La vuelta de Animal Urbano, un héroe contrarrepresivo

📰 La editorial Comic.Ar decidió reunir por primera vez todas las historias del mutante Animal Urbano, publicadas durante 27 años en revistas, fanzines y portales web.

En 1993, el entonces presidente Carlos Saúl Menem firmó el llamado Pacto Fiscal II. El plan buscaba disminuir la inversión pública como parte de las políticas neoliberales que se tomaron por aquellos años y significó un nuevo avance sobre la ya golpeada situación de los sectores populares en toda la Argentina. Al panorama económico, se sumaron las casi setenta empresas de gestión pública privatizadas o concesionadas y un incremento de la violencia institucional con la “maldita Policía” bonaerense a la cabeza. Tres años antes, el Gobierno había perdonado a los principales responsables de la represión durante la última dictadura cívico militar.

En agosto del ’93, mientras el menemismo hundía al país, de lo profundo del Riachuelo emergía uno de los máximos personajes de la historieta de los noventa: Animal Urbano. Un héroe para los desposeídos, un justicialista mutante nacido de nuestros propios desechos acumulados en el límite entre la Ciudad y el sur de la Provincia de Buenos Aires. Con el paso de los números, se iría definiendo al personaje. Animal Urbano es producto de la mutación generada por la contaminación del río sobre el cuerpo de Juan Aníbal García, un obrero portuario secuestrado, torturado y desaparecido por los militares en los setenta.

Para Guillermo Grillo, su guionista, y Edu Molina, su dibujante, no existen dudas sobre el carácter heroico del personaje. En una de sus primeras historias, rescata a una chica de ser abusada sexualmente por policías de la Bonaerense. Como explica Grillo, “esa es la situación clásica de Animal Urbano”. Pero, a diferencia del hombre murciélago o del último hijo de Krypton, este mutante nunca gana, lo que para el guionista es el segundo elemento que identifica al personaje. “Adhiere a un montón de convenciones clásicas de los superhéroes, como el personaje traumado o el origen trágico, pero a la argentina”, agrega Molina. Aunque el héroe logra salvar la vida de estos personajes secundarios, su condición mutante lo encuentra al final siempre envuelto en su soledad y su desdicha.

Animal Urbano es hijo de su época, sus historias están atravesadas por la desigualdad y la violencia de mediados de los noventa. Sus hazañas, situadas en una Avellaneda que no se nombra, pueden caracterizarse como parte del “grotesco realista”, ese concepto creado por Mijaíl Bajtín que engloba prácticas en las que se invierten los símbolos, pensamientos e imágenes cruciales de la cultura oficial. Los indefensos en estas viñetas son salvados de policías corruptos, son rescatados antes de ensanchar las listas de víctimas de gatillo fácil en manos de las fuerzas de seguridad. El justiciero, saltando entre los techos de chapa y vestido solo con un trapo desgarrado que se asemeja a una capa, se enfrenta con quienes debieran representar a la justicia.

Para Guillermo Grillo, en esos años la represión y la dictadura habían dejado de ocupar las primeras planas de los principales diarios y noticieros nacionales. Al mismo tiempo, el indulto a los responsables significaba un acto de profunda violencia hacia las demandas de memoria, verdad y justicia. “Animal Urbano fue una reacción a todo eso, fue responder a esas posturas que nos preocupaban”, cuenta el escritor y director de cine. “Al no ser periodismo de investigación, combinábamos cuestiones sociales con recursos estéticos y artísticos de la historieta”, agrega. A la narrativa comprometida de Grillo, Edu Molina sumó elementos gráficos y texturas influenciadas por los cómics de superhéroes y por la obra del dibujante uruguayo Alberto Breccia. “La derrota que vivía Animal Urbano era la sensación que yo tenía durante la fiesta menemista”, recuerda Molina.

Juntos, armaron un personaje que mata a piñas a sus enemigos. “Fue algo visceral, hasta inocente, porque creamos un tipo musculoso y monstruoso que se convirtió en un camino catártico ante lo que pasaba alrededor nuestro”, explica Edu Molina. Aunque las experiencias de Madres y Abuelas de Plaza de Mayo e H.I.J.O.S. habían sembrado el camino de la no violencia y la búsqueda de justicia en oposición a la venganza, la impunidad hacía crecer el deseo de respuesta directa en los artistas. En el número 3, la historieta toma como eje la desaparición de Miguel Bru, el estudiante de periodismo secuestrado y torturado en La Plata. “Deseaba que un tipo mugriento, de la villa -que para el poder era lo sucio y lo espantoso- los haga mierda”, recuerda Edu. “Estas tragedias vividas por los personajes, que vienen de la violencia policial o de la delincuencia, eran respondidas por Animal Urbano con más violencia. Porque eso es lo que generaban estas situaciones”, agrega Guillermo Grillo.

Los libros integrales reeditados por Comic.Ar permiten mostrar la evolución del personaje a lo largo de los años, además de remarcar su vigencia. “Cuando el kirchnerismo metió presos a todos los represores, cuando Videla se murió sentado en el inodoro, dije: Animal Urbano ya fue, ¡qué bien!”, cuenta Edu Molina. Pero el avance de las derechas en la región, la continuidad de la represión en tiempos democráticos, el gatillo fácil y otras situaciones muestran su triste actualidad. “Lo hubiera dibujado en un rastrojero al borde de la ruta, con un poncho mapuche, buscando a los culpables de la muerte de Santiago Maldonado”, admite. “Si su origen tuvo que ver con el momento particular de su época, esta relectura tiene que ver con el momento particular de ahora”, agrega Edu.

Hasta los noventa, en la mayoría de los casos los superhéroes y lo social eran como agua y aceite. Animal Urbano se consolidó como un aliado, desde la ficción, de los movimientos que durante esos años veían crecer su desprotección, que eran testigos de cómo el grueso de la sociedad decidía mirar para otro lado. Pese a las pequeñas victorias, en historias como “Golpe de Estado” o “Motín” se dejaba en claro que la maquinaria represiva y explotadora iba a seguir funcionando aunque el comisario o dictador de turno fuera derrotado. “Animal Urbano era un soldado de guerras perdidas, algunas de las cuales siguen ahí”, concluye Molina.

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Demian Urdin

Antropólogo social, coleccionista y crítico de la Historieta Argentina. Ganador de la Beca de Investigación Boris Spivacow II de la Biblioteca Nacional Mariano Moreno en 2018. Colaborador en Revista Blast de Colombia.