«Transformar el dolor en organización colectiva»

✊ Organizaciones sociales pintaron un mural bajo la Autopista 25 de Mayo, donde hace un año prendieron fuego y asesinaron a una mujer en situación de calle. Lanzaron además un observatorio para visibilizar la violencia que sufre ese sector de la población.

Hace exactamente un año, en esta misma pared, sobre la que ahora va tomando forma un mural colectivo a medida que se suceden las pinceladas, ardió durante horas una “ranchada” con sus pocas cosas –bolsas de ropa, frazadas, un colchón, cartones, un anafe– y también el cuerpo de una mujer. Se llamaba Verónica y nadie –ningún familiar, amigo o pareja– la reclamó; pero gracias a la solidaridad y la acción de un grupo de organizaciones sociales, su muerte está lejos de quedar impune y se logró, al menos, sensibilizar a un sector de la sociedad y de la política respecto a la violencia que se ejerce sobre las personas en situación de calle en la Ciudad de Buenos Aires. Con la idea de persistir en esa tarea, las organizaciones decidieron reemplazar la mancha del fuego que permaneció durante meses sobre esa misma pared, bajo la Autopista 25 de Mayo, en Constitución, con el dibujo de una figura femenina, en blanco y negro, y la leyenda “Acá vivió y murió Verónica, una mujer en situación de calle”. Y también denunciar que las muertes, los asesinatos y las violencias cotidianas continúan, por acción u omisión del gobierno porteño.

“Asesinaron a Vero, eso se llama femicidio. ¿Cuál es la diferencia con otras? Que esta compañera, además de ser mujer, estaba en situación de calle. ¿Qué implica esto? Que después de prenderla fuego y matarla, la dejaron donde estaba, tirada en la calle, ardiendo en la calle, suponiendo que nadie podría reconocer su cuerpo ni reclamar justicia. ¿Qué palabra usamos cuando te matan, nos matan, por ser mujeres, pobres, viejas, locas, discas, drogonas, en situación de calle? Es odio de clase, odio machista, desprecio del gobierno, burla de los poderosos”, reza el documento que firma la Asamblea Popular por los Derechos de las Personas en Situación de calle cuyas referentas –todas mujeres– leyeron una vez terminado el mural, a modo de cierre de un acto íntimo, entrada la tarde de ayer.

Fotos: Ale Bona @Alebonaph

El asesinato de Verónica –no se llama así: figura en la causa como NN, nunca se la pudo identificar por el estado de descomposición del cadáver, del que sólo se pudo extraer la información de que era una mujer– se produjo a una hora imprecisa entre la tarde y la noche del sábado 4 de julio del año pasado, en plena primera ola del Covid. La Fiscalía en lo Criminal y Correccional Nº52 de la Ciudad concluyó que el fuego fue intencional e identificó al presunto femicida, un varón de 39 años de apellido Sosa, detenido desde el 8 de septiembre pasado y a punto de ir a juicio. Las pistas para dar con él como responsable material abundan: hay al menos dos testimonios que lo ubican en esa ranchada aquel día a esa hora. Hay además un agravante posible de la pena, sumado a la condición de género, por el uso del fuego como arma, que da cuenta de un ensañamiento y una intencionalidad de generar terror a través del delito, de acuerdo a la jurisprudencia de femicidios similares cometidos anteriormente.

El incendio

Pese a que visitó la ranchada varias veces, Bárbara, voluntaria de la ONG Sopa de Letras, tiene que hacer un esfuerzo muy grande para recordarla. No llegó a hablar cara a cara con ella: la vio por primera vez después del 20 de marzo del año pasado, en plena cuarentena. No recuerda tampoco sus rasgos. “Iba y venía, a veces estaba, a veces no. En la ranchada había varias personas más, después quedó ella sola”, dice. Su experiencia recorriendo las calles noche y día asistiendo a personas en calle le dice que no murió en el incendio, que intuye que la mataron antes, aunque descree que eso se pueda esclarecer. Lo que más le duele, dice, es esa sensación de hacer todo lo posible por escuchar, por estar, por tender una mano, y que al final pase lo que pasa. “Es una impotencia muy grande, pero hay que seguir estando y remarcando la ausencia del gobierno y del Estado”, dice.

Fotos: Ale Bona @Alebonaph

Bárbara fue de las primeras en difundir la muerte de Verónica, que rápidamente llegó a los diarios y los noticieros. La primera denuncia fue hecha por un vecino que pasó a bordo de un coche y vio las llamas, todavía prendidas. Militantes de Sopa de Letras hacían un recorrido por la zona y se acercaron más tarde. Preguntaron en las “ranchadas” cercanas y todo el mundo, que estaba asustado, nombró a Verónica. La primera reacción de Bárbara fue hacer llamados a la red de solidaridad que la Asamblea viene tejiendo hace años y que permite difundir y denunciar lo más rápido posible este tipo de violencias, que de otra forma quedarían en el olvido más atroz.

Adrián, voluntario de otra organización, llegó a ver la cortina de humo que se asomaba por la Avenida San Juan, y se acercó a la ranchada. “El fuego llegaba casi hasta los cables del tendido de la calle”, dice. En el lugar, ya entrada la noche, se había desplegado el operativo de la Comisaría 1C. Él fue quien sacó la foto del incendio, que se viralizó. “Muchas veces hay compañeros en calle que ya no están en la ranchada y uno se entera que después, por distintos motivos, fallecieron. Pero esto no lo había visto nunca, fue muy doloroso”, dice.

Un observatorio de las violencias

La coordinación entre las organizaciones que hoy conforman la Asamblea comenzó a nacer a mediados de 2019, a partir de que una ranchada de varones en Mataderos, cerca de la General Paz, fue rociada de combustible y prendida fuego desde un auto. El responsable del ataque filmó todo, subió el video a las redes y se dio a la fuga. Desde entonces la red de contactos para denunciar las violencias empezó a tomar forma de organización y empezaron los actos y las actividades para visibilizarlas. Al punto que esa información, recolectada a lo largo de estos meses, ya tomó la forma de un “Observatorio de las violencias contra las personas en situación de calle”, con el objetivo de relevar y sistematizar los ataques –y las muertes– para que los organismos públicos y el gobierno porteño actúen.

“El observatorio surge de la necesidad de contar con un registro propio, no sólo desde lo catártico, sino al servicio de la denuncia y la visibilización de los ataques que sufren las personas en situación de calle, desde lo más cotidiano como la desatención en salud hasta la violencia física, que no sólo surge del fascismo aislado, sino que también es violencia institucional. Lo vemos en los operativos conjuntos del Ministerio de Espacio Público porteño, que previo al censo oficial del gobierno porteño desalojó a las patadas varias ranchadas”, explica Jorgelina Di Iorio, referente de la Asamblea e investigadora del Conicet. “Se trata de transformar ese dolor que nos generan muertes como la de Verónica en organización colectiva”, agrega.

Fotos: Ale Bona @Alebonaph

En el registro ya constan algunos hechos de violencia institucional, filmados por vecinos, en abril y mayo de este año. También se lleva la cuenta de personas muertas en los últimos 18 meses, más de una decena: desde un doble femicidio en el lapso de 48 horas en Palermo el año pasado hasta dos fallecimientos a la intemperie este año. La idea es ampliarlo, coordinar con Secretaría de Derechos Humanos de la Nación y realizar campañas de concientización sobre la problemática.

“Responsabilizamos al Gobierno de la Ciudad de Buenos Aires también por cada una de estas muertes, que son consecuencia del abandono, la desidia y la falta de políticas públicas. Un Gobierno de la Ciudad que subestima la problemática de personas en situación de calle y consolida discursos discriminantes y odiantes contra les pobres”, cierra el texto que se leyó ayer. “Contra todo desánimo, esta Asamblea va a seguir con la denuncia y la lucha, de todo delito de odio y violencias que se cometan contra nuestras compañeras, compañeros y compañeres en situación de calle, que son violencias individuales y colectivas, institucionales y gubernamentales”.

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Matias Ferrari

Periodista, comunicador y militante social. Trabajó en Página/12 y colaboró en la investigación del libro "Macristocracia" publicado por Editorial Planeta.