«Las viviendas ociosas forman parte de la especulación inmobiliaria y el Estado debe intervenir»

🏙️ Casi una de cada diez viviendas en la Ciudad está desocupada, lo que repercute en los precios y agrava el problema habitacional. Larreta se mostró a favor de gravarlas. "Sería una solución viable, pero se necesitan políticas integrales", dijeron desde ACIJ.

Al menos unas 138 mil viviendas en la Ciudad de Buenos Aires permanecen vacías, sin que nadie ponga un pie en ellas, según lo indica un informe oficial del Gobierno porteño publicado hace dos años y que volvió a tomar relevancia esta semana a partir de que el propio Horacio Rodríguez Larreta se mostrara a favor de ponerles un impuesto, una idea de larga data propuesta por organizaciones sociales. “Si se les pusiera realmente ese impuesto, se podría volcar esos inmuebles al mercado de alquileres, lo que de alguna manera ayudaría a bajar los precios aumentando la oferta, aunque está claro que no se daría de forma automática y que se necesitan muchas otras medidas complementarias para lograr ese objetivo”, explicó a El Grito del Sur Felipe Mesel, abogado del programa Derecho a la Ciudad de la ACIJ.

De acuerdo al estudio, en cuya elaboración participaron además de ACIJ el CELS, Inquilinos Agrupados y muchas otras organizaciones, esas 138 mil viviendas ociosas representan casi el 10 por ciento del total de la Ciudad, un guarismo que está muy cerca de igualar el déficit habitacional porteño, que según el último censo afecta al 11,6 por ciento de los hogares. La mayoría de esos inmuebles, además, están ubicados en los barrios más caros por metro cuadrado: Puerto Madero, Palermo y Recoleta. “Eso demuestra que hay una relación entre la ociosidad y los precios, y además marca muy claramente que el mercado inmobiliario es altamente especulativo y que el Estado tiene que regularlo”, describió Mesel.

El Jefe de Gobierno dijo esta semana que estaría de acuerdo “en principio” con el impuesto a la vivienda ociosa. Aunque hizo una salvedad y cuestionó el método de medición. «Alguien que vive en La Plata y estudia en la ciudad de Buenos Aires, y duerme una noche o dos en la Ciudad, ¿esa vivienda está ociosa o no? Los límites no son muy claros, si es que no estás viviendo 24 horas o que no venís nunca en el año. Conceptualmente está bien, pero no es tan claro para su implementación», dijo.

Lo curioso de la salvedad es que la medición fue avalada por el Instituto de Vivienda de su propia administración. Por entonces fue Juan Maquieyra, presidente del organismo, quien convocó a las organizaciones a realizar el relevamiento, del que también participó el Colegio de Corredores Inmobiliarios porteño (CUCICBA), el sector que en la actualidad más presiona para derogar la ley de alquileres vigente. El método de medición fue el consumo eléctrico durante un año: si a lo largo de 12 meses no superaba al de una heladera enchufada (45,36 kwh/mes), entonces el inmueble estaba ocioso.

“Larreta no pareciera haber hecho una crítica de fondo al problema de la vivienda ociosa y cómo lo abordamos sino a cómo se midió, pero el método estuvo consensuado y mas allá de nuestra participación se trata de un informe oficial”, aclaró Mesel.

Para Mesel, el problema de la ociosidad creció desde la publicación del informe, al calor de diversos factores que se complementaron: las medidas protectoras de la pandemia (los desalojos estuvieron prohibidos por decreto presidencial), la devaluación y el modelo constructivo que avanza a todo trapo en la Ciudad. “Todo eso forma parte de un combo, desde la distancia entre el valor en dólares de una propiedad y la renta en pesos, que es abismal, a las medidas protectoras del inquilino en pandemia y el creciente valor del dólar que hizo llegar a niveles mínimos la oferta, algo que reconocen las cámaras inmobiliarias. Si bien no tenemos un informe preciso como hace dos años, podemos arriesgar que la ociosidad creció, porque además la vivienda que se construye en la Ciudad hoy es para los sectores de mayores ingresos, que las vuelven prohibitivas”, precisó.

“Sin bien la ociosidad no es el único problema que fomenta la especulación y la subida constante de los precios, eso no quita que haya que descartar medidas para que el Estado intervenga. Todo lo contrario, es necesario hacerlo y ahí están los ejemplos de ciudades importantes del mundo, como Berlín, que están yendo en ese sentido”, concluyó.   

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Matias Ferrari

Periodista, comunicador y militante social. Trabajó en Página/12 y colaboró en la investigación del libro "Macristocracia" publicado por Editorial Planeta.