Una oportunidad para repensar la escuela

🧑‍🏫 La presencialidad ganó el lugar al debate y relegó el qué enseñamos, qué aprendemos en pandemia y son pocas las voces que reflexionan acerca de qué le pasa a nuestras infancias y adolescencias. Columna del Centro de Formación y Pensamiento Génera.

2021 parecería ser el año donde el debate sobre la educación cobra relevancia en la discusión pública. La polémica generada entre el gobierno nacional y el gobierno de la Ciudad Autónoma de Buenos Aires (CABA) en torno a la presencialidad y su posterior judicialización como respuesta al DNU que decretaba el cierre de los edificios escolares en el AMBA, puso sobre el tapete el interés -repentino de algunes- sobre la escuela y su rol social. Hasta el hartazgo, la novela ocupa horas de televisión, tapas de diarios, diálogos radiales, etc. Pero lamentablemente no son los debates sobre cómo la escuela debe atravesar la pandemia y cuál debe ser el rol del Estado para garantizar el derecho educativo ni mucho menos debates sobre el modelo educativo. La presencialidad ganó el lugar al debate y relegó el qué enseñamos, qué aprendemos en pandemia y son pocas las voces que se escuchan para reflexionar acerca de qué le pasa a nuestras infancias y adolescencias. 

El pico de esta efervescencia adultocéntrica parece no tener límite. El debate sobre el lugar de la escuela en nuestra sociedad se redujo a un falso antinomio: presencialidad / virtualidad. Este eje divide aguas, el caos y la discusión coparon los grupos de Whatsapp de las familias y les docentes, apropiándose así del tiempo y espacio de la comunidad educativa. Ahora bien, ¿hubo algún cambio en las escuelas de CABA luego de más de un año de pandemia? Repasemos. A fines de agosto escuchamos decir a la Ministra de Educación de la Ciudad que “hay familias que no pueden sostener la continuidad pedagógica y por eso es necesario abrir los edificios escolares”. En aquel momento, los caídos y caídas del mapa escolar en CABA -según las autoridades de la Ciudad- eran 6.500. Arrancó el 2021 y no existe todavía una política de plataformas oficial para recrear las aulas virtuales, el presupuesto en infraestructura escolar disminuyó y no se entregó equipamiento tecnológico al primer ciclo ni al segundo ciclo, así como tampoco se realizaron capacitaciones en servicio del personal docente en TICS.  

Aunque no hay datos publicados sobre las condiciones de equipamiento y conectividad de la población educativa en CABA, según el informe que elaboró el Ministerio de Educación de la Nación, en el Área Metropolitana de Buenos Aires el 62% de hogares cuentan con al menos una computadora y, en relación a la conexión de Internet, los hogares que tienen acceso fijo con buena calidad de señal 51%, acceso fijo con problemas de señal 26%, sólo con datos de celular 21% y sin acceso 2%. Sabiendo que en los barrios populares la brecha digital es aún mayor, la conclusión es que hay aproximadamente 38% de hogares sin computadora y sin Internet 23%.

¿Qué pasa con las sociedades que distribuyen sus recursos de manera desigual? Sin duda, un hogar que no cuenta con Internet ni computadora parte en desigualdad de condiciones para acceder a la educación, siendo una posible “marca” de exclusión, por lo menos, en su trayectoria escolar. Pensar en las condiciones necesarias para garantizar el derecho a la educación, es decir, en la inclusión desde un sentido integral dirá Pablo Gentili que “requiere un proceso que se oponga a las tendencias que lo niegan, atendiendo en particular a tres factores: la combinación de condiciones de pobreza y desigualdad, la fragmentación de los sistemas escolares y la promoción de una cultura política acerca de los derechos bajo un enfoque privatista y economicista” (Mancebo y Goyeneche, 2010).

El último ministro de Educación del GCBA cuando Mauricio Macri era el jefe de Gobierno, Esteban Bullrich, invitaba en el año 2017, siendo senador nacional, a los empresarios a acercarse a las escuelas: “La educación es apertura de nuevos mercados. Es mejora de la productividad. Es innovación. Es el tipo de cambio ideal. La buena educación no tiene barreras arancelarias. La educación es un logro social. Es una construcción de todos” (Puiggros, 2017). El resultado del PRO en estos más de 12 años de gobierno, es que de Argentina, CABA “presenta el mayor porcentaje de estudiantes en el sector privado, pasando del 46,7% en 1998 al 51% en 2016” (Feldfeber, Puiggrós, Robertson , & Duhalde, 2018).

En el modelo neoliberal, “la educación pública es cada vez más un sistema de contención social, en tanto avanza la estructuración de un sistema privado; que se ampliará la brecha entre educación pública y privada” (Puiggros, 2017). Escuela para pobres y escuela para ricos es la expresión de la fragmentación social en las escuelas públicas de CABA y, quizá, una de las razones por las cuales no se avanzó en la conectividad gratuita, ni siquiera para quienes viven en barrios populares ni en el equipamiento para los primeros ciclos.  Sin duda, para un sector de la política no hay que interrumpir el campo de acción de empresas que ven un horizonte y “buscan expandir sus negocios hacia un sector cada vez más lucrativo como el de la educación, en especial todo lo vinculado a las nuevas tecnologías y la educación a distancia (Feldfeber y Gluz, 2019).

Este momento histórico nos otorga una ventaja enorme: el debate sobre la educación vuelve al centro de la escena. Es una oportunidad que tenemos que aprovechar. Parece que los pregoneros y pregoneras de la presencialidad no tienen esa intención. Porque la presencialidad es indiscutible, todos y todas la queremos. Pero, como dice el pedagogo italiano Francesco Tonucci, “sea presencial o virtual, hay que pensar otra escuela”. La comunidad educativa celebra que repensemos la escuela y los derechos de niños y niñas a que se les garantice su derecho a la educación, entre los cuales asistir a la escuela es uno de ellos. Pero en esta tragedia que vivimos, debemos preservar las vidas de nuestra comunidad educativa. Porque sin ellas, nada será posible. 

Daniel Aldave y Ezequiel Pérez, integrantes del Equipo de investigación “Construcción de Subjetividades” del Centro de Formación y Pensamiento Genera.

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