Una ciudad buena para todes

🧒🏻 En 1991, el pedagogo italiano Francesco Tonucci creó "La Ciudad de los Niños" en su Fano natal y sus ideas plasmadas en un libro llegaron a la Argentina. ¿Por qué sirven hoy para pensar la ciudad post-pandemia?

“Los ciudadanos sufren los males de la ciudad, pero parece que no quieren, por lo menos de manera explícita, que la ciudad cambie”. Así inicia el pedagogo italiano Francesco Tonucci su libro La Ciudad de los Niños. La pandemia puso en foco la discusión sobre en qué ciudad se quiere vivir, la privatización de los espacios públicos -como sucede con el predio de Costa Salguero- y la falta de espacios verdes: la Ciudad de Buenos Aires apenas tiene un promedio de 5,13 metros cuadrados por habitante, cuando la Organización Mundial de la Salud (OMS) recomienda entre 10 y 15. ¿Y por qué viene a cuento Tonucci? Porque el pedagogo asegura que “una ciudad que es buena para niños y niñas, es buena para todos”.

Las ciudades, pensadas desde concepciones adultocéntricas, no tienen en cuenta a las infancias salvo para habitar las escuelas y sectores de parques, pero Tonucci pone a les niñes en el centro, como sujetos políticos a quienes se debe consultar qué quieren, dónde y cómo deben vivir. La propuesta del pedagogo italiano atravesó las fronteras y hoy casi 200 ciudades componen la Red Internacional de la Ciudad de los Niños y Buenos Aires es una de ellas (a pesar de que a veces no se note).

“Tenemos que entender que la mayoría de las ciudades que habitamos están pensadas para el hombre trabajador y que es necesario poner en vista al resto de la comunidad”, opina en diálogo con El Grito del Sur Rosella Carnicella, integrante de Arquitectura-Prácticas Colectivas (APC), la colectiva feminista que conformó junto a sus colegas Camila Carmona, Florencia Daverio y Silvina Franceschin. Para las arquitectas, es necesario tener en cuenta las necesidades de toda la comunidad y de qué forma se habitan los espacios para determinar “cómo deben ser las ciudades”.

Entre los cambios arquitectónicos, proyectos y acciones que menciona Carnicella para que las personas vivan mejor están: favorecer el crecimiento de espacios verdes, garantizar una movilidad segura, hacer que los espacios públicos sean accesibles y fomentar el uso del transporte público, entre otros. 

“Una de las primeras críticas que hace Tonucci a la ciudad moderna es la presencia del automóvil, cómo se volvió protagonista de la planificación de la ciudad y cómo afectó la seguridad de los niños de poder circular libremente -explica la arquitecta-. No se busca que el auto desaparezca, pero sí impulsar el uso del transporte público y de la bicicleta a través de una mejora en las infraestructuras”. 

En muchas de las ciudades donde se implementaron las propuestas de Tonucci, se ha interrumpido el tránsito en algunas calles durante los fines de semana para que las infancias puedan adueñarse de ellas y convertirlas en un espacio de juego y socialización. 

Esta semana, la provincia de Buenos Aires lanzó el programa «Decisión Niñez» para financiar con 350 mil pesos proyectos que busquen mejorar la comunidad y los barrios de todo el territorio bonaerense, mientras que a fines del mes pasado el Concejo Deliberante de El Bolsón votó por unanimidad realizar una jornada para las infancias que se diseñará a partir de la propuesta de Tonucci.

A través de los años, otras ciudades han hecho lo propio y creado iniciativas enmarcadas en el pensamiento del pedagogo italiano. La Municipalidad de Rosario, por ejemplo, cuenta con el Tríptico de la Infancia, que está compuesto por La Granja de la Infancia, El Jardín de los Niños y La Isla de los Inventos (esta última cerrada por la pandemia) también son espacios pensados para las infancias para perdurar en el tiempo.

Pero la Ciudad de los Niños no solo se trata de una propuesta arquitectónica, sino de involucrar a les niñes en las tomas de decisiones en los espacios que habitan, de concebirlos como sujetos políticos.

En las elecciones legislativas de 1997, durante el período en el que Fernando De La Rúa fue jefe de Gobierno porteño, se organizó en conjunto con Unicef la Primera Consulta para Chicos y Chicas de la Ciudad de Buenos Aires. “La experiencia tuvo que ver con provocar un hecho y una discusión de algo que ahora está naturalizado, que son los derechos del niño”, explica a este medio Gustavo Gamallo, quien integraba el equipo de asesores de Rafael Kohanoff, ministro de Desarrollo Social de la Ciudad de Buenos Aires durante la administración de De La Rúa.

La consulta se realizó el mismo día que las elecciones de medio término, con casi una urna por escuela, un centro de cómputos especial y la colaboración de todos los partidos políticos y organizaciones sociales. “La boleta tenía tres preguntas: qué derecho es el que menos se respeta en la Ciudad, dónde sentís que se respetan menos tus derechos y de qué manera te gustaría hacer conocer tu opinión”, recuerda Gamallo.

La consulta, agrega, se hizo apenas tres años después de que la Convención Constituyente argentina incluyera en la Carta Magna la Convención sobre los Derechos del Niño. “La iniciativa buscaba que se incorpore esto de consultarles a los más chicos sobre las cosas que los involucran, pero también se trataba de plantear una apertura hacia un paradigma de derechos que en esa época era algo que solo manejaba un sector especializado. Hoy casi todos los niños saben que tienen derechos y cuáles son, se enseña en las escuelas”, apunta Gamallo.

Carnicella señala, por su parte, que hoy “hay muchas iniciativas, talleres que promueven la participación de los niños en contextos públicos que no estén solo ligados a los espacios de recreación, pero son casos aislados, puntuales, que no son parte de un proyecto unitario”. Y, además, opina que el pensamiento de Tonucci puede relacionarse con el urbanismo feminista.

“Porque plantea lo mismo: incrementar estos espacios donde se da una vida colectiva -fundamenta-. Le da prioridad a las personas, favorece las cercanías, como la teoría de ‘Ciudades en 15 minutos’, y habla de cómo la organización de la vida de los niños afecta la de quienes están a su cuidado, mayoritariamente las mujeres. El cuidado se refleja también en la forma de planificar las ciudades y espacios y que un niño pueda ser más autónomo y estar seguro al momento de transitar la ciudad, esto impacta (positivamente) en la vida de sus cuidadores, que son mayoritariamente mujeres”.

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Ludmila Ferrer

Periodista y Licenciada en Comunicación Social (UBA). Escribe también en Página/12 y sigue más podcasts de los que puede escuchar.