Asociaciones se manifiestan en repudio al ajuste que afecta a los discapacitados. Buenos Aires, 7 de noviembre de 2018. Andrés Wittib

La discapacidad en los medios: entre la invisibilidad y la pena

🧑‍🦽 Verónica Gonzalez, periodista e integrante de la Red por los Derechos de las Personas con Discapacidad (REDI), reflexiona acerca de la cristalización que generan las coberturas mediáticas inadecuadas.

Las personas con discapacidad hemos sido históricamente estigmatizadas como pobres víctimas de nuestras circunstancias. Para los medios de comunicación solemos quedar cristalizades como incapaces de tomar decisiones, trabajar al mismo nivel que quienes no tienen discapacidad, de disfrutar de nuestra sexualidad y un largo etcétera que completaría la cantidad de caracteres asignados generosamente por la editora.

Este abordaje suele darse en el marco de historias tristes, que conmueven, con música de fondo, con un enfoque individualista. El pobre discapacitado que para circular se construye su rampa, la niña violada, etc. Esta mirada muchas veces se extiende a las familias, centrándose los abordajes periodísticos en la tragedia de esas madres que sufren el “infortunio” de tener hijes con discapacidad.

Pero, ¿qué produce el desgaste en las familias? ¿Es la discapacidad o el permanente reclamo por el reconocimiento de los derechos a la educación, a las terapias, medicación, etc.? ¿No será por la ineficiencia de ciertos mecanismos administrativos que mantienen un alto nivel de burocracia? El enfoque basado en la pena, ¿resulta útil para alguien? ¿para las personas con discapacidad? ¿para los y las periodistas? ¿para las empresas periodísticas?

La discapacidad es una construcción social, como lo es el género. Hubo personas con discapacidad en todos los lugares y en todos los tiempos, pero la valoración que se dio a la misma fue modificándose a lo largo de la historia. Según la Convención sobre los Derechos de las Personas con Discapacidad, la persona con discapacidad es aquella que tiene un déficit intelectual, mental, físico o sensorial a largo plazo que, debido a las barreras, no puede participar en igualdad de condiciones con las demás personas en la sociedad. En ese sentido, la sociedad cobra un papel decisivo en la discapacidad. Si no hay barreras, la discapacidad se reduce al mínimo.

La mala noticia es que las barreras persisten y las hay físicas, comunicacionales y actitudinales. Estas últimas son las más difíciles de remover y las que construyen los abordajes mediáticos mencionados anteriormente. Si mostramos a una joven con discapacidad como un objeto de asistencia, a un niño con discapacidad como un fenómeno excepcional por el cual las escuelas deben hacer cambios edilicios costosísimos, si ponemos musiquita emotiva de fondo, si siguen hablando los profesionales o familiares por nosotros, el estigma y la inequidad se profundizan.

La clave es pensar que las personas con discapacidad somos personas. Personas con derechos, con obligaciones, con mucho para decir. En algunos casos necesitamos apoyos o medidas de accesibilidad, pero implementar esas medidas es un deber del Estado y también de los medios de comunicación. No es una cuestión de caridad, es un deber establecido en el artículo 8 de la Convención, en la Ley de Accesibilidad web 26.653 y en la Ley de Servicios de Comunicación Audiovisual. También es un imperativo ético, no estamos todos si no estamos también las personas con discapacidad.

No es suficiente con abordar estos temas porque un mal abordaje puede ocasionar mucho daño; de hecho son los mitos sociales los que provocan, entre otras cosas, que el 80% de las personas con discapacidad no cuenten con un empleo. Es necesario focalizar en cómo se requiere que se aborden las cuestiones sobre discapacidad. Desarmar el lenguaje, no adjetivar de manera estática.

Es habitual encontrar en las notas periodísticas eufemismos como “capacidades diferentes” o suele utilizarse la discapacidad como antítesis de normalidad. ¿Pero qué es la normalidad? Tampoco es necesario retratar a la persona con discapacidad como alguien que sufre o padece. Cada persona vive su discapacidad como puede, de acuerdo a las posibilidades de desarrollo que tuvo en su vida, a su entorno y no constituye rol de les periodistas emitir juicio de valor.

Por último, es necesario que se considere a las personas y organizaciones de personas con discapacidad como posibles fuentes de información, no sólo sobre discapacidad, sino sobre cualquier otra temática. Hay arquitectes con discapacidad que no sólo se dedican a cuestiones de accesibilidad, economistas, médicos y médicas, psicólogues, etc. Hay personas con discapacidad que trabajan en distintos ámbitos y en los medios de comunicación no les vemos. Si en muchas ocasiones para elles desarrollar sus trabajos requiere un plus más de esfuerzo, no es por su discapacidad sino por las barreras que tienen, porque sus opiniones no son consideradas legítimas, porque se les considera, se nos considera, menos personas.

Hasta tanto se revierta esto, la palabra inclusión nos seguirá sonando carente de sentido. Es por eso que necesitamos que los medios de comunicación, que tanto inciden en las concepciones, consideren a las personas con discapacidad como parte de la diversidad humana. Tal como reza la Convención, “nada sobre nosotros/as sin nosotros/as”. 

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Veronica Gonzalez

Verónica Gonzalez es periodista especializada en género, discapacidad y derechos humanos. Trabaja en el noticiero de la TV Pública y por su labor obtuvo los Premios Lola Mora 2012, Isalud 2013 y Mario Bonino 2014.
Integra la Red de Periodistas con Visión de Género en Argentina y la Red por los Derechos de las Personas con Discapacidad (REDI).