«Somos una cooperativa trans en más de un sentido»

🏳️‍⚧️ En el Día del Cooperativismo y con la flamante ley de cupo laboral trans, El Grito del Sur habló con ALT, la primera cooperativa de soluciones web formada por no binaries, trans y travestis.

Solidaridad, horizontalidad, contención, retroalimentación, mutualismo: el universo de palabras que rodea el movimiento cooperativista encuentra muchos puntos en común con las redes del colectivo LGBTQI+. La reivindicación de la interdependencia, en el mejor sentido del término, y la defensa de la vulnerabilidad como trinchera son características propias de estas comunidades que, a partir de los lazos de supervivencia, lograron generar herramientas para hackear al (cis)tema laboral establecido en base a cuerpos, binarios, blancos, magros y sin discapacidad.

De resetear lo establecido y cambiar los códigos saben les integrantes de ALT, la primera cooperativa de desarrollo de soluciones web formada por personas no binaries, trans y travestis. ALT surge a partir de la experiencia de los talleres de capacitación realizados en el marco del programa TRANSISTEMAS. En marzo del año pasado, cuando las clases debieron suspenderse por la llegada de la pandemia y ante la demanda de especialistas que supuso el traslado a la virtualidad, el grupo de mentores decidió comenzar a organizarse como usina de trabajo.

Si bien no estaba planeado, la idea dinámica cooperativa resultó natural al plantear las bases de un proyecto plural y abierto. “Siempre estuvo la idea de trabajar de forma horizontal, de poder dividirnos tanto el dinero como las decisiones entre todes, que no haya jerarquías”, explica Josefina Lucía, presidenta de la organización. “Yo además veo un paralelismo entre el cooperativismo y el software libre que tiene que ver con la unión de muchas partes pequeñas que pueden darle pelea a inmensas corporaciones con todo el dinero a su disposición. Eso es lo hermoso de la tecnología, que el capital de conocimiento puede ser una fuente de poder para las personas que vienen de abajo”, agrega.

Entre sus servicios, ALT ofrece diseño y desarrollo web, consultorías, talleres de capacitación y un vivero comunitario digital para proyectos autofinanciados. En ese sentido, se diferencian de otras entidades comerciales por concebir el dinero no como fin sino como medio para lograr su objetivo: ayudar a una comunidad expulsada del mercado de trabajo formal y con una expectativa de vida de 35 años. «Creemos que hay más modelos de negocios que comprar algo a $1 y revenderlo a $2», afirman en su página web. «Estamos ontológicamente contrapuestes a la concepciones hegemónicas de género y de empresa, como personas y como entidad comercial respectivamente. Somos una cooperativa trans en más de un sentido». Frente al extractivismo empresarial, las subjetividades propias, las necesidades colectivas, la asamblea, el diálogo y la construcción conjunta generan cortocircuitos para hacer saltar la ética del capitalismo asalariado.

Luego de un año de trabajo y militancia, el último 18 de mayo ALT obtuvo su matrícula y CUIT del INAES. En el acto Alexandre Roig, máxima autoridad del Instituto, remarcó: “Lo que estamos haciendo hoy es un acto revolucionario en la búsqueda de igualdad de oportunidades laborales». Al hacerlo, ALT logró consagrarse como la primer cooperativa con un estatuto escrito en lenguaje no binario. “Sin dudas es disruptivo porque marca una diferencia en cómo se venía nombrando en el Estado. Sabemos que fue así porque generó mucha repercusión y lo anunciaron de manera contundente. Que el estatuto sea inclusivo nos parece una gran conquista y creemos que es el primero de muchos que van a venir. El cooperativismo es un sector de la economía muy abierto y progresista que está dispuesto a reformarse”, señala Josefina.

Josefina Lucía y Alexandre Roig en el INAES

Sobre la importancia de que la comunidad travesti trans tenga mayor presencia en la tecnología, la joven explica que “resulta fundamental no sólo entender y usar las aplicaciones que ya existen sino crear las nuestras. El 95% de las apps que vemos en Play Store o Apps Store están producidas y diseñadas por masculinidades cis. Si estamos todo el tiempo consumiendo el mundo a través de la tecnología y la mayoría de las tecnologías son creadas por varones cis, estamos accediendo al mundo a través de una mirada que no nos representa, que no conlleva las vivencias que atravesamos. Lo que necesitamos es poder ocupar un espacio soberano en la producción de medios donde podamos hablar por nosotres mismes de la forma que queramos y no dependamos de que a alguien se le ocurra hacer una aplicación o encarar un proyecto que podamos usar”. Para responder a estas demandas, la organización está diseñando una app para controlar la menstruación y los tratamientos hormonales que no esté basada únicamente en cuerpos de femineidades cis y la maternidad.

Según la Alianza Cooperativista Internacional (ACI), más del 12% de la población mundial es cooperativista: esto implica que hay tres millones de cooperativas que producen 2,14 billones de dólares anuales en el planeta. Con ese panorama y teniendo en cuenta los incentivos a privados y la exención de cargas impositivas que contempla la reciente norma de cupo laboral trans, el cooperativismo aparece como un sector de la economía con todas las potencialidades de expansión para mujeres y disidencias. “Yo creo que el cooperativismo es un sector con mucha apertura mental y va a formar sus planteles con una mayor cantidad de personas trans. Igualmente restan un montón de causas más. La mera sanción no sirve, la ley debe aplicarse y cumplirse y hay que estar atentes a qué va a pasar. Si bien el acceso al trabajo formal es una de las mayores causas de desigualdad quedan otras reivindicaciones, como por ejemplo que los registros del RENAPER siguen siendo binarios. Tenemos más luchas y vamos por todo”, finaliza Josefina.

Todos los primeros sábados de julio se celebra el Día del Cooperativismo. Este año, pandemia mediante y con el flamante cupo laboral trans, la efeméride se resignifica bajo el prisma de los derechos humanos y los transfeminismos. A la organización horizontal, los movimientos feministas suman el cuestionamiento a las definiciones de paga, jornada laboral y retribución, evidenciando el rol de las tareas de cuidados, las brechas salariales, la falta de oportunidades y la invisibilización sindical. Frente al trabajo en masculino y con mayúsculas, la potencia micropolítica de ambos movimientos une sus cauces en una única vertiente capaz de producir una fuga.

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El Grito del Sur es un medio popular de la Ciudad de Buenos Aires.
Fundado el 23 de septiembre de 2012 en el natalicio de Mariano Moreno.