Sin la ayuda del Estado, la pobreza hubiera trepado al 52 por ciento

👎 Los datos surgen de un demoledor informe del Observatorio de la Deuda Social de la UCA, que advierte sobre un salto exponencial de la pobreza durante los últimos tres años.

Sobre llovido, mojado. Sobre macrismo, pandemia. Según el Observatorio de la Deuda Social de la UCA, la pobreza medida por ingresos trepó sostenidamente durante los últimos tres años: pasó del 33,6 por ciento en 2018 al 39,8 en 2019, durante el último tramo del gobierno de Mauricio Macri, y pegó otro salto importante hasta el 44,7 por ciento durante todo 2020.  El índice supera ampliamente al difundido por el INDEC en marzo, que la ubicaba en el 42 por ciento.

Los datos, nada alentadores, surgen del informe “Efectos de la pandemia Covid-19 sobre la dinámica del bienestar en la Argentina urbana”, presentado hoy por el Observatorio de la UCA. Su director, Agustín Salvia, atribuyó la situación al incremento acuciante del desempleo, que pasó del 10,6 por ciento de fines de 2019 al 14,2 en el tercer trimestre de 2020, lo que implica unos 600 mil nuevos desocupados y desocupadas en el contexto de la pandemia.

El informe hace una salvedad y le tira un centro a la política social del Gobierno: de no haber mediado la AUH, con sus bonos, el IFE y otros programas de asistencia desplegados por la emergencia sanitaria, los números serían mucho peores: el nivel de pobreza en el país habría alcanzado el 52%, y la indigencia el 25%. Un total de 25 millones de argentinos y argentinas, principalmente menores de edad y habitantes del conurbano bonaerense.

La indigencia, que según el informe alcanza al 12 por ciento, sería del 20 por ciento sin la Tarjeta Alimentar. “Esto sin contar la asistencia alimentaria directa: al menos 4 millones de personas recibieron refuerzos alimentarios a través de viandas o comedores, públicos o sociales», añadió Salvia.

«Sin embargo, al igual que antes, nada fue suficiente. Sin emergencia sanitaria, el problema alimentario era ya grave mucho antes de esta crisis. Esto está fundamentalmente asociado a que los hogares pobres requieren cada vez más asistencia pública en la medida que se pierden o deterioran los trabajos informales y las remuneraciones van por detrás de la inflación que afecta a productos y servicios básicos. El IFE y otras asistencias que se están otorgando son programas transitorios, no un ingreso constante como el de un trabajo que permite tener una planificación del presupuesto familiar. Lo que se necesita es recuperar el trabajo”, advirtió el investigador.

Durante la pandemia, agrega el informe, se registró un récord en la cantidad de población alcanzada por la asistencia social: abarcó al 55,4% de los y las habitantes en general, y al 79,7% de quienes están bajo la línea de pobreza.

Para Salvia, de todos modos, los números reflejan una situación estructural: «El país no crece hace diez años y ha sufrido en el último lustro una caída sostenida del salario real, por lo que tampoco hubo redistribución. A la crisis reciente se le suma la pandemia, pero el problema es estructural. Los números que presentamos no son más que la cristalización de esa realidad».

Los datos alimentan aún más el debate al interior del Gobierno sobre la necesidad de ampliar el gasto social durante esta segunda ola de Covid-19, como la implementación de un IFE durante este año o una actualización del salario mínimo más acorde a la realidad social que atraviesa el país, algo sobre lo que vienen insistiendo los movimientos sociales así como varios funcionarios de primera y segunda línea.

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