Al horno con el ciberacoso

🍰 Luego del conflicto con el niño pastelero Maura Rivero, licenciada en Comunicación Social y formadora de docentes, analiza desde la ESI la presencia de les niñes en redes sociales.

Joaquín Nahuel abrió sus cuentas de Twitter e Instagram para vender tortas y así juntar dinero para una operación reconstructiva. Con su carisma y buena onda, rápidamente sumó seguidores y logró reunir el dinero para eso y para los utensilios e insumos de cocina. Pero con la misma velocidad apareció el ciberacoso y Raquel, la madre del niño, decidió poner la cuenta en privado para frenar las agresiones. Si bien Joaquín pidió no hablar más del tema y dijo que él “los perdona a todos”, todavía queda abierta la pregunta de qué sucede con les niñes en las redes sociales.

“Aunque sabemos del odio que circula en las redes sociales, en especial en Twitter, lo que pasó nos tomó por sorpresa porque el que recibió toda esa agresión fue un niño”, dijo a este medio Maura Rivero, licenciada en Comunicación Social y formadora de docentes especializada en géneros, sexualidades y comunicación.

Rivero señaló que existe una “naturalización” de la presencia de les niñes en las redes sociales. Para tener una cuenta propia de correo electrónico es requisito tener 13 años y, a su vez, solo se necesita un correo para tener una cuenta en redes sociales. “El dato de la edad es fácil de cambiar -afirma la especialista-. Lo que no se tiene en cuenta y que se intenta trabajar con las familias en las escuelas es que entiendan que todo lo que se sube a las redes queda en Internet para siempre”.

Joaquín aprendió a amar la cocina gracias a su abuelo, que fue quien le enseñó a hacer bizcochuelos. El dinero que le daban sus padres lo ahorraba para ir al supermercado a comprar ingredientes y cocinar para su familia. Lo que sobraba, lo donaba a vecines de su barrio. 

Pero en 2019 Joaquín tuvo un accidente en su casa, la ambulancia nunca llegó y fue la policía la que llevó al niño y su familia al hospital. Joaquín estuvo meses internado en el Hospital del Quemado y como su tratamiento de rehabilitación quedó frenado por la pandemia, les médiques ya no podrían hacerle nuevos injertos de piel y tendrían que introducir cuatro expansores bajo la piel del rostro. Cada uno sale 500 dólares.

La familia empezó a hacer rifas para juntar el dinero y Joaquín horneó tortas para que formaran parte de los premios. Al mejorar, decidió abrir su cuenta en Twitter. “Quiero ser pastelero”, escribió en su perfil. Su popularidad creció, las agresiones también.

“Soy la mamá de Joaco! Sepan disculpar,pero ya no va a tener tw. Le dijeron pastelero discapacitado, que su brazo no es lo único deformado, yo entiendo que tw sea así pero es un nene y esto le está haciendo mal! empezó con preguntas y es por eso que empecé a revisar -escribió Raquel, la madre del niño-. Le dijeron que sus tortas se quemaron como él, y empezó a preguntar si él es discapacitado? Si sus tortas son feas? Entre otras preguntas”. Raquel bloqueó a los agresores y puso la cuenta en privado. “Ahora queda en joaco si quiere seguir acá o no”, agregó. Joaquín decidió seguir.

“La imagen de este niño se viralizó en Argentina y otros países. Esto va a seguir estando en redes, es un estigma enorme para un niño que sigue formando su subjetividad, su identidad, y que difícilmente puedan contrarrestar todos los mensajes de amor que recibió, que por suerte fueron muchos”, reflexionó Rivero.

Según un estudio realizado por Unicef, uno de cada tres estudiantes en 30 países dijo haber sido víctima de ciberbullying, y uno de cada cinco informó haber faltado a la escuela por esta causa. Las redes sociales son el espacio a través del cual más violencia reciben. 

“Una de las batallas de la ESI es que se nombren las problemáticas sociales. Es necesario que les niñes cuenten con la supervisión de un adulte que vea que no le estén mandando pornografía a través de las redes, por ejemplo. Hay que decirle a les niñes que hay personas en este mundo que disfrutan de cosas que vulneran sus derechos y tenemos que ser varios conteniendo y escuchando lo que sucede a nuestro alrededor”, opinó Rivero.

Y aunque aseguró que “no hay una receta para la ESI”, destacó la importancia de “la pregunta y la repregunta”. “Si promovés el diálogo desde siempre, nunca va a llamar la atención una pregunta. No hace falta apartar un momento del día para eso, sino cuando escuchás un ruido se puede preguntar ‘¿qué video estás viendo?’, que cuenten por qué les gusta lo que consumen -ejemplificó Rivero-. A veces les niñes vienen con preguntas y suelen tener una respuesta prefigurada. Se les puede contestar por qué nos preguntan eso o también admitir un ‘no sé’ y buscar la respuesta juntos”.

“Es necesario hablar sin eufemismos de lo que puede pasar en las redes. La autonomía (a medida que les niñes crecen) hacen que los riesgos aumenten, por eso es necesario alertar, prevenir, darles herramientas para saber qué hacer para ver si un perfil es falso, cómo bloquear a alguien que nos manda fotos que no queremos ver. Las familias, la comunidad educativa entera, tiene que acompañar”, concluyó. 

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Ludmila Ferrer

Periodista y Licenciada en Comunicación Social (UBA). Escribe también en Página/12 y sigue más podcasts de los que puede escuchar.