Messi, los Juegos Olímpicos y las andanzas migrantes en el deporte

🥇 La presencia de migrantes en los equipos nacionales, clubes y Juegos Olímpicos es a menudo objeto de discriminación, racismo y xenofobia a través del lenguaje, los medios y las redes sociales. ¿Qué consecuencias trae su participación en competiciones internacionales?

En 2018, el ex director general de la Organización Internacional de la Migración, William Lacy Swing, se preguntó a través del portal editorial de esta ONG: “¿Por qué son migrantes tantos de los grandes futbolistas del mundo? ¿O las estrellas de baloncesto? ¿O una creciente proporción de jugadores en los clubes de las Grandes Ligas?” Hoy en día, con la fuerza representativa que tuvieron los migrantes así como los refugiados en los Juegos Olímpicos de Tokio, se refuerzan estas preguntas ¿Cuál es la verdadera causa de la presencia de tantos migrantes o refugiados en las competiciones internacionales?

El deporte, entre la geopolítica y las problemáticas sociales a nivel global 

Propagandas políticas, influencias de modelos y marketing turístico son usos que hacen muchos países a las grandes competiciones deportivas, lo cual borra su carácter lúdico, artístico y humanístico para dar lugar a un gran feriado comercial internacional o a un campo de batalla literal de los potenciales políticos o económicos. De acuerdo con Mutirao Río (2016), mucha gente “(…) considera la realización de los megaeventos deportivos como un gasto sobrevaluado, no prioritario y que alimenta la corrupción y ganancias de empresas transnacionales. Con un fuerte legado social muy vinculado a impactos nefastos que afectan a la población más desfavorecida, a corto y mediano plazo”.

La mayoría no considera a Leonel Messi como un migrante debido sus grandes aportes al club Barcelona, pero revisando la definición dispuesta por las Naciones Unidas de esta palabra, el mejor jugador de fútbol en el mundo también es un migrante porque es “alguien que ha residido en un país extranjero durante más de un año independientemente de las causas de su traslado, voluntario o involuntario, o de los medios utilizados, legales u otros”. 

Por otro lado, el deporte se queda atrapado muchas veces en la trampa del nacionalismo, el cual igualmente “es fruto del capitalismo que, más allá de él, dio origen a otra ideología de origen burguesa, el liberalismo” (Luiz Carlos Bresser-Pereira). Esto causa muchos impactos sobre cómo los nacionales tratan a los migrantes deportistas. Sus presencias en los equipos nacionales, clubes y los Juegos Olímpicos es a menudo objeto de discriminación, racismo y xenofobia a través del lenguaje, los medios y las redes sociales. 

En la década de 1990 en Italia por ejemplo, los términos “soeces” se referían a los jugadores sudamericanos. Sin embargo, eran los mejores jugadores del mundo. A poco de iniciarse el Mundial de Fútbol 2006 en Alemania, un agrupamiento de ultraderecha autodenominado Schutzbund Deutschland difundió stickers que decían «No, Chita, no eres alemán sino un mono» en contra del futbolista Gerald Asamoah, de origen ghanés. En 2012, durante un partido entre Barcelona y Real Madrid, los españoles trataban de «subnormal, subnormal» en una canción con el objetivo de denigrar al astro latinoamericano Leonel Messi, haciendo referencia a la enfermedad hormonal del crecimiento que tuvo cuando era niño y preadolescente. En el mismo año, un periódico británico que se llama Daily Mail popularizó la palabra “Plastic Brits (británicos de plástico)” tratando así a los 61 migrantes que integraron el equipo de Gran Bretaña durante los Juegos Olímpicos de Londres de ese año. 

Por otra parte, en los Juegos Olímpicos de Tokio de 2021 muchos migrantes (o hijos de) llevaron nuevas medallas para sus nuevos países a pesar de las afectaciones de su salud mental producto de la xenofobia y del racismo. Es el caso del equipo estadounidense, por ejemplo, que se llevó este año 134 medallas. Hubo en el USA Team al menos 34 migrantes, entre ellos siete (7) asiáticos; sin embargo, al menos dos de estos últimos dicen que experimentaron episodios de intolerancia mientras se preparaban para competir en los Juegos Olímpicos, mientras que otros se han enfrentado a agresiones relacionadas con el odio contra los asiáticos. 

En cambio, los migrantes que llegaron más recientemente a Estados Unidos por situaciones humanitarias, enfrentaron muchas presiones o amenazas por querer representar a sus países de origen en los JJ.OO. «Recién el lunes me confirmaron que podía viajar a Japón. Arriesgué no poder volver a entrar a Estados Unidos por representar a Guatemala aquí», dijo Luis Grijalva, atleta nativo del país centroamericano que ha sido invadido por Estados Unidos en 1954. 

Otra cuestión muy preocupante, más allá del simbolismo positivo que puede representar, es el aumento de los refugiados en los JJ.OO. Un/a refugiado/a es una “persona que se encuentra fuera de su país de origen por temor a la persecución, al conflicto, la violencia generalizada, u otras circunstancias que hayan perturbado gravemente el orden público y, en consecuencia, requieren protección internacional”, según las Naciones Unidas.

Si bien el Comité Olímpico Internacional (COI) permitió por segunda vez a aquellas atletas que no podían competir en representación a sus países de origen debido a sus condiciones de refugio integrar el Equipo Olímpico de Atletas Refugiados (EOR) bajo una bandera blanca, hay que prestar atención al aumento de la cifra de estos deportistas refugiados. En solo 5 años casi se triplicó (pasó de 10 a 29 atletas refugiados). Aunque puede parecer poca cantidad, esto refleja la situación global de las personas desplazadas de sus países por situaciones forzadas. Según las estadísticas de Naciones Unidas, la cantidad de refugiados durante estos últimos 5 años pasó de 22,5 millones a 26,4 millones. Hay que anotar que, por primera vez, hubo presencia de un latinoamericano en esta categoría, el boxeador Eldric Sella, quien salió forzadamente de Venezuela para refugiarse en Trinidad y Tobago debido a la inseguridad, pobreza y violencia producto del bloqueo económico y la injerencia en los asuntos internos del país suramericano por parte de Estados Unidos y sus aliados. 

En definitiva, es cierto que los Juegos Olímpicos son un espacio de oportunidad y de talentos donde todos los nacionales o los migrantes pueden representar a sus países de origen o sus segundos países, al igual que los refugiados pueden representar a los 86 millones de desplazados forzosamente a través del mundo. Por lo tanto, no debe solo ser caricaturizado como el símbolo de la diversidad y de la inclusión. Hay que profundizar las reflexiones sobre este aumento exponencial de los migrantes y refugiados a través de este mega evento deportivo, ya que es la consecuencia de una realidad política y global muchas veces ocultada por los mismos productores.

La presencia de los refugiados y migrantes en estos grandes acontecimientos deportivos puede y debe también ser un mensaje para “ que el mundo sea más consciente de esta crisis”, tal como señaló Thomas Bach, el actual presidente del Comité Olímpico Internacional (COI).

Compartí

Comentarios