«Todavía falta recorrer un enorme trecho en el camino de la visibilización»

🧸 El libro "Somos sobrevivientes" reúne historias de abuso sexual en la infancia contadas por ocho escritores y escritoras sobrevivientes. En ese marco, El Grito del Sur charló con Sebastián Cuattromo, cofundador de la Asociación Civil Adultxs por los Derechos de la Infancia.

Los hechos no se nombran, como si el simple intento de articular las palabras quemara, como si al decirlos la atmósfera se convirtiera en una masa de hielo, como si alguna tara física impidiera pronunciarlos. Los hechos no se nombran, resoplan como el eco lejano de un juego infantil, chisporrotean en el envoltorio vacío de los caramelos masticables. 

Aún en silencio, los recuerdos secretan pus como una herida que no logra coagular. Ocupan el vacío, como un miembro fantasma, un trozo de carne amputado que ya no existe pero de vez en cuando, pareciera picar. 

Según el Consejo de Europa, uno de cada cinco niños, niñas y adolescentes es víctima de abuso sexual antes de cumplir 18 años y la mitad de los casos son incestuosos. Sin embargo, el abuso sexual en la infancia no se nombra más que con frases alegóricas, expresiones indirectas o metáforas. Mientras que el silencio familiar y social es el mayor cómplice de los abusadores, los sobrevivientes se reúnen, charlan, dan entrevistas y socializan herramientas. Se encuentran en espacios anónimos donde comparten e intervienen alternando la escucha y la palabra.

De esa relación entre intérprete y testigo, surge «Somos sobrevivientes. Crónicas de abuso sexual en la infancia», el libro que reúne las historias de ocho sobrevivientes de abuso sexual en la infancia que actualmente forman parte de la Asociación Civil Adultxs por los Derechos de la Infancia. 

Editado por Penguin Random House, ‘Somos Sobrevivientes’ cuenta con la pluma de ocho escritores renombrados que donaron su tiempo y derechos de autor para generar una cartografía capaz de condensar el recorrido que la ONG viene trazando hace casi diez años. Félix Bruzzone, Claudia Piñeiro, Gabriela Cabezón Cámara, Dolores Reyes Juan Carlos Kreimer, Fabián Martínez Siccardi, Sergio Olguín y Claudia Aboaf construyen estrategias de enunciación para narrar estos delitos que, escondidos en la tundra de complicidades familiares, vecinales y eclesiásticas, resuenan por la cercanía.

En un nuevo 19N, Día Internacional de la Día Mundial para la Prevención del Abuso contra las infancia, El Grito del Sur habló con Sebastián Cuattromo, sobreviviente de abuso y cofundador de la Asociación Civil Adultxs por los Derechos de la Infancia, que hizo su voz materia prima del relato.

¿Cómo surge la Asociación Civil Adultxs por los Derechos de la Infancia?

La Asociación Civil surge en el año 2012 en la Ciudad de Buenos Aires como fruto del encuentro de dos largos caminos de dolor y de lucha en relación con el delito de abuso sexual contra la infancia: el de Silvia Piceda y el mío. En 2012, luego de una larguísima lucha y a mis 36 años logré llegar a un juicio oral y público contra mi abusador, el hermano marianista Fernando Enrique Picciochi. En ese contexto comencé a hacer pública mi historia con el anhelo de que esa trayectoria de dolor pudiera servir para dar cuenta de esta gran injusticia. Por su parte, Silvia venía organizando grupos de madres protectoras, ya que, además de ser sobreviviente de abuso en su infancia, tuvo que estar en la clandestinidad escapando de una orden judicial que buscaba revincular a su hija Jazmín con su progenitor denunciado por abusado. 

¿Qué actividades realizan?

La asociación tiene dos aristas principales: el grupo de pares, que son espacios de reunión no profesionales donde personas de todos lugares, generaciones y procedencias reciben una escucha empática sin ser juzgados. Ahora con la pandemia han pasado a ser virtuales, lo que permite que se sumen personas de todas partes del mundo.  Por el otro, trabajamos en la visibilización brindando nuestros testimonios en entrevistas, charlas y encuentros con la comunidad de manera federal. Allí mismo permanentemente surgen nuevos proyectos, como este libro.

¿Cómo surge la idea de hacer un libro?

La historia del libro la cuenta muy bien Fabián Martínez Siccardi en el prólogo. El germen de “Somos sobrevivientes” nace hace unos años cuando llevamos a cabo una serie de actividades sobre los abusos dentro del ámbito confesional católico, que tuvieron repercusión internacional. En ese contexto contamos con la participación de compañeros sobrevivientes de EE.UU. que vinieron a nuestro encuentro solidario de pares, pero para hacerlo necesitaban un traductor. Justamente el traductor fue Fabián, quien, luego de vivir esta experiencia maravillosamente movilizadora, comenzó a pensar en un libro de relatos. Este sueño lo pudimos llevar a la práctica a través de la ayuda de los otros 7 escritores y escritoras y la editorial Alfaguara. La escritura se realizó de a pares entre un narrador y un compañero/a sobreviviente y terminó estando atravesada por la pandemia.

El relato de Claudia Piñeiro sobre tu historia se llama “Un varón devaluado” y aborda el tema de la masculinidad después de un abuso sexual. ¿Cómo es tu experiencia al respecto?

A partir de mi experiencia, que es personal y colectiva al mismo tiempo, vemos que en el marco de sociedades patriarcales y machistas los varones victimas de abuso sexual en la infancia sobrellevan una gran dificultad para hablar. Desde el hecho de permitir pensarse como una víctima, les cuesta muchísimo incluso reconocer que fueron niños vulnerables y vulnerados. Todavía falta recorrer un enorme trecho en el camino de la visibilización. En ese sentido tenemos la conjetura de que si bien las estadísticas indican que hay más niñas y adolescentes abusadas, muchas veces esto tiene que ver con que a los varones les cuesta más expresarse, compartir y poder empatizar consigo mismos y con otros.

Sebastián Cuattromo

A esto se suma la perspectiva adultocéntrica

Claramente. Nosotros siempre decimos que vivimos en sociedades profundamente adultocéntricas respecto a cómo el Estado trata a las infancias y aún más en infancias sobrevivientes de abusos sexuales. Muchas veces los derechos constitucionales y los acuerdos internacionales que se firman no se traducen a las prácticas y quedan en las meras retóricas. Lo vemos en la ley de ESI, que aún está muy lejos de ser una realidad como debería. Esta punto es fundamental para el análisis crítico y para transformar la realidad verdaderamente. Nosotros tenemos una frase que es “para criar a un niño hace falta una aldea” y la aldea somos todos. La realidad de la infancia y su bienestar es una cuestión política que nos atañe como comunidad. 

Algo interesante de los relatos es que el libro no divide entre buenos/as víctimas y malos/as a victimarios mostrando la complejidad de los perfiles y que, incluso en algunos ámbitos, los abusadores son vistos como buenas personas, lejos de la idea del “loco” o el “monstruo”.

Ahí tengo una digresión. A nosotros nos gusta complejizar esta idea porque quienes tenemos o hemos tenido trato con abusadores y abusadoras (porque las hay, más allá de la prevalencia de varones) podemos analizar cómo actúan en todos los ámbitos de poder. Cuando hacemos ese trabajo, doloroso e incómodo, vemos que las conductas psicopáticas afloran en múltiples relaciones y vínculos en todos los ámbitos sociales. Esto tampoco significa que los abusadores sean monstruos o un otro/a lejano que nada tiene que ver con nuestros vínculos, con nuestra cotidianidad o nuestro entorno, dejándolos en un plano tan abstracto que pareciera casi una cuestión de marcianos. Tampoco sirve reducirlo a un ámbito único, como es el abuso familiar o eclesiástico. Por eso hacemos un particular hincapié en estar atentos a los intentos de silenciamiento, más allá que muchas veces no sean con una mala intención. 

¿Qué le dirías a un/a sobreviviente de abuso sexual que aún no pudo enunciarlo?

Lo que decimos, en base a nuestras experiencias individuales y colectivas, es que nunca es tarde para hablar de abuso. Cuando empezamos a ponerle palabras a este dolor no sólo trabajamos una herida propia sino que ayudamos a cambiar la suerte de la infancia de hoy y del futuro. Al compartir nuestras experiencias interpelamos a la comunidad y al Estado sobre las responsabilidades que tienen. Este libro es una herramienta colectiva para hacer, discutir y hablar de abuso sexual en muchos ámbitos. Tenemos un enorme orgullo de presentarlo porque sabemos que esto es un llamado a la trascendencia.

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Dalia Cybel

Historiadora del arte y periodista feminista. Fanática de los libros y la siesta. En Instagram es @orquidiarios