«Para potenciar la Economía Popular hace falta que el Estado invierta, pero también que escuche»

✊ En diálogo con El Grito del Sur, el dirigente de la UTEP repasa el camino hacia la personería gremial de la organización y los pasos por andar en la consolidación del sector.

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Hace varios años que la Economía Popular busca ingresar a la CGT y que el Estado reconozca y apueste a su gremio, de «nuevo tipo». La UTEP presentó en mayo su nueva estructura, un paso más hacia ese objetivo, y empuja para que el Ministerio de Trabajo ponga la firma. «Es una discusión que estamos dando desde que empezamos, hace una década», señala su secretario general, Esteban «Gringo» Castro, que vuelve a atender a El Grito del Sur para reflexionar sobre el camino andado y por andar de la unidad nacida un día de San Cayetano, en 2016. La obsesión con recuperar el pleno empleo en el país, reconstruyendo los tejidos comunitarios, desde abajo; la necesidad de inversión, créditos y fomento para las cooperativas; las distancias entre la teoría y la práctica del sector que representa; la importancia de parar la oreja y escuchar lo que resuena en los barrios y hasta la vacunación (por ahora, postergada) de quienes paran la olla son algunos de los temas que ocupan al dirigente y dominan la charla.

¿Qué tan cerca está la UTEP de ser reconocida como sindicato e incorporarse de una vez a la CGT?

Las conversaciones están encaminadas pero no es un proceso de un día para el otro, lleva su tiempo y vamos dando pasos importantes, como formalizar un secretariado y una comisión directiva, en mayo. Tenemos la personería social, que es un espejo de la personería gremial, y tenemos la unidad, con la ampliación de la CTEP en su momento. Lo que resta es afinar algunas discusiones, básicamente dos: primero que somos una unidad pero dentro de esa unidad nadie pierde su identidad política; y por otro, que no tenemos una patronal. Quiero decir: por más que yo sea de la UTEP, mi identidad es el Movimiento Evita, así como les sucede a compañeros y compañeras de otros espacios con otras identidades o pertenencias, como el MTE o Barrios De Pie o la CCC. Eso es difícil de comprender desde afuera y hasta difícil de explicar, pero digamos que si uno hubiese sido metalúrgico, dentro de la UOM mi identidad hubiese sido netamente peronista; con la Economía Popular, que nace precisamente de la ruptura histórica en el país del pleno empleo industrial, que empujó a miles de compañeros a la informalidad o al desempleo, esa identidad no surge tan clara, es diferente. Y por otro lado, precisamente por eso, fuera de la formalidad del trabajo nosotros no tenemos patrón, pero a su vez dialogamos con el Estado.

¿El Gobierno entiende de qué se trata o todavía tienen que seguir explicando la naturaleza de la organización?

Y sí. Siempre fue así. Hace 10 años que lo estamos explicando. Para construir el sindicato hubo laburo conjunto con el Gobierno, muy a la par. Después, otra cosa, es la decisión política de incorporarlo al Ministerio de Trabajo. Pero el problema está en comprender nuestra práctica, en la teoría digamos que es más sencillo. La Economía Popular nace de la exclusión de miles de trabajadores del sistema formal, productivo, pero nuestro norte apunta a volver a generar pleno empleo, desde abajo, desde nuestra realidad, y para eso se necesita no sólo la inversión del Estado, sino, fundamentalmente, de la escucha.

¿Se confunde “asistencialismo” con trabajo?

Ahí hay un debate, con compañeros, no con gorilas. Pareciera que con un gobierno popular o peronista se le da trabajo a todo el mundo automáticamente, cuando en realidad si bien hay redistribución, también continúa un modelo de acumulación neoliberal, que todo lo que toca lo hace mierda y lo precariza. Entonces nuestro planteo tiene que ver con darle derechos a quienes se inventaron su propio trabajo y reconstruir el tejido a partir de ahí. Tenemos el apoyo del Papa, de cuadros importantes que nos acompañan, tenemos puestos clave en el Estado, pero falta que se apueste en serio al sector.

¿De qué formas?

El Estado puede proveerse de la Economía Popular. Puede desarrollar más programas de fomento de los que ya hay. La estructura del Estado está hecha para que siempre “mojen” las multinacionales, todo se traba, en el Estado liberal todo tiene que pasar por 13 firmas. Es cierto que nuestro sector tiene muy poco de esa “eficiencia” de mierda que el liberalismo nos metió en la cabeza, pero el problema del capitalismo hoy no pasa por ahí, la capacidad de producir alimentos está garantizada en el mundo, el problema es la distribución, esa es la razón por la que hay hambre y por la que se impide que tengas una vida para vivir dignamente, tener tu vivienda, seguridad, laburo reconocido. En cambio, nosotros generamos comunidad. Ahora, por ejemplo, empezamos un trabajo en Luján con unos compañeros en construcción para hacer ladrillos, en una terminal solidaria, que incorpora compañeros jóvenes que vienen de tener problemas de consumo. El Estado debería comprar esos ladrillos, es más, no estamos planteando como un sindicato «dame la plata a mí que yo hago», sino que se potencie desde la Economía Popular. Es así de sencillo aunque es muy difícil, aparentemente, cambiar de una concepción a otra.

Organizaciones sociales marchan a lo largo de Avenida Rivadavia en nuevo aniversario de San Cayetano por pan y trabajo. Buenos Aires, 7 de agosto de 2018, Andrés Wittib.

¿Parte de ese debate se cristalizó en las críticas del sector a la ampliación de la Tarjeta Alimentar?

Fue un momento. Un mojón, por decirlo así. Como está planteado, y lo dijimos, esos fondos se van hacia la concentración económica, a las grandes empresas. Volvemos a lo que decía antes: hace diez años estamos dando ese debate. A veces se construye muy desde arriba hacia abajo. Suena horrible, pero hay que “bajar” más al barrio. Es un triunfo de la mirada neoliberal de la vida, que todo el tiempo está diciéndole al de más abajo qué tiene que hacer. Ahora el Papa propone para la próxima asamblea eclesial en Guadalupe, México, que además de todos los obispos, como sucede cada año, se escuche todo lo que dice el pueblo y se haga una asamblea. Eso habría que llevarlo a la política. Construir espacios donde se escucha al otro. Es una práctica difícil para todos y todas.

Pese a todo, creció el Registro de Trabajadores de la Economía Popular, casi en 2 millones de nuevos inscriptos. También hay nuevos consumidores, incluso se instaló una forma nueva de producir. ¿Ven ese proceso con optimismo?  

Es que estamos generando alimentos más sanos, y eso se valora. Se trabaja además de otra manera y se busca reemplazar esa hiperproductividad que hace mierda la naturaleza. Todavía no podemos “competir” por decirlo así, pero avanzamos. Se apuesta a los emprendimientos que son más sanos, comunitarios, sanadores incluso. Hay un acercamiento que hay que valorizarlo, una visión comunitaria que crece en la clase media frente al consumo que propone el sistema, que te enferma la cabeza.

A todo esto, la inflación, que las organizaciones siempre señalan como uno de los problemas más importantes en lo cotidiano de los barrios, sigue creciendo. ¿Cómo se convive con eso?

Es una forma de empobrecer al otro. Y tiene que ver con la matriz concentrada de la economía argentina, a la que hay que ponerle límites. El 80 por ciento de los productores de animales, los que son pequeños, no son dueños de la tierra, alquilan, y eso encarece y complica la “competencia”. Ahí hay decisiones de fondo que tomar. Hay que atacar las causas de la concentración. Para eso tenemos una propuesta muy clara, que ya todos conocen, pero volvemos a la discusión de siempre: hay que fortalecer a los de abajo para discutir la concentración.

Desde la UTEP pidieron vacunas para los y las que vienen sosteniendo el laburo comunitario en la pandemia. ¿En qué quedó ese planteo?

Estamos, también, en un proceso de debate, porque si bien ese laburo fue reconocido como esencial, no es todavía “estratégico”, parece una discusión de términos pero impacta en el tema vacunación. Estamos discutiendo que sean 10 por comedor o 10 por merendero, pero se sigue charlando. También tiene que ver con la escucha a la Economía Popular. Emilio (Pérsico) tiene una frase muy gráfica, que lo sintetiza: “nos miran pero no nos escuchan”.

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Matias Ferrari

Periodista, comunicador y militante social. Trabajó en Página/12 y colaboró en la investigación del libro "Macristocracia" publicado por Editorial Planeta.