Boric, presidente electo de Chile: renacerá mi pueblo de su ruina

🇨🇱 · Con una participación electoral récord, Gabriel Boric se impuso en segunda vuelta y será presidente de Chile. Un pingüino patagónico a La Moneda, la amenaza ultraderechista y el rol del autonomismo son algunos de los desafíos que tendrá el mandatario más joven de la historia del otro lado de la Cordillera.

Un dirigente universitario de 35 años, de origen izquierdista, oriundo de la Patagonia y que llega al poder en alianza con el Partido Comunista: este domingo, Gabriel Boric se consagró como presidente de Chile con el 55,87% y superó en casi un millón de votos al candidato ultraderechista José Antonio Kast. Con una participación récord desde la instauración del voto voluntario (que, de todas maneras, orilló apenas el 55%), el pueblo chileno optó por el representante de Apruebo Dignidad, quien no solo expresaba el impulso a la Asamblea Constituyente y las transformaciones sociales de fondo sino que también cosechó adhesiones durante toda la segunda vuelta para evitar la llegada del pinochetismo.

El escenario político chileno se divide en dos grandes campos antagónicos que se definen por la negación: de un lado, el antipinochetismo; del otro, el anticomunismo. Estas dos variables tuvieron su expresión en el ballotage y dejaron relegados a las dos históricas identidades políticas chilenas, nacidas a partir del regreso de la democracia: la derecha neoliberal y la Concertación, un marco político de centro izquierda que nunca se atrevió a criticar el modelo económico chileno. Con la llegada de Boric se acaban 16 años de gobierno donde la Moneda osciló entre Michelle Bachelet y Sebastián Piñera. Resta por ver qué capacidad tiene el joven «pinguino» para poner en cuestión uno de los sistemas económicos más desiguales de América Latina.

“Un Gobierno con los pies en la calle”. El primer discurso de Boric dio la pauta de lo que buscará debatir desde su gestión en el Ejecutivo. El flamante primer mandatario habló en mapudungún (idioma mapuche), señaló que las decisiones no se tomarán dentro de cuatro paredes en La Moneda y sentenció: «La esperanza le ganó al miedo», una especie de «el amor vence al odio» en su versión trasandina. Asimismo, Boric denunció las maniobras que se dieron durante la jornada para evitar que los ciudadanos fueran a votar y cargó contra el pinochetismo y su legado. Por último, se dirigió a los niños y les agradeció por sus aportes en la campaña.

El triunfo de Boric no quita la relevancia de la excelente performance del candidato de la ultraderecha José Antonio Kast. Hijo de un militar nazi, ultracatólico, con un fuerte discurso de mano dura contra la inmigración y las diversidades, este pinochetista se coló en la segunda vuelta con un mantra de «orden y estabilidad» luego de las masivas movilizaciones que sacudieron Chile. Su derrota no quita de escena la fuerza que han adquirido en los últimos años los proyectos de extrema derecha en la región. Una vez conocidos los resultados, Kast reconoció el triunfo de Boric, quien señaló que deberán «construir puentes para que nuestros compatriotas vivan mejor».

El resultado de la primera vuelta no deja de llamar la atención sobre un rasgo característico del país trasandino: el peso del autonomismo y su correlato en el ausentismo electoral. Lejos de las lecturas que empatan un levantamiento insurreccional con un avance institucional en la conquista de derechos, Chile demostró el profundo daño que hizo el neoliberalismo (desincentivando la participación) pero también lo contraproducentes que resultan algunas ideas instaladas dentro de la propia izquierda. El autonomismo, la postura de «cambiar el mundo sin tomar el poder» o algunas frases trilladas como «nuestros sueños no caben en sus urnas» abonaron a que un gran sector movilizado y combativo abonara a la apatía electoral de la primera vuelta. Una advertencia que también tuvo lugar en Ecuador y las posiciones de la CONAIE y que resulta una amenaza en países sin fuertes tradiciones partidarias: que el descrédito en las instituciones le gane la pulseada a la institucionalización de las conquistas. Finalmente, el miedo al fascismo fue un motor que logró que votarán incluso más chilenos que en el plebiscito constituyente.

Termina un año de reconfiguraciones regionales que ubica nuevos presidentes en Perú, Ecuador, Honduras y Chile y que abre la esperanza para un 2021 donde el neoliberalismo se juega dos de de sus principales posiciones: en mayo vota Colombia, con Gustavo Petro como principal favorito, y en octubre Brasil repone una suerte de remake chilena, con el regreso de Lula para enfrentar a la extrema derecha de Jair Bolsonaro. En tiempos de victorias pírricas y circunstanciales, el triunfo en Chile puede ser un buen impulso para desequilibrar el empate hegemónico que se extendió durante los últimos años en la región y volver a correr el escenario hacia el campo de la integración nacional y popular.

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Yair Cybel

Una vez abrazó al Diego y le dijo que lo quería mucho. Fútbol, asado, cumbia y punk rock. Periodista e investigador. Trabajó en TeleSUR, HispanTV y AM750. Desde hace 8 años le pone cabeza y corazón a El Grito del Sur. Actualmente también labura en CELAG y aporta en campañas electorales en Latinoamérica.