La comida se encarece, la elección se complica

🍗 El rubro alimentos comanda el crecimiento inflacionario, impulsado por aumentos desmesurados en carnes y productos de almacén. Preocupación por la pérdida de poder adquisitivo a pocas semanas para las elecciones.

El precio de los alimentos de la canasta básica no para de subir y subir. En junio, el aumento en el rubro fue del 3,07 por ciento. Pese a las restricciones a la exportación, los acuerdos con productores y los programas de cortes populares lanzados por el Gobierno, las carnes subieron por encima del promedio, un 3,41 por ciento. Los productos de almacén, puntualmente, están desbordados: crecieron un 5,19 por ciento en 30 días. Sólo la papa trae buenas noticias: es el único ítem que baja y compensa el número final, con un retroceso en verdulerías de 3,45 puntos. El panorama, nada alentador, sobre todo a pocas semanas de las elecciones, surge del relevamiento que todos los meses realiza en comercios de cercanía de 20 distritos del conurbano el Instituto de Investigación Social, Económica y Política Ciudadana (ISEPCi), cercano a los movimientos sociales y parte de la coordinación ministerial “Argentina contra el Hambre”.

“El aumento en los productos de la canasta básica lleva un año de crecimiento constante, con la excepción de algunos productos puntuales, lo que genera un deterioro de los ingresos de los sectores populares e impacta en el índice de pobreza”, aseguró en diálogo con El Grito del Sur el director del ISEPCi, Isaac Rudnik. Durante los primeros seis meses del año, el aumento acumulado en el rubro es del 26 por ciento, y trepa al 53,61 respecto de junio del año pasado. Una inflación que no aguanta ningún bolsillo, sobre todo si los ingresos no acompañan.

“El Gobierno implementó un bono de 5 mil pesos para jubilados de la mínima, bonos para los planes sociales y adelantó a septiembre la actualización del salario mínimo. Pero eso sólo alcanza para empatar en septiembre la inflación en productos básicos. En el medio quedará un agujero negro en la economía familiar de los sectores populares, una pérdida concreta de poder adquisitivo, lo que si se suma a los aumentos generales de los precios de la economía configura un clima de malhumor social muy importante de cara a las elecciones, además de una mayor conflictividad social que se ve todos los días en la calle”, reflexionó Rudnik.

El rubro “carnes” encabeza largamente el ranking inflacionario: subió un 40,70 por ciento entre enero y junio y más del 80 por ciento en el último año. Respecto a este producto, caro a las mesas argentinas, el informe del ISEPCi señala que “claramente sigue siendo el motor de los incrementos” de la canasta básica y que, pese a los esfuerzos del Gobierno, ninguna de las medidas tomadas para morigerar el precio “ha dado resultados palpables en los mostradores de las carnicerías”. “Una de las consecuencias de ese problema, que venimos marcando en nuestros últimos informes, es el aumento de la malnutrición por obesidad en los más chicos, al calor del reemplazo de los nutrientes por productos ricos en grasa pero más baratos”, describió el investigador.

El ministro de Producción, Matías Kulfas, dijo la semana pasada que esperaba que “se consolide una tendencia de bajas en los precios al mostrador”. Pero el informe lo desmiente. “Los números de junio no están demostrando que esa aseveración se haga realidad. Es que los problemas estructurales no están solo en la cadena de producción; también se encuentran en las de comercialización, que desde hace décadas presentan un permanente proceso de concentración, que dificultan los intentos del Estado para intervenir con medidas que protejan el consumo básico de las familias”, explicita.

Mas allá del corto plazo electoral, Rudnik plantea el problema inflacionario como condicionante a la hora de pensar cómo bajar los índices de pobreza que padece el país. «Si no encontramos una solución dentro del modelo productivo actual para bajar la inflación galopante en la canasta básica, no vamos a poder bajar tan fácilmente el índice de pobreza actual, que alcanza entre el 42 y el 45 por ciento de la población, unos 20 puntos más de los que hubo hasta 2015, una tragedia. Entramos por decirlo así a una tercera década después del 2001 y hemos vuelto a retroceder. Aún si logramos estabilizar la economía, el mejor escenario es bajarla a un promedio de entre 35 y 30. Eso da cuenta de la caída», señaló.

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