El domingo pasado, los talibán tomaron Kabul, consolidando así su regreso al poder en Afganistán tras la invasión de Estados Unidos en 2001. A tono con el cambio de gobierno, en los medios occidentales se instaló la preocupación por lo que sucederá con las mujeres afganas, ya que las políticas que el grupo armado integrista sostuvo mientras gobernaba violaban los derechos humanos de mujeres, lesbianas, travestis, trans y no binaries. “Hay que tener en cuenta que muchas de las cuestiones que se difunden en los medios como prescriptivas del Corán o el islam son aplicaciones contextuales de quienes lo interpretan o lo usan estratégicamente para legitimar prácticas de opresión contra mujeres, cuerpos feminizados, disidencias sexuales o minorías”, señaló a El Grito del Sur la antropóloga e integrante del Instituto de Investigaciones de Estudios de Género, Mayra Valcarcel.
Carolina Bracco, politóloga especializada en culturas árabe y hebrea, remarcó que, a pesar de que los talibán todavía no emitieron ningún decreto, ya hay “manifestaciones feministas de mujeres que están resistiendo y se anticipan a medidas que no quieren que vuelvan a instalarse”.
“Si nos basamos en la anterior legislación (que rigió entre 1996 y 2001), se tomaron una serie de medidas que tenían que ver con la reestructuración de derechos a las mujeres, con su participación en el espacio público, con su acceso a la educación y al trabajo, con la imposibilidad de moverse sin tener un varón de su familia que la acompañe. En relación a la experiencia pasada, el panorama no es alentador, pero hay que ver qué cara quiere mostrar ahora el talibán hacia afuera”, dijo la politóloga a Futurock.

Bracco sostuvo que desde occidente “se suele pensar a las mujeres afganas como oprimidas, cuando hay movimientos de mujeres, feministas, que han estado resistiendo no solamente al régimen talibán sino también a la ocupación extranjera soviética y de Estados Unidos y sus aliados en los últimos 20 años, que ha sido muy opresiva y discriminatoria con las mujeres y las diversidades”.
En diálogo con este medio, Valcarcel afirmó que “se suele ver a las mujeres afganas como sumisas que hay que ir a salvar. Y terminan sufriendo la violación a sus derechos por las fuerzas que supuestamente iban a salvarlas». «Me parece que se olvidan de la propia historia de lucha que tienen las mujeres de Afganistán”, opinó la investigadora.
Una historia feminista
Valcarcel resaltó la importancia que tienen las mujeres en la historia del islam. “Ha habido gobernantas mujeres, eruditas, mujeres que son consideradas santas o vinculadas con órdenes o cofradías sufíes. El Corán tiene historias dedicadas a las mujeres y la importancia que han tenido en la expansión del islam. La primera esposa del profeta (Mahoma), Khadija, era comerciante y fue quien financió al marido”, contó.
A mediados del siglo XVIII, la primera ola feminista -vinculada con el sufragismo y las luchas anticolonialistas- también llegó a Afganistán, pero Valcarcel señaló que “no se adoptó el feminismo extranjero, a pesar de que las mujeres que participaban políticamente del movimiento eran de clase alta y hablaban la lengua de la administración colonial, sino que se leyeron estos textos en relación al contexto propio”.

A partir de la década del ‘70, continuó la antropóloga, “hubo en los países de mayoría islámica una reintroducción de la sharía” o ley islámica. “Es lo que la mayoría de los musulmanes entiende como lo que se revela en el Corán para que los y las musulmanas puedan vivir mejor, pero la forma de entender esto varía según las escuelas de jurisprudencia. En muchos países, la reintroducción de la sharía implicó la criminalización de las mujeres y las minorías”, explicó.
En un contexto marcado por la crisis del petróleo, el Consenso de Washington y la progresiva caída de la Unión Soviética es que nació en 1977 la Asociación Revolucionaria de Mujeres de Afganistán (RAWA, según sus siglas en inglés).

“En los ‘90 se intensifica un movimiento que se llama feminismo islámico, que lo que trata de hacer es una aproximación feminista hacia las fuentes religiosas. Ahí donde se reintrodujo la ley islámica, las mujeres se ven obligadas a decir que el texto no dice eso y usan fuentes religiosas (el Corán y la Sunna del Profeta) para defender los derechos de las mujeres. Al mismo tiempo, hay mujeres que adscriben a un feminismo secular”, relató Valcarcel.
“A veces tenemos muy naturalizado que la única forma del feminismo, del empoderamiento femenino, es rechazar la religión, olvidándonos de que ha habido convergencias seculares y religiosas también en sociedades europeas y de América Latina -opinó la antropóloga-. Hay mujeres que han dejado su adscripción religiosa en segundo plano y otras que intentan articular ambas esferas”.
En Europa o Estados Unidos, agregó, las luchas son distintas por el contexto en el que están y se centran en cuestiones como la islamofobia. En España, por ejemplo, la escritora Sirin Adlbi Sibai aseguró que “el feminismo hegemónico ha estado imponiendo una serie de discursos, ha ido dirigido hacia un sujeto determinado, que son las mujeres blancas, occidentales, burguesas” y que “el islam es igualitario”.

La mujer en el Corán
Respecto a la vestimenta, Valcarcel señaló que la palabra “hiyab” aparece en distintos contextos en el Corán, el cual “es muy polisémico”. “Hay algún fragmento que indica que las mujeres deben cubrirse ‘lo que debe ser cubierto’ y que los hombres ‘bajarán la mirada’. Esto no es textual, pero habilita distintas interpretaciones según cada escuela de jurisprudencia -explicó la antropóloga-. Una es que no estén desnudas por la calle; para otros se trata de un código de comportamiento para hombres y mujeres que no tiene que ver con la vestimenta; otros dicen que el hiyab se usa al momento de rezar o en el espacio público cuando no están los familiares; y también quienes interpretan que se debe cubrir el cuerpo, las manos y los pies. Esa es la diversidad que despliega y habilita lecturas más progresistas o más restrictivas”.
En algunos países, la interpretación de los textos sagrados permite la interrupción voluntaria del embarazo. “El Corán tiene una ley donde describe el desarrollo del embrión y amparándose en este versículo hay escuelas de jurisprudencia que determinan en qué momento se le insufla el alma al cuerpo”, afirmó. Además, el Corán “tiene versículos que no son lenguaje inclusivo, pero sí distingue a ‘los y las creyentes’”.
Para Valcarcel, existe en occidente una “visión monolítica sobre el islam” como intrínsecamente represivo que “hay que deconstruir”, pero “sin caer en la romantización de que el islam es maravilloso y unos pocos descarriados encaran todo mal”. “Ninguna religión es homogénea y mucho menos el islam. Todas las religiones tienen componentes patriarcales y misóginos”, remarcó. «Lo importante es estar atentes a ver qué sucede y escuchar las voces de las mujeres, lesbianas, travestis, trans y no binaries de Afganistán y acompañarles».