«El festival es una caja de resonancia de aquello que va vibrando»

📹 Entre el 26 de octubre y el 3 de noviembre se llevará a cabo el 12° Festival de Cine Migrante con charlas, proyecciones al aire libre y encuentros con directorxs, a las que se suma la programación online.

Spit on the Broom, de Madeleine Hunt-Ehrlich

Desde el año 2010, la Ciudad de Buenos Aires cuenta con su propio Festival de Cine Migrante. Este evento, que en su doceava edición tendrá un formato híbrido entre lo presencial y lo virtual, busca generar un acercamiento transversal a la temática migratoria, evitando estereotipos y clichés. Entre el 26 de octubre y el 3 de noviembre, la programación del festival se propone hurgar en los archivos de la historia para denotar los trazos de opacidad, evidenciando las formas en que la colonialidad persiste hasta nuestra época.

Con tres sedes en CABA y una en San Isidro, Cine Migrante contará con charlas, proyecciones al aire libre y encuentros con directorxs, a las que se suma la programación online. A la sección principal bautizada “La opacidad del archivo”, se le suman cuatro focos, entre los que se destacan “La región más transparente”, que reúne cinco films del colectivo mexicano Los Ingrávidos y “Panorama Rabioso” donde el grupo RABIA, formado por estudiantes y graduadxs de la carrera de Diseño de Imagen y Sonido (FADU-UBA), seleccionará películas dirigidas por cineastas jóvenes. 

Antes de su apertura, El Grito del Sur habló con Florencia Mazzadi, licenciada en Historia, directora general y artística del festival sobre el desafío de representar la migración sin cristalizarla en un mundo post-pandémico de fronteras reforzadas. 

¿Cómo surgió el festival de Cine Migrante?

El festival de Cine Migrante surgió en 2010 para ampliar un proceso que se venía dando en torno al acceso de derechos de les migrantes en la Argentina. La primera edición se dio junto con la sanción de la ley migratoria, que establece que migrar es un derecho humano. Con diferentes formatos, el festival viene a evidenciar que las identidades nacionales son construcciones sociales arbitrarias totalmente atravesadas por determinaciones históricas. No solo no podés elegir el lugar donde nacés, sino tampoco las condiciones de ese lugar geográfico. Si naciste en los países que fueron colonia, seguramente consideres la migración como una estrategia de supervivencia. En ese sentido, no queremos hablar de Argentina desde una identidad nacional blanca sino, al contrario, buscamos entender lo migratorio con los trazos de colonialidad que persisten.

Juste un Mouvement, de Vincent Meessen

¿Cómo realizaron la curaduría?

A lo largo de este tiempo, el festival ha enriquecido su mirada curatorial. Hace doce años pensamos cómo representar lo migratorio desde un lugar potente y no solamente enunciativo. ¿Cuántas películas más necesitamos mostrar para entender que el mar mediterráneo es una fosa común? ¿Es realmente que no vemos o hay algo de eso que no nos genera dolor? No tiene que ver con la empatía, me refiero a que la configuración del otro se viene gestando desde un inicio con el capitalismo y el colonialismo. Es lo mismo que dice César González en torno al “fetichismo de la marginalidad”: no podemos seguir produciendo ni mostrando imágenes del migrante como la otredad porque entonces sin duda vamos a ocupar un espacio pero ese espacio es de subalternidad. No se trata de habitar este mundo en igualdad de condiciones, se trata de habitar otro mundo y tenemos derecho a decidir cómo va a ser. 

La sección principal se llama “Fabulación de archivo”. ¿Por qué?

Fabulación de archivo tiene que ver con la idea de romper la noción tradicional de archivo y reivindicar el concepto de toma. Buscamos retratar de qué manera ingresan a la historia aquellos que para los demás no tienen raíces, fuentes ni registros. La idea de fabulación de archivo se liga con la ciencia ficción, cómo nos entrometernos para reconfigurar las cosas a nuestro favor. Al fin y al cabo, la percepción también es una construcción compartida.

Es interesante esto que decis porque se plantea la cuestión de si sirve ocupar el mainstream o si es mejor conservarse en los márgenes…

Yo creo que queremos ocupar. Es un momento muy interesante para pensarlo porque a Occidente se le “escapó la tortuga”, por decirlo de alguna manera. Quienes habitamos el sur global sabemos desde siempre que las cosas pueden derrumbarse, pero ahora eso llegó al norte. Desde el mismo centro del mundo están viendo cómo la ciencia, el dominio de los territorios, el control de la alimentación tiene un límite muy finito y la vida pende de un hilo. El tema no es si habitar o no el centro, porque claramente el centro está mirando hacia otro lado. En ese sentido la cinematografía del festival todo el tiempo está corrida, busca salirse de la cámara, del oculocentrismo. La cámara objetiviza, coloca enfrente a un otro que es observado y muchas veces es observado para dominarlo. El desafío es cómo dislocar la función de esa cámara, rayarla, salir de la imagen como el centro de la representación. 

Dislocation Blues, de Sky Hopynka

¿Por eso la búsqueda del archivo?

La intención es buscar otro tipo de archivo, un archivo que permita dar cuenta de ese tiempo espiralado, de rastros y vestigios. La idea de que lo que está en el pasado agujerea el tiempo y siempre está evocando. Intentamos colocar todas esas capas en el hoy para entender quiénes persisten y quiénes no en los archivos oficiales. El archivo para Occidente es el espacio donde se conserva el saber: por ejemplo, para los españoles en la Conquista el único archivo eran las crónicas y las personas que habitaban este territorio no tenían fuentes. Sin embargo, prohibían los espacios de encuentro en donde se sucedían las narraciones transmitidas de generación en generación. Ahí hay un conocimiento, ahí se narra el mundo de una manera. Para nosotros, el archivo solo es recuperable como tal para oradarlo.

¿Cómo repercutió la pandemia en las migraciones?

La pandemia hizo que las fronteras se hicieran visibles para quienes no estaban atravesadas por ellas. Las fronteras sanitarias se convirtieron en una excusa para reafirmar las identidades nacionales y enfatizar en la necesidad de un cierre de fronteras. Esto hizo que la mayoría de los migraciones regulares sean doble o triplemente revisadas, pero también reforzó las políticas migratorias restrictivas de países como Estados Unidos o la Unión Europea. El coronavirus nos dejó un mundo mucho más desigual, pero eso no significa que los tránsitos migratorios no están sucediendo. 

¿Qué repercusiones crees que tiene el festival más allá de su duración?

Cine Migrante piensa y construye colectivamente, por eso en estos años ha abierto un montón de cosas vinculadas a racialidades. El festival es una caja de resonancia de aquello que va vibrando, tiene la capacidad de conformar sentidos colectivos que luego van derivando en múltiples acciones que siguen sucediendo. 

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Dalia Cybel

Historiadora del arte y periodista feminista. Fanática de los libros y la siesta. En Instagram es @orquidiarios