Game over para Guaidó: diálogo y elecciones en Venezuela

🇻🇪 Con la participación electoral de la oposición en las próximas elecciones del 21 de noviembre, finaliza el periplo del "autoproclamado" presidente y su apuesta destituyente.

Vuelven el diálogo político y las elecciones a Venezuela. Luego de tres años de una infructuosa lucha destituyente, que incluyó el nombramiento de un «presidente interino», una ardua presión internacional, el boicot electoral en tres citas y un asedio económico con bloqueo financiero incluido, la oposición venezolana vuelve a la mesa de diálogo con el rabo entre las piernas. Esta semana continuaron en México las conversaciones entre el chavismo y los sectores opositores en Venezuela, comenzadas en el mes de agosto. El dato de mayor relevancia es que este martes, el expresidente de la Asamblea Nacional, Henry Ramos Allup, anunció que los principales partidos opositores se presentarán unidos a las multielecciones del 21 de noviembre en donde se elegirán gobernadores y alcaldes.

El objetivo del gobierno de Nicolás Maduro es claro: una vez derrotada la estrategia insurreccional del sector más radicalizado de la derecha, busca construir las condiciones para que la oposición se presente a elecciones y pueda relegitimar los procesos institucionales en Venezuela. Para eso cambió las autoridades del Tribunal Superior Electoral, liberó a dirigentes políticos detenidos por amenazar la democracia y envió nueve representantes a México con el objetivo de tender puentes con sus adversarios. Entre las exigencias de Maduro hay un tema central: el levantamiento del bloqueo económico que impide al país operar normalmente en el mercado financiero internacional y que ha confiscado gran parte de sus reservas internacionales, entre ellas mil millones de dólares en oro depositados en el Banco de Inglaterra.

«Es el momento de recuperar todos los recursos que han sido robados a Venezuela en ese juego político irresponsable, sin olvido, pero con perdón», sentenció el presidente Maduro respecto a las negociaciones. Al frente de la delegación oficialista está Jorge Rodríguez, uno de los hombres fuertes del madurismo. Rodríguez, actual presidente de la Asamblea Nacional, definió como «un logro» que la oposición aceptara sentarse a dialogar con el gobierno bolivariano.

Por parte de la oposición, en la mesa de diálogo participaron los representantes del llamado G4: el ex candidato presidencial Henrique Capriles (Primero Justicia), el diputado Tomás Guanipa, Gerardo Blyde, Carlos Vecchio así como el ex diputado Stalin González. Llamó la atención la ausencia del autoproclamado presidente Juan Guaidó, así como la de otros sectores minoritarios. «El diálogo es entre el gobierno y una de las oposiciones, no la oposición. Aparte del G4, está la oposición representada en la AN (Alianza Democrática) y está la oposición extremista-abstencionista (representada en María Corina Machado y otros) que no están en la mesa de México», explicó en diálogo con El Grito del Sur Enrique Ochoa Antich, ex diputado y opositor moderado.

«Pareciera como si el objetivo del G4 fuese no tanto derrotar al gobierno sino confirmar su hegemonía en el campo opositor. No le será difícil: desde que Chávez dividió al país en dos (ricos-pobres, oposición-gobierno, derecha-izquierda, los que están contra mí y los que están conmigo), la base social y electoral de la oposición es la clase media y su liderazgo es de clase media alta. Liderazgos plebeyos como el de Henry Falcón o Claudio Fermín, no serán aceptados por esa base social y electoral», señaló Ochoa Antich, quien expresa el descrédito de buena parte de la sociedad venezolana que no apoya al gobierno pero que tampoco se ve representada en la oposición.

Sin embargo, los diálogos avanzan. Al levantamiento de las sanciones económicas y la realización de elecciones limpias, se suma el reclamo de la oposición por el ingreso de ayuda humanitaria y la liberación de dirigentes opositores detenidos. Además, desde el gobierno bolivariano se exige el «reconocimiento pleno» de la Asamblea Nacional y los diversos poderes del país, así como el «respeto al Estado Constitucional de Derecho».

“Pido un aplauso para ellos. Felicitaciones por la decisión que han tomado”, declaró Maduro luego de conocer que la oposición se presentará a la cita electoral. «En cualquier caso, es un proceso positivo que tenemos muchos años reclamando», agregó Ochoa Antich. «Lamentablemente tardío: resolver participar a dos meses de las elecciones, luego de haber inoculado al electorado opositor con la peste abstencionista y hacerlo con varias candidaturas, hará más complicada una victoria de la oposición. Así, el gobierno podrá ganar aún siendo minoría, como Maduro ganó con sólo 30 por ciento en 2018 y el PSUV con sólo 26 por ciento en 2020».

El investigador Franco Bielma marcó algunas conclusiones interesantes en su análisis para el Instituto Samuel Robinson y destacó el reconocimiento mutuo como piedra angular del diálogo: «Los actores se reconocen como gobierno de Venezuela y Plataforma Unitaria y este memorándum firmado da por sepultado la idea de gobierno interino». Bielma señaló que el diálogo es una derrota de la estrategia de Guaidó en sus principales reclamos: el cese de la usurpación y el gobierno de transición. En un escenario dinámico, los planteos del autoproclamado presidente quedaron por fuera de la mesa y expresan el fracaso de la agenda destituyente. Y el investigador agregó un dato crucial: «El documento firmado en México establece que nada está acordado hasta que todo esté acordado», lo que brinda un manto de incertidumbre para los acuerdos parciales. Sin embargo, las recientes declaraciones de representantes del oficialismo y la oposición auguran un futuro próspero y de entendimiento entre ambas partes.

Pero en la mesa falta un actor de peso: el gobierno de Estados Unidos, interlocutor de la oposición venezolana en toda su estrategia de poder. La asunción de Joe Biden, la salida de Donald Trump y el cambio en la política exterior también explican el nuevo diálogo. A la agonía del grupo de Lima, sin Trump y con un Bolsonaro debilitado, la estrategia destituyente condenó a Guaidó y Leopoldo López al aislamiento interno y a la pérdida de apoyo social de numerosos sectores. Sumado a esto, la pandemia evidenció que, pese a la presión y el reconocimiento internacional, el Ministerio de Salud imaginario de Juan Guaidó no tuvo ninguna política pública y Maduro, por su parte, volvió a demostrar quién controla los resortes del Estado.

Ahora, la oposición abandonó el camino de la subversión iniciado en 2017 y vuelve a la mesa de diálogo. Todas las miradas están puestas en lo que pasará en los próximos meses para que el pueblo venezolano recupere la capacidad de definir sus diferencias en el terreno democrático.

Compartí

Comentarios

Yair Cybel

Una vez abrazó al Diego y le dijo que lo quería mucho. Fútbol, asado, cumbia y punk rock. Periodista e investigador. Trabajó en TeleSUR, HispanTV y AM750. Desde hace 8 años le pone cabeza y corazón a El Grito del Sur. Actualmente también labura en CELAG y aporta en campañas electorales en Latinoamérica.