombres, de las mujeres y de las personas travestis y trans. Estas últimas, para quienes la vejez es un derecho negado, están ausentes casi por completo en los discursos mediáticos. En tanto que “las mujeres mayores en la televisión son viejas que están solas, que son hurañas, que tienen gatos, atan su pelo blanco con un rodete y cuentan cuentos”, indica la especialista.

Hablemos de Jennifer Aniston

La imagen de una Jennifer Aniston (Rachel Green en la serie) con 52 años que “no se le notan” es posiblemente lo que más repercusiones causó del regreso de Friends. En Argentina y en el resto del mundo, su nombre fue tendencia en Twitter durante todo el día y los comentarios de los usuarios de la red social eran todos similares: “Es la única que no envejeció”, “sigue intacta”, “¿cómo es posible que se vea igual de hermosa?”. Porque el reverso de condenar que “los de Friends se vean todos como un grupo del PAMI” es celebrar que un cuerpo -femenino- no muestre el paso de los años.

Para Frávega, la reproducción de estos discursos torna urgente una reflexión profunda sobre la contradicción en la que se apoyan: “Todos queremos vivir más, tenemos miedo a la muerte y nos aterra la conciencia de nuestra finitud; sin embargo, no queremos que nos vean viejos”, observa la investigadora. “Esto tiene que ver mucho con el concepto capitalista de productividad, con la necesidad de aceptación en una sociedad que es más excluyente que incluyente y en la que, de alguna manera, prima lo visual y un modo único de estética corporal”, agrega.

“Se celebra que Jennifer Aniston esté igual que siempre porque seguimos poniendo a la juventud en el altar de nuestros deseos”, asevera al respecto Iglesias. Al mismo tiempo, hace emerger otra pregunta: “¿Por qué nos sorprende que una persona que se cuidó y se preocupó por su imagen toda la vida continúe haciéndolo en su vejez?”. “Uno espera que sus ídolos no envejezcan, que sean siempre eternamente jóvenes, porque identificamos la juventud como la única etapa vital. Mirar la vejez en detrimento de la juventud no favorece, porque nos empobrece, nos entristece, nos vuelve vulnerables. Y en realidad, nadie sabe lo que puede un cuerpo”, explica.

Botox: el séptimo amigo

“Tirás una cirugía y no toca el piso”, escribió un usuario sobre el poster oficial. En la imagen -que además tiene retoques digitales- los personajes posan sobre un fondo de árboles y sus caras casi sin arrugas develan intervenciones estéticas. Tanto que otro usuario llegó a publicar: “Botox, el séptimo Friend”.

“¿Por qué está mal visto que los actores recurran al botox y a las cirugías para seguir viéndose jóvenes?”, se pregunta Iglesias. No hay una respuesta única y definitiva, claro. Quizás una pista se encuentre en la contradicción mencionada antes por Frávega: se elogian los “cuerpos conservados en formol”; queremos ser eternos y, a la vez, mantenernos jóvenes y frescos a pesar de los años.

Ambas especialistas coinciden en que pensar en el viejismo es hacerse preguntas sobre las formas heterogéneas en que las personas mayores socializan, en su condición de seres deseantes y eróticos, en la vejez como posibilidad y en lo que deja afuera la idea de “vejez activa” asociada con la búsqueda de la eterna juventud. “Tenemos que dejar de sostener un imaginario irreal y muy triste, incluso también para mucha gente joven”, concluye Iglesias.

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Sibila Gálvez Sánchez

Periodista y socióloga. Escribió sobre política en Página/12 y actualmente investiga sobre comunicación y diseño. Colecciona datos inútiles y los sistematiza rigurosamente.