«Con los monopolios no se puede pactar, hay que ir hacia otro esquema de producción de alimentos»

🗣️ El ex titular de la Federación Agraria analiza las medidas de control de precios, critica la concentración del mercado alimenticio y sentencia: “El desabastecimiento es un instrumento de los monopolios para desestabilizar a los gobiernos populares”.

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Luego de varias idas y vueltas, reuniones y declaraciones cruzadas, finalmente el gobierno nacional publicó en el Boletín Oficial la resolución de la Secretaría de Comercio que dispone el congelamiento de los precios de más de 1400 productos hasta el 7 de enero, en el marco de una escalada inflacionaria que golpea duramente a los sectores populares a través de una permanente suba de precios en los productos de consumo masivo. La reacción de las cámaras empresarias fue inmediata y representantes del sector salieron a rechazar la medida al advertir sobre posibles faltantes de productos en las góndolas. “El desabastecimiento es un instrumento de los monopolios para desestabilizar a los gobiernos populares”, dice Pedro Peretti, productor agropecuario de la localidad santafesina de Marcos Paz y ex titular de la Federación Agraria Argentina, a la cual renunció en marzo de 2014 luego de que la entidad, que históricamente nucleó a los pequeños y medianos productores, decidiera integrarse a Convergencia Empresaria, un conglomerado de propietarios del sector privado de orientación netamente neoliberal. En diálogo con El Grito del Sur, Peretti analizó la puja que se desarrolla entre el gobierno del Frente de Todos y el empresariado del sector de la alimentación, que no está dispuesto a ceder márgenes de rentabilidad, mientras más del 40% de la población cayó por debajo de la línea de la pobreza en el primer semestre de este año.

¿Cómo evaluás la medida del congelamiento resuelta por el gobierno nacional?

La decisión va en una dirección correcta. Roberto Feletti (Secretario de Comercio Interior) tuvo una actitud muy oportuna en este contexto. Pero para que sea efectiva, debe tener el acompañamiento de todo el gobierno, del Presidente para abajo. Además, y esto es clave, requiere del compromiso del pueblo en su conjunto, de los sindicatos, de las organizaciones y de los gobernadores e intendentes, para lograr su objetivo.

Sin embargo, algunos representantes del empresariado salieron rápidamente a responder que puede haber desabastecimiento.

El desabastecimiento es un instrumento de los monopolios para desestabilizar a los gobiernos populares. Es una disposición política para golpear en la legitimidad social, busca que la gente esté desconforme y finalmente vote de otra manera. Puede también terminar en un golpe de mercado como fue en el Rodrigazo, cuando se atacó el Plan Gelbard, o en el Chile de Allende, donde hubo un enorme desabastecimiento que precedió al golpe que lo derrocó. Siempre, en la región, los grupos concentrados que controlan la cadena de alimentos utilizaron el desabastecimiento como una forma de condicionar a los gobiernos que buscaron poner algún límite a sus ganancias siderales en beneficio de las grandes mayorías.

¿Cuáles son los actores que concretamente resisten la medida?

Fijate el caso de Molinos Río de La Plata. En su directorio tiene a Susana Malcorra, ex canciller de Macri, y tiene posición dominante en más de 15 productos de la canasta. Es una de las principales interesadas en quedarse con Vicentin. A su vez, es una de las principales productoras de aceite del país. El año pasado exportó 692.000 toneladas de aceite. Tiene el 12% del mercado. ¿Cómo se puede desabastecer de aceite al país con semejante volumen productivo? Solamente se explicaría porque hay una decisión política de no ponerlo en la góndola.

¿Cómo es actualmente el mapa de la concentración en la producción y distribución de alimentos en nuestro país?

50 empresas explican el 80% del abastecimiento. Hay algunos rubros en los cuales la concentración es bestial. En la leche, una empresa tiene el 68% del mercado. En el azúcar, tres empresas concentran el 86%. En aceite, tres empresas tienen el 91%. En harinas, dos empresas tienen el 82%. En fideos, una sola empresa tiene el 81% del mercado. Y podríamos seguir así hasta el cansancio. Los monopolios dominan el mercado de alimentos en Argentina.

¿Cuánto incide en la formación de precios y en el alza inflacionaria? Hay especialistas que dicen que no es tan importante, sino que los precios suben más por las variables macroeconómicas que por la concentración del mercado…

En los primeros quince días de octubre, hubo enlatados y productos de conserva que aumentaron 25%. ¿Qué condición macroeconómica se alteró? Las tarifas no aumentaron, el dólar siguió un ritmo estable. Lo único que explica estos aumentos son las posiciones dominantes y abusivas. Cuando se reguló mínimamente el problema de la carne, eliminando a las más de 50 operadoras truchas, que contrabandeaban y triangulaban, presionando también sobre los precios, la carne bajó.

¿Cómo se puede comenzar a recorrer otro camino, rumbo a la soberanía alimentaria?

El campo nacional y popular va a tener que discutir y entender, algún día, una cuestión central: la política agropecuaria y el modelo de producción de alimentos. No se puede mirar para otro lado. Una política pública es todo lo que un gobierno hace, pero también lo que no hace. Esta concentración económica tiene que ver con que durante mucho tiempo se miró para otro lado. Con los monopolios no se puede pactar. Hay que ir hacia otro esquema de producción de alimentos. Primero, hay que discutir el uso y tenencia de la tierra. Hay que tener en claro que el problema de la alimentación tiene que ver directamente con la distribución de la riqueza. La alimentación está estrechamente vinculada con el salario y los ingresos de la población. Más salario, mejor alimentación. No es un problema de volumen de producción ni de escala. Incluso se puede pensar que hace falta menos volumen, pero mejor distribución.

¿Es posible revertir la concentración en pocas manos de la tierra productiva?

La Argentina debe generar nuevos productores agropecuarios. El Estado debe comprar tierras y venderlas con una financiación accesible a quienes quieran producir para abastecer la mesa popular. Para eso debe constituirse un Instituto Nacional de Colonización Agraria, como tiene Uruguay, y como también tuvo nuestro país en algún momento, llamado Consejo Agrario Nacional, que recibía tierras en donación y las distribuía en créditos a largo plazo.

En estos dos años de gobierno del Frente de Todos, no se pudo controlar el frente inflacionario. La población vio sus ingresos corriendo por detrás de los precios y eso tuvo expresión en las urnas. ¿Dónde se falló?

La vicepresidenta marcó claramente que era necesario alinear tarifas, precios y salarios. No se la escuchó. Claramente el problema estuvo ahí. El Ministerio de Economía hizo una política de control fiscal en vez de un plan económico. Nos llevó a implementar el programa del FMI, ahorrar dos puntos del PBI, pero tampoco firmó el acuerdo con el fondo. En ese proceso, el Gobierno perdió seis millones de votos. La política pública no puede estar guiada por la tapa de un diario o por lo que dicen los medios, sino por el bienestar del pueblo.

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