De Lammens a Santoro: entre la mímesis y el antagonismo

📦 La elección del radical kirchnerista modifica el escenario opositor en CABA. De la asimilación al contraste, las estrategias del peronismo en un distrito adverso.

Los cierres de listas son momentos intensos. Cúspide de la rosca por antonomasia, detrás de la capacidad negociadora de cada uno de los espacios se expresan correlaciones de fuerzas y proyectos políticos. Días de operaciones, voluntades y presiones por ocupar un lugar expectante en el distrito propio. Pero la incidencia de las listas en la definición del voto es nula: nadie, absolutamente nadie, elige su boleta en el cuarto oscuro analizando la composición ordenada de sus representantes. Lo que pesa y fuerte es el liderazgo, la foto en la boleta, la cabeza de lista, que implica en sí misma una táctica política y una definición estratégica.

El Frente de Todos en la Ciudad de Buenos Aires -aunque podríamos hablar del peronismo o, 14 años después, simplemente de la oposición- arrastra un déficit estratégico. Desde que es autónoma, los porteños y las porteñas jamás han votado un Jefe de Gobierno peronista y desde hace una década y media eligen las diferentes versiones del proyecto de la derecha local. Frente al discurso exitoso de la eficiencia, la gestión y la cercanía, la principal oposición del distrito se ha debatido entre dos modelos a seguir para enfrentar a Macri, Larreta y sus secuaces: la mímesis o el antagonismo.

En 2019 Matías Lammens trajo una esperanza, como toda novedad. Un empresario deportivo exitoso, sin mayor pasado de militancia política y con un discurso moderado: un outsider autónomo de las estructuras partidarias, que buscaba aprovechar la traslación del descontento con Macri y Vidal y sacudir al delfín porteño. «Si vos querés Larreta también». Pero en un distrito adverso, la apuesta centrista sale mal. O por lo menos, no tan bien como los más optimistas se animaban a pregonar.

Detrás de aquella elección de Lammens como candidato subyace una hipótesis: para ganar al electorado de centro hay que moderar el discurso y «parecerse un poco a ellos». Atemperar las formas discursivas pero también bajar el tono de la confrontación, no antagonizar tanto y darle paso a los puntos de encuentro. El adversario político más cercano a «mi amigo que piensa distinto» que al otro que expresa una serie de valores antagónicos. La apuesta de Lammens fue el triunfo de un sector que, honestamente, considera que un peronismo racional puede convencer a los indecisos, los decepcionados o a los de la angosta pero permanente «avenida del medio».

Radical, cristinista y de Alberto. La elección de Santoro marca un quiebre profundo en la búsqueda de construir referentes de oposición. Locuaz, militante y verborrágico, el legislador cuervo -pese al manto de unidad que lo recubre- explica varias cosas. En principio, la apuesta del sector más cristinista por consolidar un liderazgo en la Ciudad. Lammens fue una decisión conjunta de la oposición porteña, pero cuajaba más en los búnker del PJ que en la militancia kirchnerista. Santoro es, en principio, la expresión de una correlación de fuerza: por más radical o albertista que se vista, la lista del Frente de Todos CABA es encabezada por un jugador de Cristina.

Pero más interesante aún, Santoro implica el fin de la apuesta por una oposición moderada y dialoguista. La llegada del dirigente de Lxs Irrompibles expresa la capacidad de marcar un antagonismo más claro, de consolidar un polo de acumulación propio y tirar por tierra la idea de la mímesis. Santoro no se parece a Vidal ni lo intenta. Con profunda carga política en sus intervenciones, de pasado militante y no carente de contradicciones, es un constructor de antagonismos, con todo lo que ello implica. Santoro no se para en los márgenes de la representación ajena por descontento, sino que debería expandir los límites del proyecto opositor en la Ciudad. Todo un giro discursivo. Del «podemos gestionar como ellos» al «podemos hacer las cosas diferente».

La elección de medio término abre un debate sobre el quehacer, los liderazgos, los centristas fanáticos y el modo de interpelar en un distrito adverso. Con el desafío de mejorar una magra elección como la de 2017, Leandro Santoro tendrá la posibilidad de construir una referencia propia y distinta a la de Lammens, que logre contrastar proyectos de ciudad con el macrismo y que enamore a propios y ajenos. Una deuda pendiente para salir de la mímesis y fortalecer la representación propia que, evidentemente, se construye por antagonismo.

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Yair Cybel

Una vez abrazó al Diego y le dijo que lo quería mucho. Fútbol, asado, cumbia y punk rock. Periodista e investigador. Trabajó en TeleSUR, HispanTV y AM750. Desde hace 8 años le pone cabeza y corazón a El Grito del Sur. Actualmente también labura en CELAG y aporta en campañas electorales en Latinoamérica.