En el medio del Océano Pacífico norte, justo entre Europa y los Estados Unidos, se levanta una monumental Isla de Basura. Su superficie es de al menos 71.000 km2, el equivalente a la provincia de Formosa o al territorio total de Panamá. Son millones de fragmentos de envases plásticos descartables que fueron arrastrados por las corrientes marinas y encallaron en el medio del Océano. ¿Los responsables? Un sistema de producción orientado a desechar y una ausencia rutilante de responsabilidad empresaria en el tratamiento de sus residuos.
A miles de kilómetros al sur de la Isla de Basura, esta tarde se presentará en el Congreso Nacional la Ley de Envases con Inclusión Social. Cambian las latitudes, pero el reclamo es el mismo: que las empresas se hagan cargo de los desechos que producen. La Federación Argentina de Cartoneros, Carreros y Recicladores (FACCyR), principal impulsora de la iniciativa, busca que las grandes compañías asuman la responsabilidad que les corresponde en el costo del reciclado como parte de un proceso que, al mismo tiempo, busca beneficiar y fortalecer el trabajo de cientos de miles de cartoneros y cartoneras de todo el país.
«Va a ser la marcha cartonera más grande y más hermosa de toda la historia», explicó Jonathan Castillo, presidente de la Cooperativa Recicladores Unidos de Avellaneda en diálogo con El Grito del Sur. «Presentamos un proyecto donde pedimos la responsabilidad del productor. Estamos convencidos de que el productor tiene que pensar una política post-consumo, post-venta porque no solo se trata de ganar guita sino que todos tenemos que hacer nuestra parte para ayudar a cuidar nuestra casa común», agregó el referente.
Los cartoneros y recicladores marcharán desde el Obelisco hasta el Congreso de la Nación, para apoyar la presentación del proyecto de ley, redactado desde las propias organizaciones y que busca abonar a la mejora de las condiciones de este sector de la economía popular. Según los datos del Ministerio de Ambiente y Desarrollo Sustentable (MAyDS), cada dos segundos Argentina produce una tonelada de basura y el tratamiento de estos residuos deja mucho que desear: la mitad de éstos termina en alguno de los 5000 basurales a cielo abierto que hay en el país, o en un relleno sanitario.
Las ganadoras son las grandes empresas que producen a bajo costo, contaminan el ambiente y salen indemnes. Los datos dan cuenta de la magnitud del problema: según difundieron desde la propia FACCyR, alrededor del 20% de los residuos sólidos urbanos generados son envases post-consumo y apenas se recupera un 10% de los residuos generados.
La gran mayoría de los envases plásticos recuperados se debe al trabajo de casi 150.000 cartoneros y cartoneras que reciclan y recuperan el material, muchas veces en los mismos basurales a cielo abierto, con mínima protección estatal y exposición continua a todo tipo de enfermedades. «Mediante este proyecto queremos que se garantice un sistema de reciclado con inclusión social y con el reconocimiento de todos aquellos compañeros que ya hacen esta tarea», agregó Jonathan. «En muchos municipios no nos reconocen o nos dicen no hay guita para esto, no es el momento. Queremos que salga esta ley para poder garantizar lo mínimo y que nuestros compañeros puedan vender el material a un precio digno».
Para dar una respuesta a esta problemática, el proyecto propone la implementación de una tasa ambiental para las empresas y productores que coloquen envases en el mercado, premiando a los que se hagan con materiales reciclables y sean fáciles de reciclar, basándose en el principio de Responsabilidad Extendida al Productor (REP), la cual es entendida como el deber de cada uno de los productores de tomar responsabilidad objetiva por la gestión ambiental y su financiamiento respecto de los envases introducidos por ellos en el mercado nacional y los envases post-consumo.
Lo recaudado se utilizará para implementar un Sistema de Reciclado con Inclusión Social, que permita recuperar los envases con el objetivo de que vuelvan a la industria y dignifiquen el trabajo de los cartoneros y las cartoneras de todo el país. Esta tarde se presenta una nueva herramienta legislativa que permitiría reducir la contaminación al tiempo que mejorar las condiciones laborales de miles de personas. Será cuestión de actuar a tiempo antes de que todo nuestro mundo se transforme en una gran isla de basura. «Antes estábamos escondidos pero ahora somos miles de compañeros pensando en el reconocimiento, la dignificación de nuestro sector que fue excluido por años», concluyó Jonathan.
