«Larreta y el PRO defenestraron la educación a través de discursos de odio»

🧐 El sociólogo Nahuel Sosa, flamante asesor en Jefatura de Gabinete, analizó en diálogo con El Grito del Sur el fallo de la Corte Suprema, el rol de Rodríguez Larreta y la interna en el Frente de Todos.

El gobierno de Alberto Fernández y Cristina Fernández de Kirchner viene siendo respaldado por una nueva generación de intelectuales, en su mayoría menores de 40 años que vivieron a flor de piel las tres gestiones kirchneristas entre los años 2003 y 2015. De teorizar durante la resistencia macrista, varias y varios de estos exponentes académicos -que además se reconocen como «militantes populares»- pasaron a ocupar espacios institucionales en el Estado tras la victoria del Frente de Todos en 2019 sin dejar de lado sus nichos originales de construcción colectiva. Éste es el caso de Nahuel Sosa, quien con apenas 34 años es sociólogo y abogado y se desempeña como flamante asesor en Jefatura de Gabinete de la Nación. También es docente en la Universidad de Buenos Aires (UBA), director del Centro de Pensamiento y Formación Génera, y referente del colectivo Agenda Argentina.

En diálogo con El Grito del Sur, Sosa analizó el fallo de la Corte Suprema, el rol de Horacio Rodríguez Larreta como principal cabeza visible de la oposición y la interna en el Frente de Todos. «Hay que tener una política más radicalizada contra los sectores que hacen negocio con la tragedia», señala el joven intelectual, aunque también asegura que «las tensiones principales del Frente de Todos han permitido dinamizar el bloque».

¿Cuál es tu lectura política del fallo de la Corte Suprema contra la suspensión de las clases presenciales en la Ciudad de Buenos Aires?

Larreta ha cruzado un límite al judicializar la pandemia, y la Corte Suprema ha acompañado esta nueva cruzada. Entre 2015 y 2019, sobre todo, hemos visto la implementación del lawfare -la persecución a líderes populares como Cristina- que es parte de una renovada doctrina de seguridad nacional. Esta nueva política de destitución que se ha configurado utilizó muchas veces al poder judicial, mediático o financiero, una suerte de nueva triple alianza entre estos tres poderes con el objetivo de revertir procesos de organización popular. Este nuevo capítulo lo podemos llamar lawfare sanitario, dado que viene a plantear una discusión en la cual se deteriora la democracia en tanto sistema institucional y prácticas sociales. El DNU del Presidente se trató de un tema de absoluta competencia federal y tuvo a la salud pública como eje, no a las políticas educativas. Lo más preocupante de esta situación es desde el punto de vista político y epidemiológico, hay que tener una política interjurisdiccional porque el virus no distingue a un lado u otro de la General Paz. 

No es algo menor lo que decís sobre el lawfare, teniendo en cuenta que el Frente de Todos se había planteado al comienzo de su gestión la posibilidad de una reforma judicial. Ésta quedó finalmente trunca en Diputados. ¿Es una deuda pendiente?

Sin dudas, la reforma judicial es un tema prioritario. Estamos frente a un deterioro del Estado de Derecho, se ha evidenciado un Poder Judicial que falla no en función de asuntos jurídicos sino más bien en clave 2023 para apoyar a Larreta. A su vez, Larreta se deja absorber por el ala más dura de Juntos por el Cambio que encabeza Patricia Bullrich. Me parece que hay que ponerle un límite, un Nunca Más a la judicialización de la política y a la politización de la justicia. Hay que plantear un Nunca Más del lawfare como modus operandi porque deteriora la democracia. Esto debe ir acompañado de una discusión pública sobre qué tipo de Justicia se quiere, también es necesario dar el debate público como sociedad. El problema que está teniendo la Justicia es que no sólo afecta al Gobierno, el deterioro en que ha caído afecta también al ciudadano común. Esto se da en un contexto en el que crecen los discursos de odio, se radicalizan las derechas y se ponen en cuestión las prácticas sociales de la democracia.

¿Cómo definirías esta emergencia de discursos de odio en medio de la pandemia?

Cuando las sociedades van hacia un momento de adversidad, es un antes y un después. Esto las coloca frente a un espejo, lo cual desnuda las desigualdades que existen al interior de esa sociedad y los valores que predominan. Hoy vivimos un momento de angustia, de dolor en el que se convierte en tierra fértil la aparición de discursos de odio. Éstos son explicaciones absolutamente simplistas y reduccionistas, un sistema de prácticas y creencias que buscan negar al otro. El otro no es un par, un ciudadano con el que yo pueda tener una diferencia pero reconozco su legitimidad. Se pasa a construir la idea que el de enfrente es un ciudadano de segunda y en los últimos tiempos ha crecido una suerte de racismo criollo que a partir de la crisis busca estigmatizar a grupos sociales. Esto sucede porque estamos en un proceso de transición: o la pospandemia es con mayores discursos de odio, con sociedades fragmentadas y un nuevo proceso de concentración de los establishment; o por el contrario la salida de esta pandemia es con más Estado, igualdad y políticas públicas. 

Te llevo a evaluar la gestión del Frente de Todos. Muchas veces se habla de «fuego interno» dentro de la alianza de gobierno, con cuestionamientos a miembros del gabinete y funcionarios que no funcionan. ¿Esto resulta un efectivo obstáculo para la implementación de políticas públicas?

Primero, hay que partir de la base que el Frente de Todos es una de las coaliciones más plurales desde la vuelta de la democracia y no sólo su pluralidad radica en que contiene a diferentes identidades políticas -peronistas, progresistas, de izquierda, etc.- sino también que lo conforman una cantidad de actores sociales muy variados y que han sido protagonistas en las luchas contra el neoliberalismo: los movimientos sociales, los colectivos feministas, el movimiento obrero y colectivos culturales. Tanto Alberto como Cristina son la síntesis histórica de un proceso político, por lo que en esta diversidad se encuentra la mayor fortaleza del Frente de Todos. Esta coalición, que le toca gobernar en medio de una pandemia, puede tener contradicciones pero recurro a García Linera cuando habla de tensiones creativas en la medida que estimulan el debate y dinamizan el bloque histórico popular. Yo creo que las tensiones principales del Frente de Todos han permitido dinamizar el bloque. Hay una gestión para poner en valor, que más allá de la diversidad que se tenga fue de cara a profundizar políticas redistributivas. En ese marco, hay que discutir otras cosas como una reforma tributaria, una reforma judicial y el salario universal. 

El Presidente se ha mostrado hasta el momento como un liderazgo de tipo conciliador que prioriza el diálogo con los diferentes sectores. ¿Crees que Alberto debe radicalizarse y confrontar más para «poner a la Argentina de pie»?

Es interesante pensar qué entendemos por acuerdo social o contrato ciudadano, cuestión planteada por Alberto en el inicio de sesiones y por Cristina en varias oportunidades. El acuerdo social no es pensar todos iguales, es que vos tengas un ancla en el cual se puedan procesar los conflictos. El neoliberalismo niega por lo general el conflicto en nombre del diálogo; sin embargo, después ejecuta políticas que recrudecen el conflicto social. El Gobierno, a través del Consejo Económico y Social y de la convocatoria a los gobernadores, ha mostrado que es necesario -en un contexto como el que estamos de emergencia- construir ciertos acuerdos sociales. Dicho esto, es preciso aclarar que hay poderes fácticos que apuestan a que se deteriore la democracia y a bajar el nivel de poder adquisitivo de los sectores populares porque en las catástrofes las élites también hacen negocios. Hay sectores del establishment que hacen un negocio con la tragedia y, sin duda, hay que tener una política más radicalizada contra ellos. La prioridad tienen que ser los sectores populares, la economía popular y volver a esquemas de soberanía porque sino va a ser imposible sortear el mundo que se viene.

El Gobierno viene realizando acciones positivas en la gestión de la pandemia, pero en materia económica tiene dificultades para controlar la inflación. ¿Qué aspectos va a priorizar el electorado al momento de votar en las legislativas de este año?

Hay que evitar esa falsa idea de la contradicción entre salud y economía. Ese es un discurso de sectores de derecha que ha tenido un fracaso evidente. Bolsonaro por ejemplo, que privilegiaba supuestamente la economía, hoy tiene un fracaso económico y un sistema de salud absolutamente colapsado. La estrategia del Gobierno siempre fue integral: prioridad a las políticas de cuidado con reactivación económica. En ese marco se impulsó el IFE, el ATP y en 2021 se duplicó la inversión en infraestructura y obras públicas. Lo mismo con el impuesto a las grandes fortunas y otras medidas. Hay que profundizar las políticas redistributivas, yo no tengo duda que los sectores estratégicos van a ser la economía popular, la industria del conocimiento y el sistema científico nacional, las Pymes y los comercios. De cara a las elecciones legislativas, hay que mostrar que este es un gobierno que apostó a ambas cosas: a cuidar la salud de los argentinos y las argentinas, mientras otros establecían campañas antivacunas y anticuarentena, y a distribuir a los sectores que peor la han pasado en un marco de crisis económica global. Esa va a ser la estrategia. 

El jefe de Gobierno Horacio Rodríguez Larreta hace de la educación presencial casi una bandera de campaña y diferentes encuestas marcan que viene teniendo un crecimiento sostenido en su imagen pública. ¿Cómo neutralizar su ascenso?

Hay que discutir qué hizo el Gobierno de la Ciudad con respecto a la educación. Larreta ha priorizado el marketing por encima de la salud de una forma absolutamente irresponsable. Hoy en la Ciudad de Buenos Aires, el presupuesto en publicidad es tres veces más grande que lo invertido en educación. En lo que va del 2021, se recortó más del 70% del presupuesto en infraestructura. También se desmanteló el Plan Sarmiento que repartía dispositivos electrónicos para brindar conectividad. Es una estafa que Larreta y el PRO hablen de priorizar la educación cuando se han dedicado sistemáticamente a defenestrarla a través de discursos de odio. 

Álvaro García Linera plantea en una reciente entrevista que «el mundo está viviendo en un tiempo suspendido porque no hay un horizonte». ¿El gobierno del Frente de Todos tiene un horizonte o no se sabe a dónde va porque está muy abocado al corto plazo?

Estamos en un momento donde el desafío del Frente de Todos es recuperar la imaginación política y las utopías. Frente a un mundo de suspenso táctico como el que estamos viviendo, donde en nuestra región ganan gobiernos populares pero también de derecha, esta pandemia es también una disputa por los valores y por el sentido común. El futuro no es la incertidumbre que te dicen Esteban Bullrich o el Pro, pensar esto es creer que hay ganadores y perdedores, que están los que se adaptan a los cambios y los que no. Desde una mirada popular, el futuro es una construcción colectiva. Resolviendo es la pandemia y reconstruyendo un país, el Frente de Todos debe estar en lo urgente con una mirada puesta en el futuro. 

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Sebastián Furlong

Licenciado y profesor en Ciencias de la Comunicación (UBA). Retrato periodísticamente el conurbano y la ciudad de la furia. Agenda popular y política para analizar la realidad y aportar al quehacer colectivo.