¿Qué corno pasa en Kazajistán?

🇰🇿 Tras el aumento del precio del gas, se desataron masivas protestas en el país sin salida al mar más grande del mundo. El ingreso ruso, la importancia geopolítica y el desafío de ser el principal productor de uranio del planeta.

Asia Central es una región que, a fuerza de desinformación, suele quedar ajena a los análisis geopolíticos que parten de América Latina. La influencia soviética de casi un siglo permaneció después de la caída del muro de Berlín, pero se fue resquebrajando al calor del surgimiento de nuevos polos de poder en la región: China, Turquía y la propia Unión Europea comenzaron a hacer su parte para influir en la estratégica región de los istanes. De hecho, no es casualidad que el gobierno chino de Xi Jinping fuera uno de los primeros actores internacionales en sentarse con el gobierno talibán de Afganistán, pero eso ya es letra para otra historia.

Kazajistán es el noveno país más grande del mundo, el Estado sin salida al mar más extenso del planeta y uno de los países que tiene menor densidad de población -18 millones de habitantes- alrededor del orbe. De herencia nómade y raíces étnicas túrquicas, Kazajistán fue la última República Socialista Soviética en declarar su independencia en 1991. Sin embargo, su salida del eje soviético no implicó grandes cambios en su modelo político: Nursultán Nazarbáyev, máximo líder durante la URSS, continuó al frente del poder y su mandato se prolongó hasta 2019, cuando ubicó en la línea sucesora a su delfín político Kassym Jomart Tokayev.

Kazajistán suele estar lejos de las portadas de los matutinos internacionales, pero en la última semana ocupó el centro por los salvajes enfrentamientos y la brutal represión desatada desde el Gobierno. El conflicto comenzó por el aumento del precio del gas, las protestas se extendieron en las calles de Almaty, la ciudad más poblada, y alcanzaron su punto más alto (hasta el momento) con la toma del palacio de Gobierno por parte de manifestantes opositores que incendiaron el monumental edificio. Fue el punto de quiebre: el gobierno kazajo, aliado estratégico de Rusia, solicitó ayuda a sus gobiernos amigos y Putin puso en funcionamiento los acuerdos de la Organización del Tratado de Seguridad Colectiva (OTSC). Así, una coalición integrada por soldados de la Federación Rusa, Armenia, Bielorrusia y Kirguistán desembarcó en territorio kazajo para reprimir las protestas y «reinstaurar la paz».

El saldo de los combates es poco claro: las cifras oficiales hablan de 44 muertos y más de 700 heridos, pero tanto la oposición como fuentes internacionales señalan que este número sería ampliamente superado. El presidente kazajo, Kassym Jomart Tokayev, redobló la apuesta y subió el tono de la confrontación al declarar que «quien no se rinda, será destruido». También instó a la policía nacional a «disparar a matar». El Gobierno afirmó que al menos 13 policías han muerto, dos de los cuales habrían sido decapitados en escenas de linchamientos públicos.

No es solamente su posición geográfica estratégica (en el medio de Asia y en las rutas que unen Oriente con Occidente), sino su gran capacidad de producción de hidrocarburos y la crucial ventaja de ser el principal productor de uranio del mundo. Son muchos y muy variados los intereses que se juegan en suelo kazajo. La oposición, desmembrada y con intereses disímiles, salió a la calle con la intención de deponer al Presidente. Estados Unidos y la Unión Europea han llamado a la calma y la solución pacífica de los problemas, pero la intervención militar rusa dejó en claro que no existe mucho margen de acción para las potencias occidentales, reafirmó su dominio de la zona y mandó un mensaje para posibles y futuros enfrentamientos en Ucrania. ¿La «Gran Rusia» de la que habla Putin en acción? Veremos cómo se desarrolla, pero lo cierto es que la influencia del vecino se ha vuelto crucial para sostener gobiernos aliados, desde Bielorrusia hasta Kazajistán.

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Yair Cybel

Una vez abrazó al Diego y le dijo que lo quería mucho. Fútbol, asado, cumbia y punk rock. Periodista e investigador. Trabajó en TeleSUR, HispanTV y AM750. Desde hace 8 años le pone cabeza y corazón a El Grito del Sur. Actualmente también labura en CELAG y aporta en campañas electorales en Latinoamérica.