En el inicio de una nueva semana de clases con plena presencialidad, desde la comunidad educativa del Liceo 9 «Santiago Derqui» realizaron ayer una conferencia de prensa en la puerta de la escuela, ubicada en Conesa 1855. «Como ya sabemos, el contexto actual de la educación pública en la Ciudad de Buenos Aires es realmente preocupante, tanto hablando de la situación presupuestaria como de la respuesta por parte de las autoridades del gobierno de CABA frente a la pandemia», empieza el comunicado que fue leído por representantes del Centro de Estudiantes y del colectivo de familias de la escuela. Si bien esta medida se enmarca dentro del plan de lucha que vienen desarrollando desde hace semanas el conjunto de estudiantes, docentes y familias de la Ciudad, la comunidad del Liceo 9 intenta visibilizar la imposibilidad de llevar adelante la práctica de enseñanza y aprendizaje en un marco de cuidados y seguridad.
«El Liceo 9 es una institución pequeña, pero al mismo tiempo con una matrícula muy grande, por lo que en este contexto pandémico resulta imposible mantener la distancia, cuando contamos con entre 25 y 30 alumnos dentro de aulas que además no están acondicionadas para dicha situación, ya que no cuentan con ventilación cruzada ni medidores de dióxido de carbono, incumpliendo de esta forma el protocolo de COVID-19, pero por sobre todo resultando un riesgo para los alumnos, autoridades, personal docente y no-docente», describe el comunicado.
La semana pasada culminó el plan gradual que estableció el Gobierno de la Ciudad para el retorno pleno a la presencialidad, con la incorporación del nivel inicial en esta última etapa. Los números hablan por sí solos: en cinco días de presencialidad total en todos los niveles, desde la UTE registraron mil burbujas aisladas, lo que equivale a 1500 docentes y 15 mil estudiantes en situación de aislamiento. En este sentido, desde hace al menos cuatro semanas, la comunidad educativa porteña viene reclamando a la ministra Soledad Acuña la compra de medidores de dióxido de carbono para todas las escuelas, de tal forma que se pueda calcular la cantidad exacta de estudiantes que pueden concurrir a cada salón de clases, de acuerdo a las condiciones de cada uno de éstos.
«En CABA todavía no se abrió la inscripción a la vacunación para menores, así que estamos viniendo sin estar vacunades y la mayoría de les profesores están viniendo con una sola dosis, no con las dos que le garantizan la plena inmunización», señaló Lucía Moreno, estudiante de la escuela y secretaria de Acción Social del Centro de Estudiantes del Liceo 9, en diálogo con El Grito del Sur. La preocupación se expande por toda la comunidad educativa y, a diferencia de años anteriores en los que les estudiantes encabezaban sus propias batallas, durante la pandemia se reforzó la unidad entre docentes, estudiantes y familias en pos del cuidado de la salud y la vida. En este sentido, Gerardo Cedrola, padre de una de las estudiantes de la escuela, contó: «A nosotres nos costó mucho tiempo armar un grupo de familias medianamente sólido y este año pudimos empezar a coordinar con les estudiantes». «Hay que unificar el reclamo y dirigirlo a las autoridades porteñas de manera colectiva», agregó.
Desde el Liceo 9 vienen realizando cartelazos, momento en que el nivel secundario inició con el esquema de presencialidad plena. Pero realizaron también movilizaciones a la supervisión, elevaron actas al Ministerio de Educación de la Ciudad, solicitaron reuniones con la ministra Acuña y, junto con la Coordinadora de Estudiantes de Base (CEB), vienen planificando diversas medidas. Frente a la falta de respuestas del Ejecutivo porteño, les estudiantes redoblan la puesta y se mantienen en constante estado de alerta y movilización para poder asistir a clases sin que esto implique la exposición de docentes, familias y estudiantes al virus. «No tenemos por qué elegir entre el derecho a la salud y la educación, ambos son derechos básicos que nos deberían ser garantizados de igual manera», planteó Moreno.
En un contexto particularmente delicado para muchas de las escuelas porteñas, que no se encuentran en condiciones edilicias aptas para aplicar la presencialidad plena respetando los protocolos de cuidado, la comunidad educativa se sigue organizando en defensa de sus derechos y le hace frente todos los días desde las aulas extremando los cuidados: apertura de ventanas y puertas de las aulas, uso de barbijo de principio a fin de la jornada escolar, lavado de manos fluido, uso de alcohol en gel y el mayor distanciamiento posible, dentro de las condiciones que cada espacio áulico permite. «No hay mucho que podamos hacer por nuestra cuenta sin un gobierno que nos apoye y nos ampare ante este tipo de situaciones», concluyó la estudiante.
