«Sin plata para pagar la coima, no te dejan vender churros»

🥓 Luego del episodio en el que inspectoras de Pinamar quisieron incautar churros en la playa, churreros denuncian el sistema de "coimas en las municipalidades" que les impiden trabajar frente a los comercios más poderosos.

Foto: Gustavo Gavotti / Infobae
Foto: Gustavo Gavotti / Infobae

De acuerdo con el intendente de Pinamar, Martín Yeza (PRO-Juntos por el Cambio), apenas una sola churrería reuniría todas las condiciones para vender en la playa de forma ambulante: El Topo, que «tiene una cocina en condiciones bromatológicas y una licencia». Esto lo dijo en Twitter tras el revuelo a partir del intento de incautar la mercadería a un churrero ambulante, lo que finalmente fue evitado por turistas. «Sobre esa venta de alimentos, sin licencia, desconocemos en qué condiciones fueron producidos y quizás se los estás dando a tus hijos. Por eso los cuidamos», agregó el jefe comunal.

En lo que se interpretó como la defensa de las cadenas más poderosas -El Topo posee sucursales en todo el país- y la exclusión de les laburantes de la economía popular, el video que se viralizó en redes sociales habilitó el debate por las condiciones de trabajo para un sector que, en las ciudades costeras, vive principalmente del ofrecimiento de sus productos en los balnearios y playas. ¿Por qué algunes pueden vender y otres no?

Pablo De Bernardis vende churros en Mar del Plata desde hace varios años y está organizado en el MTE-UTEP. Refiriéndose a este episodio, el trabajador denunció en diálogo con El Grito del Sur que «es todo una mafia porque las municipalidades arreglan con determinados churreros y no te dejan bajar. Si vos bajás, te agarran tres o cuatro patovicas y te tiran la canasta al agua». Si bien él vende este alimento en diferentes barrios durante todo el año, se ve imposibilitado de acudir a la playa. «Tuve que quedarme arriba, pero la venta está en la playa. Es imposible conseguir un lugar», aseguró.

«Es todo una mafia porque las municipalidades arreglan con determinados churreros y no te dejan bajar». Pablo De Bernardis, churrero ambulante de Mar del Plata

Si bien por el momento no le tocó vivir una situación de hostigamiento con la policía en particular, De Bernardis señaló como problema «las mafias dentro y fuera de la municipalidad, están todos entongados. Acá no te saca la policía, pero sí los patovicas». «¿Cómo puede ser que los churreros que trabajamos todo el año en los barrios de Mar del Plata no podamos tener un lugar en la playa y el hijo del restaurant de Cabo Corrientes tiene todas las playas a disposición? Si no tenés la plata para pagar la coima, no podés trabajar», agregó.

En Pinamar, la media docena de churros en la playa puede costar hasta 800 pesos. Un precio extravagante y una oferta que ya no incluye únicamente el tradicional dulce de leche, sino que abarca otros aditivos como el queso roquefort y hasta el vitel toné. Muy poco se habla, en cambio, de las condiciones de trabajo de los churreros y las churreras que venden en la playa. «Ponen a algunos churreros a laburar, que están ganando 150 pesos por docena. Eso es nada. ¿Cuánto tenés que caminar y vender para llevarte un jornal de temporada? Los que tienen plata se aprovechan de la necesidad de la gente», concluyó De Bernardis.

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Sebastián Furlong

Licenciado y profesor en Ciencias de la Comunicación (UBA). Retrato periodísticamente el conurbano y la ciudad de la furia. Agenda popular y política para analizar la realidad y aportar al quehacer colectivo.