Maldita cocaína

💊 Muchxs de ustedes recordarán la frase con la que amaneció empapelada la Ciudad de Buenos Aires el 20 de enero del 2000. Veinte años después, parece ser cada vez más inminente la centralidad de despenalizar para poder regular la circulación de sustancias.

Mientras termino de escribir estas líneas llega a 23 el número de personas muertas por haber consumido cocaína con algún tipo de sustancia de corte. Según declaraciones del Ministro de Salud de la Provincia de Buenos Aires (PBA), Nicolas Kreplak, se atendieron 214 consultas de intoxicaciones en 24 horas.

Muchxs de ustedes recordarán la frase con la que amaneció empapelada la Ciudad de Buenos Aires el 20 de enero del 2000[1]. Con ese mensaje el equipo comunicacional del entonces presidente Fernando De la Rúa, encabezado por Darío Lopérfido, lanzaba una supuesta campaña de prevención del consumo de cocaína. Maldita cocaína vino a convertirse en un inadecuado remixado de aquel periodo denominado maldita policía que provocó en enero de 1994 la masacre ocurrida en la localidad de Wilde[2] donde uniformados de la fuerza de seguridad provincial armaban redadas para perseguir y matar a inocentes que se negaban a pagar el canon-coima a cambio de dejar territorios liberados para la comisión de ilícitos que iban desde vender sustancias ilegales hasta asaltar a gran escala.

Según parece, la expresión surgió también en el contexto de la temporada que Diego Maradona pasó en La Habana recuperándose en un centro de salud para el tratamiento de las adicciones.

No tardaron en sumarse las voces críticas de expertos que señalaban que la pretendida campaña de prevención carecía no solo de contenido preventivo sino que se enfocaba en los efectos del consumo, no aportaba información sobre donde pedir ayuda, profundizaba los estereotipos sobre las drogas y era tan alarmista que podría tentar a la curiosidad de quienes no hubieran querido probar antes.

El hábito de dotar de atribuciones subjetivas a un objeto/sustancia está largamente documentado en la literatura sobre los estereotipos de la droga. Las alusiones tales como el “flagelo de la droga” o la droga es “un viaje de ida” alimentan creencias que atribuyen unas propiedades demoníacas a la droga, produciendo lo que se ha llamado el fetichismo de la sustancia.

Tomas Szasz plantea que la percepción alarmista en relación a algunas drogas y a ciertos consumidores, se constituyen en una táctica especialmente apropiada para reforzar el supuesto peligro como el motivo que justifica la persecución y culpabilización.

Llegó la hora de avanzar con algunos pendientes de cara a delinear más y mejores políticas en materia de drogas.

Las alusiones tales como el “flagelo de la droga” o la droga es “un viaje de ida” alimentan creencias que atribuyen unas propiedades demoníacas a la droga.

Rock para los dientes[3]

Cabe repasar algunos hitos en los caminos que ha seguido la Argentina en cuanto a políticas y normativas en temas de drogas.

En 1986, la Corte Suprema se expide en el Fallo “Bazterrica”[4] sosteniendo que al reprimir la tenencia de estupefacientes para uso personal se vulnera el principio de reserva[5] consagrado por la Constitución de la Nación. La Corte se posiciona en contra de la noción de peligrosidad cuando no esté en juego la salud pública.

En el plano internacional empieza a crecer el ideario de lo que se conoce como la ilusión represiva: una combinación entre castigo y tratamiento con eje en los consumidores de drogas basada en el convencimiento de que la represión permitirá alcanzar un mundo sin drogas. Estos planteos se plasman en 1988 en lo que se conoce como la Convención de Viena, que fue decisiva para consolidar el modelo prohibicionista [6].

Al año siguiente se crea en nuestro país la Secretaría especializada en temas de drogas. Antes llamada Secretaría de Programación para la Prevención de la Drogadicción y la Lucha contra el Narcotráfico y actualmente Secretaría de Políticas Integrales sobre Drogas de la Nación Argentina. La SEDRONAR fue creada el 17 de julio de 1989 bajo la presidencia de Carlos Menem, reemplazando a la Comisión Nacional Coordinadora para el Control del Narcotráfico y el Abuso de Drogas. Dos meses más tarde se sanciona la aún vigente Ley penal de Estupefacientes (N° 23.737).

La década de los ’90[7] quedó signada para los países dependientes por la sumisión al discurso de lucha contra las drogas impulsado por los Estados Unidos. En paralelo se mantuvo velado que el mayor problema de algunas de esas personas es la mirada social con la que se las estigmatiza, la situación de vulneración de derechos en la que viven y la escasa o nula posibilidad de ser incluidos socialmente.

Desde el 2000 en adelante, comenzaron a adquirir más fuerza discursos alternativos que han puesto en evidencia que el gasto económico desmesurado en la represión ha fracasado en todas sus caras: no ha disminuido la demanda de drogas, ni su oferta, ha poblado las prisiones de jóvenes pobres, ha aumentado la estigmatización sobre las personas consumidoras y ha permitido la vulneración de todos sus derechos, principalmente el derecho a la atención en salud[8].

Mientras se siga sosteniendo en el ideario social la caracterización del consumidor de drogas peligroso y transgresor y el paradigma que resiste sea el de la simplificación, dicotomización y fragmentación, no habrá integración posible. Mientras se aborde como un tema cuyo centro es la conservación intacta del estigma de la peligrosidad, la delincuencia y la enfermedad, no habrá inclusión social posible. Mientras las intervenciones conserven un núcleo moral y doctrinario e ignoren el sufrimiento inherente a ciertos padecimientos tanto como el placer inherente a ciertos consumos, no habrá una transformación de los discursos que sea posible.

Mientras se siga sosteniendo en el ideario social la caracterización del consumidor de drogas peligroso y transgresor, no habrá integración posible.

Desestigmatizar, despenalizar y deconstruir

En España se utiliza el concepto de normalización del problema para significar que los gobiernos y la sociedad admiten que los consumos problemáticos han obtenido una base social firme. Es decir se origina, se comercializa, se consume y produce sufrimientos.

Visibilizar estos procesos conduce a la transformación de las estrategias de intervención en cada uno de esos niveles de complejidad de la problemática.

Parece ser cada vez más inminente la centralidad de despenalizar para poder regular la circulación de sustancias. Hace años que algunos expertos[9] vienen planteando no sólo la importancia de no vender medicamentos por fuera de las farmacias, sino también de los riesgos y los desafíos que le depara al sistema de salud recibir a una persona que ha consumido una sustancia de la que no se conoce su constitución.

Existen experiencias de organizaciones que se dedican a analizar la composición de las sustancias[10] que ingresan a determinados eventos y/o fiestas. Y que difunden información realista sobre la toma de decisiones antes de consumir, los riesgos potenciales y los modos de reducir los daños de los consumos efectivamente realizados.

Cada territorio y colectivo social reviste particularidades que requieren ser tomadas en cuenta al momento de delinear intervenciones y formular políticas.

El llamado a “no consumir sustancias adquiridas en las 24 horas previas a la aparición de las hospitalizaciones” es parte de esa pretendida normalización. No es que la intención sea “que se haga normal”, sino admitir que el problema existe para pensar más y nuevas respuestas oportunas y adecuadas.

La Defensoría del Público de Servicios de Comunicación Audiovisual ha recordado[11] mediante redes sociales la importancia de abordar la cobertura periodística del hecho como un tema de salud y con perspectiva de derechos.

El Ministerio de Salud de la PBA ha lanzado numerosos pedidos a través de redes sociales y medios de comunicación para alentar a los consumidores de cocaína que presenten determinados síntomas que se acerquen rápidamente a un centro de salud para recibir atención.

No obstante, los discursos políticos y sociales muestran un mapa muy desigual. Mientras un Ministerio[12] admite que hay que descartar la cocaína comprada en las 24 horas previas a la aparición de casos de envenenamiento, una mujer es detenida frente a su hija pequeña en la ciudad de Cipolletti sólo por llevar consigo un cigarrillo de marihuana[13].

Hace más de diez años tras el Fallo Arriola[14], que el Comité científico que asesoraba al entonces Jefe de Gabinete Aníbal Fernández presentó un Plan Nacional de Drogas que contenía lineamientos para la investigación y persecución del narcotráfico, el abordaje del problema del consumo de alcohol, psicofármacos y otras sustancias psicoactivas y la prevención entre otros tópicos.

Por entonces Fernández llamaba a “dejar de perseguir perejiles”[15].

Pareciera ser la hora de barajar y dar de nuevo. Armar una mesa de trabajo interministerial, cambiar la legislación sobre estupefacientes para enfocar al narcotráfico y dejar de perseguir y estigmatizar consumidores, profundizar la perspectiva de derechos para la atención de personas con consumos problemáticos y continuar el fortalecimiento de los niveles de complejidad del sistema de salud para ampliar los procesos de atención.

¿Cuánto tiempo más llevará?[16]


[1] https://www.pagina12.com.ar/2000/00-01/00-01-21/pag13.htm

[2] https://www.lanacion.com.ar/seguridad/adn-del-crimen-la-maldita-policia-nacio-con-270-balazos-nid2323023/#:~:text=La%20llamada%20Masacre%20de%20Wilde,a%20pagar%20las%20coimas%20por

[3] Tema de Patricio Rey y sus Redonditos de Ricota. Álbum Bang Bang estas liquidado(1989)

[4] Se trata de Gustavo Bazterrica: músico e integrante del grupo Los abuelos de la Nada.

[5] Supone la libertad de hacer todo lo que no está prohibido por la ley.

[6] Convención contra el Tráfico Ilícito de Estupefacientes y Sustancias Psicotrópicas.

[7] https://elgritodelsur.com.ar/2021/06/para-dejar-atras-los-90-drogas.html

[8] Vázquez (2014): “Estigma, drogadependencia y subjetividad: procesos de estigmatización y su relación con la accesibilidad de personas drogadependientes a servicios de salud de la Ciudad de Buenos Aires. Tesis Doctoral. Facultad de Psicologia. Universidad de Buenos Aires.

[9] Carlos Damin es Jefe del Servicio de Toxicología del Hospital General de Agudos Dr. Juan A. Fernández y Titular de la Cátedra de Toxicología de la Facultad de Medicina de la Universidad de Buenos Aires.

[10] https://www.instagram.com/energycontrol_rdr/?hl=es

[11] https://www.facebook.com/DefensoriaDelPublico/

[12] https://www.pagina12.com.ar/399243-cocaina-adulterada-en-hurlingham-sergio-berni-pidio-a-quiene

[13] https://www.cronica.com.ar/policiales/En-violento-accionar-policial-una-mujer-fue-detenida-por-tener-marihuana-su-hijita-presencio-todo-20220202-0113.html

[14] Corte Suprema de Justicia de la Nación “Arriola, Sebastián y otros”(25/08/2009)

[15] https://www.pagina12.com.ar/diario/principal/diario/index-2009-09-02.html

[16]Tema de Serú Girán. Álbum: Bicicleta (1980)

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