«Los pibes salvándose entre sí, un acto de amor descomunal»

🖤 "Cromañón nos pasó a todxs" es la consigna que levantan sobrevivientes y familiares de las víctimas de la tragedia de Cromañón. Y porque nos pasó a todes, desde El Grito del Sur invitamos a sobrevivientes a que nos compartan sus relatos de aquella noche del 30 de diciembre de 2004.

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Esa noche fuimos con Facu, Emi y Nacho. Yo había ido los dos días anteriores con otres amigues. Era el cierre de un año muy bueno, había terminado el CBC de Sociología, estaba trabajando en blanco, y cerraba un gran año para Callejeros. Íbamos a un festejo. Esa noche llegamos temprano con los chicos, hicimos la previa a la vuelta con más amigos del barrio, era todo festejo, recuerdo que teníamos mucha alegría.

Hicimos el ingreso con tiempo, fuimos al baño y nos quedamos debajo de una de las escaleras, que nos funcionaba como punto de encuentro. Ni bien vi que subía al escenario Lombriz (el presentador de la banda) encaré para adelante, siempre intentaba estar los primeros temas adelante de todo y así lo hice.

Arrancó el recital y a la mitad del primer tema veo que Juanchi (saxofonista) señalaba para arriba, miré para atrás y vi cómo la media sombra empezaba a prenderse fuego, siempre recuerdo el “ojo de sauron” de la peli El señor de los anillos, un círculo de fuego que se expandía rápidamente. Veo a Pato, el cantante, saltar hacia donde estaba el público, se corta la luz y ahí empezó el caos.

Yo intento salir por el escenario, pero entre la oscuridad, el humo y los cables no pude avanzar, por lo que decidí ir para el lado donde estaba la puerta de ingreso a Cromañón. Caigo del escenario, quedo tirado en el suelo, donde le digo a “Dios”: “vos no existís, de acá salgo solo”. Me levanto, me pongo la remera cubriéndome la nariz y boca y encaro para la puerta. Al llegar había gente amontonada, tuve que sortear eso y así pude finalmente salir.

A la primera persona que veo es a Facu, mi amigo, nos abrazamos e inmediatamente comenzamos a organizar la salida de la gente y empezamos a entrar para sacar a más personas. La reacción rápida de todos/as los/as que estuvimos ahí sin lugar a dudas salvó muchas vidas. Los/as pibas/es salvándose entre sí, un acto de amor descomunal en medio del caos. Yo seguía buscando a una amiga, Johanna, finalmente luego de que me pasaran a buscar mi mamá y mi papá, de recorrer varios hospitales, nos avisan que estaba bien en el Sanatorio Mitre.

Con el tiempo pude comprender que la única manera de abordar lo que me había pasado esa noche era desde la política, desde la organización, de “hacer algo”, así fue que me sumé a la Coordinadora Cromañón y empecé a trabajar y militar la causa. Cromañón sigue pasando aún hoy, nos pasa como sociedad y sigue pasando en cada sobreviviente, en cada familiar. Al día de hoy, ya son 18 los/as pibes/as que se suicidaron. Por eso es obligación del Estado hacerse cargo y por eso esta lucha sigue.

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