«Cuando desaparece la política de los clubes, los privatizadores encuentran lugar para su discurso»

⚽️ Entre amor, pasión y violencia, vuelve el público al mayor ritual popular argentino: el fútbol. Ariel Scher opinó sobre fútbol, política y pandemia.

Este fin de semana, el público vuelve al espectáculo popular más grande de la Argentina: el fútbol. Atravesado por la pasión, el amor y la violencia, con la persistencia de muchos de los problemas que acarreaba desde antes de la pandemia y mirando hacia un futuro (tal vez) con visitantes, El Grito del Sur se comunicó con el periodista Ariel Scher para analizar qué impacto tiene el retorno de las hinchadas a uno de los mayores ritos populares del país.

¿Qué implica el regreso a las canchas después de un año y medio en un espectáculo como el fútbol que tiene características de ritual popular?

Yo creo, y no uso el verbo creo al azar, sino porque es un campo que no pude verificar empíricamente un poco porque no ocurrió y otro poco porque no tengo un estudio anticipatorio, que como todo regreso de un ritual implica afirmación de identidades, de pertenencias, de lo que en ciertos contextos llamamos naturalizaciones. Cuando un ritual o una práctica social es interrumpida abruptamente por variables que no son deseadas colectivamente ni el resultado de una lucha colectiva, sino una interrupción por un fenómeno que no sólo te quitó la posibilidad de ir a la cancha, sino que te quitó más cosas y te agregó otras espantosas, se convierte en una vuelta con una cantidad de singularidades. Es la recuperación de algo en el marco de un tiempo de cosas perdidas y suspendidas.

Se empieza a repensar también la vuelta de los visitantes. ¿Qué implicó en el fútbol argentino la pérdida de las hinchadas visitantes en una práctica donde parte de su mística se construía en un ida y vuelta entre hinchadas?

Yo metería una instancia intermedia: hay que tener cuidado con la idealización del regreso de lo que sea. Cuando empezó la pandemia había gente que hablaba de «cuando volvamos», pero a qué normalidad vamos a volver. Porque cuando perdés algo está la idealización del tiempo anterior a la pérdida. El fútbol vuelve con todos los agujeros que estaban antes de la pandemia. La pandemia añadió otra dificultad de magnitud extraordinaria, pero el regreso no pone al fútbol en una condición en la que todo fue reparado. Vuelve un fútbol que tiene los mismos y quizá más problemas que los que la pandemia dejó fuera de la vista. Y ahora sí, la situación de que los visitantes o de que alguien que quiera ver un partido no lo pueda ver pervive porque las autoridades del sistema deportivo o del Estado o la propia sociedad no generaron condiciones para que eso fuera posible. Ahí hay una cosa rota: el regreso evidencia más eso que no está resuelto. Las naturalizaciones, el paisaje que se nos había habitualizado era sin visitantes. Y el regreso evidencia lo que habíamos dejado de percibir tan evidentemente, algunos problemas graves que teníamos antes.

Retomando la idea de no romantizar el regreso, hay un elemento que sigue latente que es la violencia y se vio con los enfrentamientos de la barra de Independiente o el allanamiento de la cancha de Newell’s. ¿Qué pasa con la persistencia de las barras en el fútbol?

La Argentina no resolvió durante la pandemia ninguna de las cuestiones que atraviesan el futbol. Lo que llamamos «la violencia en el fútbol» tiene actores diversos, los que aparecen más en superficie son las barras, pero yo diría que el fútbol en Argentina está atravesado por violencias múltiples: económicas, culturales y físicas. Y las barras aparecen como un actor más diluido por el orden que se había establecido en la pandemia. Con la vuelta, todos queremos recuperar el espacio perdido y las barras también juegan ese papel. Después habrá que estudiar qué pasa en cada club, con cada barra, qué avales tienen, qué disputas hay, cuánto gravita estar a un año de un campeonato mundial (con lo que eso funciona como negocio y que se expresa con las barras). No está claro todavía qué cosa nueva tiene esta aparición tan evidente de las barras, por ejemplo, de Independiente. Porque es un fenómeno adormecido o distraido durante la pandemia. Lo que me parece que denuncia es de qué se discute, de qué se habla y qué lógicas culturales atraviesan la mirada de lo que es el futbol y lo que son los clubes ahora en Argentina. Y qué no se discute, sobre todo. Hubo bastante tiempo para poder poner en discusión todas esas cosas que no están tan ordenadas para poder volver. El fenómeno de las barras es un fenómeno de «me asocio y me hago el distraido» bastante desarrollado en el fútbol argentino.

Con la vuelta del fútbol van a poder regresar aquellas personas que son socias, lo que implica haber podido pagar la cuota durante un año y medio. ¿Creés que se profundiza una cierta elitización en el acceso a la cancha? ¿Van a poder ir quienes tuvieron la posibilidad de pagar en vano la cuota durante este año y medio y quedarán afuera los sectores populares?

Hay una corrección en la pregunta. Pagar en vano supone que el club es un prestador de servicios que te tiene que dar cosas y que con la pandemia no podía. Un club no es eso, es un lugar al que vos pertenecés, una organización que le da sentido a la vida, que es con otros y otras. Pero hay ciertas cosas que no están en discusión: hay una lógica instalada de que «el club te tiene que dar cosas», como se ha instalado «el Gobierno te tiene que dar cosas». Hay un escenario por el cual las instituciones son prestadoras de servicios que te tienen que resolver cosas a vos que sos un ciudadano. Yo no comparto esa idea. Justamente uno de los problemas que tienen los clubes es una baja movilización, que no quiere decir que participes de una agrupación en los comicios, no estoy hablando de partidización. Estoy hablando de discusiones que no están porque la pandemia nos prohibió estar en los clubes. Pero cuando no hay pandemia hay ciertas ideas de qué es un club que tienen que ver con administrar el fútbol profesional y brindar el mejor servicio en ese terreno, desde tener el mejor 7 hasta tener el baño más limpio. Un achicamiento de la relación con el club. Por eso los privatizadores encuentran lugares para que cale su discurso. Porque aparece el atenuamiento de la vida participativa en el club, de la política.

Reformulo entonces la pregunta en relación a la privatización…

Es un ciclo en el que hay una tensión. Porque en la vida quien no puede pagar algo es privado de ese algo. Y eso es una injusticia, que la posibilidad de acceso a una cosa se defina por poder pagarla. ¿Por qué no estaría esa injusticia impregnando al fútbol? Porque los clubes han sido un espacio donde esto ha sido intentado de subsanar a través de la historia por la experiencia de los propios clubes, lugares donde lo colectivo intenta amparar lo que a veces no amparan otras zonas de la vida. Una de las cosas que algunos clubes han discutido, pero que la sociedad deportiva argentina no discutió, es cómo hacer para que no pierdan su lazo con los clubes quienes no han podido sostener la cuota. Ahí hay un gran tema, pero también tiene matices. Quien no puede sostener el lazo con el club, ¿lo hace porque su economía individual se enmarca en una economía general que se fue degradando o privilegia otra cosa porque piensa que el club me tiene que dar un servicio? Eso es una tensión que está poco discutida.

En este marco, ¿considerás que hay margen para que se reabra la discusión de las Sociedades Anónimas tal como han avanzado en Brasil?

Si los clubes son lugares de baja politización, la cultura de «será privado pero me dan mejores servicios o traen mejores jugadores» tiene posibilidades de reinstalarse. La lógica de mercado, por definición, va por todo lo que constituye mercado y el fútbol está en el centro de la industria del espectáculo, que está en el centro de la economía de mercado en esta época. Van a insistir con viejos y nuevos recursos y habrá que ver si quienes no conciben eso de este modo encuentran caminos de resistencia. Hoy, el campeonato de fútbol argentino tiene un nivel competitivo inferior a otros campeonatos donde circula más dinero. Un poco porque la economía de otras partes tiene más dinero, un poco por la cotización de la moneda y la posibilidad de tomar jugadores del máximo nivel. Y otro porque está legitimado hacer cualquier tipo de negocio en nombre del fútbol en esos lugares. El PSG contra el Manchester City no son un equipo francés contra uno inglés, son dos trasnacionales de orígenes a veces reconocibles y a veces no, con la comodidad legislativa que permite que les entren los mejores jugadores. Vos vas a jugar contra esos tipos y vas a perder. Perder frustra y frustra más si no tenés claro por qué perdés. Ahí hay una cuña peligrosa para esta maravilla política y cultural que tiene históricamente la Argentina, que son los clubes como entidades de pertenencia social.

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Yair Cybel

Una vez abrazó al Diego y le dijo que lo quería mucho. Fútbol, asado, cumbia y punk rock. Periodista e investigador. Trabajó en TeleSUR, HispanTV y AM750. Desde hace 8 años le pone cabeza y corazón a El Grito del Sur. Actualmente también labura en CELAG y aporta en campañas electorales en Latinoamérica.