Redistribución y nueva Constitución, las promesas con las que asume Pedro Castillo

🇵🇪 Con un Congreso de derecha y una sociedad fragmentada, el maestro rural asume la presidencia del Perú con el desafío de reformar la Constitución fujimorista.

Un mes y medio después de terminada la segunda vuelta, el Jurado Nacional de Elecciones de Perú reconoció el triunfo electoral de Pedro Castillo. El docente y sindicalista cajamarquino, que logró representar a los campesinos, las regiones más empobrecidas y las clases populares urbanas, ganó finalmente por 42 mil votos y asumirá el poder en un día más que simbólico: este 28 de julio, Perú celebra 200 años de independencia, conmemorando la gesta libertadora de José de San Martín y el Ejército de los Andes.

El reconocimiento del triunfo se dilató a causa de las maniobras de la derechista Keiko Fujimori, contendiente en el ballotage, que al verse derrotada denunció fraude, buscó impugnar las urnas donde mejor le fue a Castillo e interpuso recursos constitucionales para evitar la victoria del maestro. Si bien no le funcionó, logró instalar una campaña de odio con consignas anticomunistas y convocando a los sectores más radicalizados a la calle (que blandieron proclamas racistas y supremacistas y atacaron a militantes y periodistas). Finalmente Keiko finalmente reconoció su derrota, la tercera en los últimos tres ballotages.

Ahora Castillo deberá enfrentar un desafío mayúsculo: con un Congreso de mayoría derechista, una oposición radicalizada y un tejido social desmembrado por décadas de neoliberalismo, el profesor tendrá que avanzar en políticas redistributivas y sociales en el país con más porcentaje de muertos por COVID-19 en todo el mundo. Para ello tiene un norte claro: la reforma constitucional, que vendrá a tirar por tierra la carta magna fujimorista que rige desde el año 1993 y que ha garantizado crecimiento económico sin redistribución, donde los principales ganadores fueron los bancos y las mineras.

Son dos las vías que tiene Castillo para avanzar en su reforma de la Carta Magna: por un lado, el Congreso, de mayoría derechista y que durante la última gestión (compartida entre Pedro Pablo Kuczynski y Martín Vizcarra) se dedicó a trabar las iniciativas del gobierno. De hecho, durante los últimos cuatro años pasaron cuatro presidentes por el Ejecutivo peruano. Si bien Castillo ha ampliado su alianza legislativa, incluyendo a sectores liberales (Partido Morado) y de centro-izquierda (Acción Popular), los números palaciegos no le dan y si pretende modificar la arquitectura institucional del Perú deberá apelar a su principal activo: la movilización popular.

La otra posibilidad de cambio constitucional se da por medio de un referéndum constituyente: el proceso no es sencillo y requiere reunir el 10% de las firmas del padrón electoral (casi 2 millones y medio) para que se realice una consulta popular vinculante sobre el cambio de Constitución. En un escenario complejo -con la oposición de la clase política, el Congreso, el establishment económico y la clase acomodada limeña-, la convocatoria a las calles pareciera ser la única vía posible para que Castillo logre redactar una nueva carta magna.

Hacia delante se avizoran otros desafíos: el maestro deberá contener la compleja alianza propia (social y política) y avanzar sobre los sectores más concentrados de la economía. Además, entre sus desafíos destaca la difícil tarea de poner fin a la crisis institucional que dejó a los últimos seis presidentes peruanos en condición de presos, exiliados o procesados. Al escenario mencionado se le suma la tensa relación entre la figura de Castillo y los dirigentes de Perú Libre, el partido que prestó su aparato e ingeniería electoral para garantizar la llegada de la izquierda al palacio presidencial. Pero no todo es tan complejo: el extremismo en la estrategia de Fujimori abonó a la dispersión opositora, que quedó huérfana de un liderazgo claro y deberá reacomodarse para enfrentar al gobierno de Perú Libre.

Comienza un nuevo tiempo político en Perú y estará marcado por el complejo desafío de dejar atrás 30 años de neoliberalismo, en el plano económico, pero también en el tejido social. Reconstruir la organización popular, avanzar sobre la informalidad laboral, redistribuir la riqueza y, por supuesto, la necesaria reforma constitucional, son los principales desafíos que afronta el profesor a caballo que llegó a ser presidente con una consigna muy clara: «No más pobres en un país rico».

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Yair Cybel

Una vez abrazó al Diego y le dijo que lo quería mucho. Fútbol, asado, cumbia y punk rock. Periodista e investigador. Trabajó en TeleSUR, HispanTV y AM750. Desde hace 8 años le pone cabeza y corazón a El Grito del Sur. Actualmente también labura en CELAG y aporta en campañas electorales en Latinoamérica.