Los riesgos de un kirchnerismo subalterno

✍️ La renuncia de Máximo Kirchner como presidente del bloque de Diputados del FdT plantea un nuevo equilibrio de fuerzas dentro de la alianza oficialista y agita nuevamente la hipótesis de un reacomodamiento centrista del Gobierno.

Que se tuerza pero que no se rompa. La renuncia de Máximo Kirchner como presidente del bloque de diputados oficialistas plantea un nuevo equilibrio de posiciones dentro del FdT: si el acuerdo con el Fondo Monetario Internacional (FMI) prospera en el Congreso, posiblemente no tenga el acompañamiento del kirchnerismo más duro e indefectiblemente Alberto Fernández buscará recostarse nuevamente en la CGT, los gobernadores, un sector de los movimientos sociales e incluso en un sector de la oposición. 

Si este último escenario -catastrófico por cierto- ocurriera, un eventual reacomodamiento centrista del Gobierno conduciría a la hipótesis de un kirchnerismo subalterno (replegado en las filas del Congreso de cara a 2023), lo cual implicaría necesariamente la pérdida de posiciones de los funcionarios más cercanos a CFK que actualmente ocupan las carteras más estratégicas dentro del Ejecutivo. ¿Qué hará la vicepresidenta? Por ahora continúa en un modo de silencio sepulcral y no se espera un portazo de ella a lo Chacho Álvarez -el propio Alberto Fernández dijo que Cristina no apoya la renuncia de su hijo-, aunque durante su última aparición pública en Honduras se mostró en un tono muy duro contra los planes de ajuste impuestos desde afuera (léase FMI). 

Frente a la profundización del «fuego amigo», el desgaste de la figura presidencial es cada vez mayor y todo indica que en un contexto de ajuste no soportaría el arduo camino hacia la reelección. Alberto señaló que «no hay nada para festejar» en este nuevo programa del FMI, pero se encargó de presentarlo como la única opción posible. Ya en la anterior crisis política, signada por la derrota electoral de 2021, la lectura de los resultados había sido divergente: para el kirchnerismo duro se perdió por el «bolsillo» y la política de ajuste fiscal, mientras que para el Presidente fue imperdonable haber abandonado el centro político. 

El desgaste de la figura presidencial es cada vez mayor y todo indica que en un contexto de ajuste no soportaría el arduo camino hacia la reelección.

A estas alturas, la derecha festeja la posible reestructuración del Frente de Todos y, al mismo tiempo, avala el acuerdo en las (duras) condiciones planteadas. Además de la búsqueda de contribuir al triunfo de Mauricio Macri en 2019, es preciso no omitir el carácter geopolítico del préstamo otorgado por el FMI: su otro objetivo no fue otro que reducir la incidencia de China en la región y someter la política económica argentina al monitoreo estadounidense durante la próxima década. Por su parte, el camporismo ya demostró cómo su capacidad de condicionar iniciativas políticas convive con una creciente imposibilidad de ejercer iniciativa estratégica. La paradoja del león desdentado: el espacio mayoritario y que más caudal de votos aporta vuelve a mostrarse derrotado en la correlación de fuerzas internas.

Quien espera agazapado la posibilidad de volver a ser presidenciable el año próximo es Sergio Massa, que celebró el acuerdo con el FMI y se fortalece al calor de la grieta oficialista como opción de recambio dentro del propio Frente de Todos.

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