Los futuros galácticos siempre fueron peronistas

✌🏼 Juan Ruocco escribió "El Coloso Justicialista", una novela de ciencia ficción en la que la Argentina peronista es una potencia espacial y el Imperio Justicialista intentará desarrollar toda la potencia de su proyecto sideral y popular.

Es 16 de junio de 1955, los aviones de la Fuerza Aérea con la leyenda “Cristo vence” surcan el cielo de la Plaza de Mayo listos para bombardear y derrocar al presidente Juan Domingo Perón. Pero algo no sale como los contreras golpistas lo planificaron. No. Un gólem de treinta metros, un robot hecho de “puro acero quinquenal” les hace frente y permite la continuidad del proyecto justicialista en Argentina y en el espacio. Con esa invitación a un pasado-futuro distópico en el que todavía gobierna el Imperio Justicialista, Juan Ruocco escribió el libro de ciencia ficción El Coloso Justicialista (Editorial El Panda).

El origen de la historia, explicó el autor, está en los proyectos de la big science desarrollados durante la primera y la segunda presidencia de Perón: el avión Pulqui, el automóvil Justicialista, la locomotora a vapor de Livio Dante Porta y, en especial, el Proyecto Huemul, que sentó las bases para la Comisión Nacional de Energía Atómica (Conea) y el Instituto Balseiro. 

“Yo conocí el proyecto de Isla Huemul como una especie de rumor o mito que circulaba en 2010, cuando había una efervescencia del kirchnerismo y se redescubrían cosas épicas del primer peronismo -contó Ruocco a El Grito del Sur-. Pero años después leí en la revista Mundo Atómico (que formaba parte de las publicaciones hijas de la revista oficial Mundo Peronista) que existió este proyecto en el que el científico austríaco Ronald Richter se proponía lograr la fusión nuclear, que era algo que hubiese puesto a la Argentina 60 años adelante en materia tecnológica. El proyecto falló y cuando la investigación fue revisada años después por otros científicos no se sostenía. Me pareció un sustrato mítico interesante porque juntaba big science, un escenario de laboratorio en una isla en medio de un lago de la Patagonia y un científico medio loco y exiliado con un proyecto fallido”.

Restos de las instalaciones donde se trabajó el Proyecto Huemul en Isla Huemul, Río Negro.

Pero en El Coloso Justicialista el científico tiene éxito y logra crear un robot gigante, al mejor estilo de Mazinger Z con la doctrina del General abajo del brazo. En la historia, es Evita quien manda a crear en 1949 el Grupo de Investigación Operativa para crear un arma que frene a los enemigos golpistas de Perón. 

“Es ella la que manda a hacer el proyecto porque ve la situación de otra manera y Perón cree que el Ejército no lo va a traicionar. Tiene un poco de eso de que si Evita hubiese estado viva, el ‘55 hubiera tenido otro color. Perón dijo ‘Entre la sangre y el tiempo, elijo el tiempo’. Bueno, acá hemos elegido la sangre”, detalló el autor.

Y es esa batalla de 1955 la que sella un futuro nacional, popular y cósmico. La consolidación imperial y tecnológica peronista también tiene que hacerle frente a hechos similares a los de la realidad: qué hacer luego de la muerte del líder. “Arman una supercomputadora con el cerebro de Perón y eso funciona abajo del Monumento al Descamisado, que en la historia se termina y es un escenario muy importante, pero algunos grupejos anti infectan la máquina y hay una guerra facciosa en este imperio milenario. Como que es inevitable escaparle a la propia interna”, afirmó Ruocco.

El Monumento al Descamisado nunca se concretó. Iba a ser el mausoleo de los restos de Evita.

El libro toma también algunos personajes de la realidad y los adapta al contexto futurista con tintes dinásticos. Por las páginas de El Coloso… desfilan John William Cooke III, Lorenzo Miguel VII y algún descendiente de Antonio Cafiero porque, explicó el autor, “en la historia del peronismo no puede faltar un Cafiero”.

Y, como buena historia de ciencia ficción, la trama plantea dilemas ético-tecnológicos del presente. Los peronistas de El Coloso… se dividen entre aquellos que habitan la Tierra y los que viven en el espacio, aunque sin ningún Elon Musk que los lleve en su cohete de Space-X. “Pero acá los colonos del espacio desarrollan unos poderes psíquicos y dicen que no se puede detener el progreso, mientras que la gente de la Tierra dice que mientras no haya justicia social en el planeta, no puede haberla en el espacio. Esa tensión en la vida real se resuelve en el mercado”, subrayó Ruocco.

Los proyectos liderados por científicos alemanes recién salidos del régimen nazi, y que quedaron truncos a partir del golpe cívico-militar del ‘55, tuvieron un final exitoso en otras potencias. “Kurt Tank, que es el creador del Pulqui, y Reimar Horten hacen unos prototipos de aviones avanzadísimos. Perón le pide a Horten que tengan alguna utilidad y es así que crean el ‘Naranjero’, que iba a servir para exportar naranjas. Estados Unidos lo busca después a Horten y lo ponen a trabajar a partir de ese prototipo y crea un bombardero estratégico. Lo mismo sucede con las locomotoras a vapor de Dante Porta: eran los más rápidos de la época y se suele decir que los ingenieros japoneses se inspiraron en eso para hacer los trenes bala”, relató Ruocco. Pero en el universo de El Coloso Justicialista “hay una concreción de los proyectos” de ese primer peronismo resplandeciente. “Es qué hubiera pasado si todos los gobiernos se hubieran resuelto casi sin problemas y con ese modelo de los años 50 de un Estado de bienestar para todos”.

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Ludmila Ferrer

Periodista y Licenciada en Comunicación Social (UBA). Escribe también en Página/12 y sigue más podcasts de los que puede escuchar.