Tarará, el documental que une Chernóbil con Cuba

🤕👨‍⚕️ Uno de los films destacados de la octava semana del Cine Documental Argentino, del director Ernesto Fontán, puede verse hasta el 31 de agosto en la plataforma Vivamos Cultura.

Hay una historia que une a Cuba con Ucrania y es la que cuenta el magnífico documental Tarará (2021). El país latinoamericano recibió a 26.000 niñes ucranianes para brindarles un tratamiento médico integral luego del accidente de la central nuclear de Chernóbil en 1986. A Cuba llegaron a partir de 1990, a través de un programa humanitario puesto en marcha por Fidel Castro y que buscó salvarle la vida a pacientes que contaban con diagnósticos irreversibles producto de la radiación.

Tarará es el nombre de una pequeña localidad costera a 27 kilómetros de la Habana. Allí vacacionaba la pequeña y mediana burguesía cubana antes de la revolución de 1959, pero a partir de entonces, el poblado de tan solo 11 km2 y 520 casas, se reconvirtió para distintos usos: residencia para estudiantes becados, sede del Campamento de los Pioneros José Martí (desde donde se lanzaron campañas de alfabetización de la población) y sanatorio para pacientes víctimas de Chernóbil. En Tarará también tuvo una casa Ernesto “Che” Guevara, en donde se reunía con Fidel y Raúl Castro a discutir la dirección que debía tomar la Revolución. El Programa Humanitario Chernóbil se extendió desde 1990 hasta 2011.

El documental de Fontan muestra que en esa localidad, los y las niñas que llegaban de Ucrania no solo recibían atención y tratamiento específicamente médico sino que también (y como parte del mismo plan integral) se desarrollaban actividades culturales, recreativas y de educación, que incluían excursiones a la playa y el mar. En Tarará también se abrió una escuela especial para les chiques ucranianes, en donde se mezclaban enfermeras con docentes, traductoras y familiares.

Hasta allí llegaron Alexandr y Vladimir, dos de las víctimas de Chernóbil que rehicieron sus vidas en la isla y se quedaron a vivir en Cuba. Pero Tarará no solo es la historia de ellos: es, además, la de los médicos y médicas cubanas, profesionales de la Revolución formados bajo el lema de José Martí, “Patria es Humanidad”. El documental es una historia dentro de la gran historia de Cuba, con imágenes y grabaciones de archivo de Fidel Castro y fragmentos de algunos de sus discursos más recordados. El contexto es el de la caída de la URSS y el comienzo del llamado “período especial”, marcado por la desaparición del campo socialista, la pérdida de un 85% del comercio cubano y la profundización del bloqueo por parte de Estados Unidos.

“¿Cuántos necesitan atención médica?” pregunta Fidel, a lo que le responden “100.000”. Luego de un silencio en el que parece desorbitado, el presidente de Cuba responde “¿100.000?” y enseguida, pensativo, dice: “nosotros podemos hacer aquí algún esfuerzo”. El 29 de marzo de 1990 llega entonces desde Kiev el primer vuelo con niños y niñas víctimas de Chernóbil y, a lo largo de los años, esos vuelos comenzarían a llegar cada dos meses: les pacientes dados de alta volvían a su país y desde allí llegaban nuevos niños y niñas con enfermedades producidas por la radiación. El documental muestra el primer arribo, el recibimiento por parte de Fidel y les niñes cubanos, el tratamiento que reciben en Tarará y la integración con el resto de la sociedad.  

Vladimir Rudenko tenía 16 años cuando ocurrió la explosión de Chernóbil. Recuerda que estaba en la escuela y los maestros le hablaban del desastre, pero no se imaginaban de la gravedad del evento ni de las secuelas que dejaría. “Me empecé a sentir débil, no podía caminar mucho, no podía subir las escaleras, me di cuenta [que estaba enfermo] cuando escupí sangre, un día por la mañana”. Los médicos de Ucrania le dijeron al padre de Vladimir: “usted no debe preocuparse porque el niño no va a sobrevivir”. Buscaron ayuda primero con Estados Unidos y después con Suiza, pero ninguno de los dos países les dio respuestas afirmativas, entonces apareció el programa de Cuba que se encargaría de tratar su leucemia.

Alexandr Savchenko tenía dos años cuando estalló el reactor de la central nuclear. A los cuatro años comenzó a tener problemas en el cuerpo y tiempo después le diagnosticaron un tumor maligno en la hipofísis. Alexandr llegó junto a su mamá, Lidia Savchenko, que comenzó a impartir clases para les chiques ucranianes. Al igual que Vladrimir, Alexandr se quedó a vivir en Cuba, estudió medicina, se especializó en estomatología y en la actualidad trabaja en una compañía de turismo de salud. Él mismo recibe ahora a pacientes de Rusia y Ucrania que desean combinar la medicina con el descanso y el relajamiento.

El documental se completa con entrevistas a Atilio Borón, Silvio Rodriguez, Roberto Fernández Retamar, Ignacio Ramonet, Aleida Guevara (la hija del “Che”) y Mario Santucho, entre otras personalidades que repasan las figuras de Fidel Castro, Ernesto Guevara, los años noventa en Cuba (cuando Fidel advierte: “nos quedamos solos”), y el rol de médicos y médicas alrededor del mundo.

Mención aparte merecen las fotografías de Gabriel Díaz, fotógrafo argentino que registró a los pacientes entre 1995 y 1997 y cuyas imágenes en blanco y negro acompañan todo el documental, mostrando bien de cerca el tratamiento de las víctimas.

“La cosa más espectacular que hay en Cuba es la infancia”, dice Aleida, remarcando la integración entre les niñes cubanos y les ucranianos. Tarará es la historia de Chernóbil en Cuba, pero sobre todo la de las y los médicos humanitarios que sobreponen la voluntad al contexto.

Tarará puede verse hasta el 31 de agosto en la plataforma Vivamos Cultura

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