¿Quién gana y quién pierde con el cambio de sede de la Copa América?

⚽️ En términos geopolíticos, sanitarios, políticos y deportivos, la mudanza de la competencia futbolera más antigua del mundo tiene ganadores y perdedores.

No había radio, ni siquiera radio. Ni que hablar de sponsors, ni transmisión en vivo, ni pelota ergonómica ni siquiera el semicírculo de afuera del área penal. En esos tiempos, el arquero todavía podía tocar la pelota con la mano en cualquier parte de su mitad del campo y la AFA era la Argentine Football Association. En 1910 se jugó la primera edición de la Copa América, la competencia más antigua de selecciones de fútbol del mundo.

111 años después, la discusión organizativa respecto de su edición 46 ha girado bruscamente: ya no se trata de definir los planteles de jugadores convocados sino de conocer cuál será la implicancia del cambio de sede. Prevista en un primer momento para desarrollarse conjuntamente entre Colombia y Argentina, la primera se cayó por el peso de la injusticia y la segunda al calor de la pandemia. Minutos antes de que el presidente Alberto Fernández lo anunciase, la CONMEBOL informó que Argentina desistía de hospedar la competencia y horas después anunció que la competencia continental se mudaba al Brasil de Jair Bolsonaro.

En términos geopolíticos, sanitarios, políticos y deportivos: ¿quién gana y quién pierde con la mudanza del torneo futbolero más viejo del mundo?

Geopolíticos: La caída de Colombia como sede abrió el camino. Con dos reformas canceladas (la sanitaria y la fiscal), 70 muertos y cinco ministros menos, el cambio de sede excedió la coyuntura sanitaria. Fue allí donde comenzó la puja en Argentina entre dos miradas que convivían en el gobierno: la defensa de la realización (para mostrar una efectiva gestión del evento y ocupar el vacío colombiano) y la mirada sanitaria, que planteaba la contradicción entre organizar la Copa y las medidas de restricción sanitarias. Sonaron Miami y Uruguay, pero finalmente fue Brasil. En un contexto de reacomodo regional de las fuerzas políticas, en que Bolsonaro venía con poco apoyo (desde su asunción perdió aliados importantes en Argentina y Bolivia y este domingo puede perder Perú), Brasil juega una carta geopolítica en su rol de anfitrión futbolero.Alejandro Guillermo Domínguez Wilson–Smith, empresario paraguayo que preside actualmente la Conmebol, fue el artífice de las gestiones que garantizaron la nueva sede.

Sanitarios: Rozando el medio millón de víctimas fatales, Brasil es el segundo país del mundo en cantidad de muertos, por encima de la India. A nivel regional, se ubica como el segundo país de Latinoamérica con más muertes cada 100 mil habitantes. Brasil tuvo cepa propia: a principios de año estrenó la Manaos. En términos de vacunación, la inmunización avanza a buen ritmo con 10.35% de su población totalmente vacunada, por encima de Argentina y del promedio regional. «La ventaja es el tamaño de nuestro país y el número de estadios. Se pueden repartir los partidos», afirmó el vicepresidente brasileño Hamilton Mourao.

Políticos: con Bolsonaro desgastado y Lula libre y en ascenso, la Copa América intentará ser una herramienta oficialista de cohesión interna a un año de las elecciones. Mientras Bolsonaro enfrenta una Comisión de seguimiento en el Senado que intenta dilucidar si existió negligencia en el manejo de la pandemia, Lula aparece primero en las encuestas, se reunió con Fernando Henrique Cardoso y con sus exaliados del partido PMDB, del expresidente Michel Temer. Hace una semana, además, se realizaron las primeras manifestaciones masivas contra Bolsonaro en pandemia. En este contexto adverso, el presidente brasilero intentará dar una muestra de restauración de la «normalidad» en medio de la crisis sanitaria. Como dato final, vale recordar que el movimiento de indignación contra el Mundial 2014 fue lo que permitió expresar el descontento con la política de Dilma Rousseff. Otro gran evento deportivo en tiempos de crisis que, finalmente, desató un terremoto político.

Deportivos: Brasil se presentó como sede, ya que reunía ciertas condiciones: por un lado, la infraestructura que hereda del Mundial 2014 y de los Juegos Olímpicos de 2016. Asimismo, es la segunda Copa América consecutiva que realiza, luego de la edición 2019. Sin embargo, los rechazos del mundo futbolístico al cambio de sede cayeron en cascada. Al repudio del entrenador argentino Leonel Scaloni, quien expresó que «parece un riesgo gigante», se sumó el chileno Martín Lasarte y el entrenador de Perú, Ricardo Gareca. «Aunque la Copa se organice en estados cuyos gobiernos son cercanos a Bolsonaro, es un salvavidas. Un salvavidas de plomo», explica el periodista deportivo Gustavo Veiga en diálogo con El Grito del Sur. «Esto no le conviene a ningún país, lo capitaliza un gobierno que está hackeado por la movilización popular. La gente no va a la cancha. Yo creo que si se ofrecía Venezuela o un país de otras características políticas le decían que no. No nos olvidemos que la CONMEBOL tiene miembros de su comisión directiva que son brasileños», concluye.

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Yair Cybel

Una vez abrazó al Diego y le dijo que lo quería mucho. Fútbol, asado, cumbia y punk rock. Periodista e investigador. Trabajó en TeleSUR, HispanTV y AM750. Desde hace 8 años le pone cabeza y corazón a El Grito del Sur. Actualmente también labura en CELAG y aporta en campañas electorales en Latinoamérica.