El camino para producir y exportar hidrógeno verde

🍃 Una empresa australiana anunció una inversión mega millonaria para producir y exportar hidrógeno verde desde Río Negro. Perfil de una industria naciente y con grandes desafíos a resolver.

El anuncio de una mega inversión extranjera para producir hidrógeno verde en Río Negro ocupó el centro de la escena política en los últimos días. Argentina podría colocarse entre los países pioneros en producir y exportar hidrógeno verde. Pero del anuncio a la inversión todavía hay un trecho largo por recorrer.

Desde Glasgow, sede de la Conferencia de las Naciones Unidas sobre el Cambio Climático, funcionarios nacionales anunciaron que la empresa australiana Fortescue Future Industries tiene la intención de invertir hasta 8400 millones de dólares en la construcción de una planta para producir y exportar hidrógeno verde. La novedad trascendió luego de una reunión entre Alberto Fernández y el presidente de la compañía, Andrew Forrest. “El hidrógeno verde es uno de los combustibles del futuro y nos llena de orgullo que sea la Argentina uno de los países que esté a la vanguardia de la transición ecológica”, destacó Fernández.

Forrest, uno de los diez empresarios más ricos de Australia, es presidente de Fortescue Metals Group (FMG), la cuarta compañía productora de mineral de hierro del mundo. Al igual que otras empresas, FMG esta interesada en utilizar el hidrógeno para reducir el impacto ambiental en sus actividades productivas. Pero la empresa decidió dar un paso más, fundando el año pasado una compañía subsidiaria, Fortescue Future Industries, con el objetivo de ingresar de lleno en la producción y venta de hidrógeno verde.

Muchos países incluyen el hidrógeno como un elemento central de sus estrategias para recortar las emisiones de gases de efecto invernadero y limitar el incremento de la temperatura global. El trazo grueso de la transición energética consiste en sustituir los combustibles fósiles por electricidad en todos los sectores y consumos energéticos cotidianos. Pero ciertas actividades son difíciles o imposibles de descarbonizar utilizando electricidad. Son típicamente procesos industriales en los que se utilizan combustibles como el gas natural o el coque.

El hidrógeno podría ser una alternativa para esos casos: suministra calor a alta temperatura para industrias como las acerías y almacena energía donde las baterías eléctricas serían demasiado grandes, como el transporte pesado de larga distancia. Puede ofrecer las mismas prestaciones industriales que el gas natural o el coque, pero con la diferencia de que no libera emisiones de GEI. 

La propia Fortescue aporta un ejemplo claro sobre las dificultades para descarbonizar sus operaciones mineras. La empresa dice estar en camino de consumir mil millones de litros de diésel por año debido al consumo de su flota de vehículos. Forrest comenzó a explorar años atrás la posibilidad de reemplazar los motores a combustión por celdas de combustible a base de hidrógeno. Las celdas de combustible convierten la energía química de una reacción directamente en energía eléctrica. FMG ya esta probando una tecnología de celdas a hidrógeno para sus camiones mineros.

El hidrógeno puede ofrecer las mismas prestaciones industriales que el gas natural o el coque, pero con la diferencia de que no libera emisiones de GEI. 

Ahora, de la mano de FFI, Forrest busca pisar fuerte de entrada en un mercado con potencial para crecer. La Unión Europea, una las principales promotoras del hidrógeno verde, destinará miles de millones de euros al desarrollo de las infraestructuras de producción y transporte del producto. La meta es producir un millón de toneladas anuales para el 2024 y 10 millones para el 2030, aunque reconocen que la producción continental sería insuficiente si la demanda responde a las proyecciones. FFI apunta a producir 15 millones de toneladas anuales al 2030 para responder a la demanda mundial en general y la europea y asiática en particular.

La información difundida por el Gobierno señala que el proyecto iniciaría con una etapa piloto entre 2022 y 2024 para confirmar las capacidades previstas, con una inversión estimada en 1.200 millones de dólares y una producción de 35 mil toneladas de hidrógeno verde. Luego vendría una primera etapa productiva a escala industrial, con una inversión estimada en 7.200 millones de dólares, para producir unas 215 mil toneladas, que se extendería hasta el año 2028. La inversión podría llegar a los 8400 millones de dólares para el 2029.

El Ejecutivo calificó a esta inversión como la mayor en Argentina en el siglo XXI. Pero esas inversiones se materializarán en la medida que la demanda real de hidrógeno verde se mantenga dentro de las proyecciones. Para que esto ocurra, el hidrógeno verde debe ser competitivo en precio con el hidrógeno convencional primero y luego con los combustibles fósiles.

La producción de hidrógeno verde es eléctricamente intensiva.  A diferencia del hidrógeno convencional que se obtiene por reformado de gas natural, el hidrógeno verde se obtiene de la separación del agua en oxígeno e hidrógeno mediante el proceso de electrolisis, que es intensivo en consumo de energía eléctrica. El hidrógeno es sustentable o “verde” siempre que la energía eléctrica provenga de fuentes de energías renovables, como la eólica y la solar. Además, la planta tomará y desalinizará agua del mar, proceso también intensivo en uso de energía.

Por lo tanto, una parte significativa de la inversión proyectada se relaciona con la necesidad de contar con energía eléctrica para la producción y a bajo costo. Fortescue apunta a la construcción de tres parques eólicos con una potencia de 2000 MW para proveer energía a la planta en Río Negro: representa casi toda la potencia eólica ya existente en el país.

Otro elemento es que los costos de producción bajarán gracias a los beneficios de la economía de escala. Un costo central es el de los electrolizadores, los equipos con los que se realiza el proceso de electrolisis. La fabricación de estos equipos debe alcanzar una escala masiva para abaratar sus costos. En ese sentido, Fortescue avanza con una empresa estadounidense en la instalación de una planta en Australia para fabricar electrolizadores.

El Ejecutivo calificó a esta inversión como la mayor en Argentina en el siglo XXI. Pero esas inversiones se materializarán en la medida que la demanda real de hidrógeno verde se mantenga dentro de las proyecciones.

También se deben considerar las políticas de incentivos por el lado de la demanda. El hidrógeno verde puede llegar a competir en precio con el hidrógeno convencional, pero difícilmente pueda competir con los precios de los combustibles fósiles. La Unión Europea busca incrementar los impuestos a las emisiones de carbono para encarecer el uso de combustibles fósiles y alentar la adopción de alternativas como el hidrógeno verde. La infraestructura y las tecnologías necesarias para transportar y almacenar hidrógeno son también otras áreas en las que se necesitan volcar grandes inversiones públicas y privadas.

Una confluencia positiva de estos elementos podría acelerar la adopción del hidrógeno en el mundo e incentivar los proyectos de exportación de hidrógeno desde Argentina, cuyo principal atractivo reside en los grandes recursos eólicos de la Patagonia. Pero la situación macroeconómica y las dificultades para acceder al mercado cambiario son aspectos que también entran en la ecuación.

El hidrógeno verde es una industria naciente en el mundo y con respaldos importantes. El Gobierno muestra interés en el tema. Por ello lanzó a mediados de este año una Estrategia del Hidrógeno al 2030, que está en debate. También esta movilizando al sector de ciencia y tecnología para desarrollar capacidades nacionales en hidrógeno. Pero el camino para desarrollar y exportar hidrógeno verde es largo.

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Nicolas Deza

De la pobreza se sale industrializando. Periodista de industria y energía. @nicolasdeza en Twitter