La respuesta la sigue cantando Bob Dylan

🎙️ Uno de los compositores más celebrados de todos los tiempos festeja este lunes su aniversario número 80. Decenas de miles de fans alrededor del mundo se rinden a los pies de una figura a la que ya no alcanza con nombrar leyenda del siglo XX.

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La historia es archiconocida: de un pequeño y helado pueblo de Minnesota, en el norte de Estados Unidos, al Greenwich Village de New York, y de ahí al mundo y a la eternidad. Spoiler alert: no hay objetividad ni mesura en este artículo.

Una elemental línea del tiempo dylanesca (si es que “línea” y “Dylan” pueden ir en una misma oración) no puede eludir ciertos elementos, por ejemplo la influencia que la radio y los trenes ejercieron en el joven Robert Zimmerman (Duluth, 1941), conectándolo por un lado con las viejas y tradicionales canciones folk y, por el otro, con las historias de los vagabundos y trotamundos que iban de estación en estación recorriendo el extenso país del norte. La temprana admiración por Woody Guthrie primero y Little Richard después son otros puntos importantes para comprender la cosmivisión que formaría Bob Dylan. Del mismo modo resultarían la poesía de Dylan Thomas (de quien toma su seudónimo), Arthur Rimbaud y William Blake.  Luego los hitos: llegada a Nueva York, contrato con Columbia Récords y primeros grandes discos, el traspaso a la música eléctrica y el grito de “Judas” de un fan en Manchester, el accidente en moto y la reclusión en la casa familiar de Woodstock, nuevas giras, conversión al cristianismo, el Never ending tour desde 1989 y las últimas grandes noticias, Premio Nobel de Literatura en 2016 y un disco con excelentes críticas en 2020, Rough and Rowdy Ways, que promete convertirse en un nuevo clásico del artista.

Claro que cada una de las etapas tuvo altos y bajos creativos y momentos de oscuridad, pero el otro signo distintivo que acompaña a Dylan desde hace décadas es justamente la reinvención, tanto de su música como su figura. Lo que subyace también es conocido: las contradicciones, la distancia que mantiene con la prensa y con sus seguidores, su perfil bajo y enigmático, todas condiciones que contribuyen a alimentar el mito detrás de su persona. Año tras año se desata un nuevo capítulo de la guerra entre sus biógrafos, que descubren mentiras, engaños o verdades a medias del poliédrico y hermético cantautor.

Según indica el Instituto de Estudios sobre Bob Dylan de la Universidad de Tulsa, hay al menos dos mil libros escritos sobre el músico. En esa misma ciudad se está realizando la conferencia Dylan@80, con participantes de todo el planeta y el próximo año, el 10 de mayo, se inaugurará el Bob Dylan Center, con 100.000 piezas de colección, entre las que se encuentran letras, escritos originales, fotos, negativos, grabaciones, películas y vayan a saber qué más. El Centro tendrá tres pisos y al material se accedió por $20 millones de dólares. En Hibbing, la ciudad donde creció Bob, acaban de inaugurar “El año de la celebración de Dylan” y en Miami, en noviembre, se exhibirán más de 120 dibujos, pinturas y esculturas en una muestra retrospectiva.

Se trata de uno de los artistas más influyentes de la historia, con un recorrido profuso, complejo y dinámico. Alrededor de 600 canciones, 39 discos y 125 millones de copias vendidas, son algunos de los números que puede exhibir el estadounidense que, además, fue versionado por unos dos mil artistas. Desde 1990 Dylan se sube a los escenarios, en promedio, una vez cada tres días, un poco más de 100 espectáculos al año. Lamentablemente para nosotros, casi todas en el hemisferio norte. En Argentina se presentó en cuatro oportunidades, en 1991, 1998 (junto con Rolling Stones), 2008 y 2012. A fines del año pasado Dylan vendió los derechos de su catálogo musical a Universal Music por 300 millones de dólares.

Mundialmente reconocido por sus letras, en 2016 la academia sueca decidió entregarle el Nobel de literatura por «haber creado nuevas expresiones poéticas dentro de la gran tradición de la canción estadounidense». Desde Estocolmo también indicaron “si uno quiere empezar a escuchar o leer (a Dylan), debería iniciarse con ‘Blonde on Blonde’, el disco de 1966 que tiene varios clásicos y es un ejemplo extraordinario de su brillante modelo de rima, de su armado de estribillos y de su pensamiento pictórico».

La obra de Dylan puede ser laberíntica y su estilo difícil de enmarcar. Tiene grandes y conocidas canciones como otras que no han sido tan populares, aunque igual de buenas o incluso mejores que aquellas que han trascendido. Y definitivamente también tiene discos que mejor no escuchar. Su obra es inmensa y es difícil ponerse a nombrar discos y canciones sin dejar afuera muchas de sus producciones. Desire (1976) es un gran álbum, con canciones que no pueden no estremecer a quien las escuche: Hurricane, On more cup of coffee, Oh Sister, Sara, Joey. Nashville Skyline (1969), contiene algunos clásicos como Girl from the North Country, I Threw It All Away o Lay, lady, Lay. Entre las bootleg series, muchas de las 53 canciones que se reúnen en Another Self Portrait (1969-1971) son imprescindibles, la mayoría con un exquisito registro acústico. Oh Mercy (1989) y Blood on the Tracks (1975) son discos con pistas potentes (Political World, Tangled up in blue) y otras desgarradores (Most of the time, Idiot Wind). De la primera etapa con The Band vale la pena escuchar The Basament Tapes (1975), magnifico disco doble cargado de buen blues.

Y eso sin nombrar sus primeros discos, que son sin dudas los que más marcaron su trayectoria: The Freewheelin’ Bob Dylan (1963), The times they are a Changin’ (1964), Bringing It All Back Home (1965), Highway 61 revisited (1965). Su libro Crónicas volumen 1, es una lectura de primera mano para adentrarse en esos primeros años. También el de Sam Shepard, cineasta y cronista que acompañó al músico en la caravana de la Rolling Thunder Revue, que tiene su versión fílmica en la película que Scorsese estrenó en Netflix en 2019. La biografía que realiza Howard Sounes es una de las más fáciles de conseguir en Argentina, aunque no autorizada por el músico, pero que contiene muchos detalles extraídos de casi 250 entrevistas con el entorno de Dylan. Quizás el documental más importante sea No Direction Home (2005), también de Scorsese, junto con el musical I’m not there  (2007) de Todd Haynes. La vasta obra de Dylan atraviesa los últimos sesenta años y sus composiciones trascienden generaciones. El viejo poeta sigue aún vigente, como lo demuestra en su último disco Rough and Rowdy Ways. Allí, un Dylan ya en la figura de sabio canta “soy un hombre de contradicciones / soy un hombre de muchos estados de ánimo / yo contengo multitudes” y “Yo sé cómo pasó, lo vi comenzar / Abrí mi corazón al mundo / y el mundo entró”. Y vaya si nos enteramos. ¡Feliz cumpleaños Bob!

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