Bajo este sol tremendo

🌡️ Un estudio de la Facultad de Agronomía (UBA) encontró que en verano puede haber una diferencia de veinte grados entre las temperaturas del norte y el sur de la Ciudad de Buenos Aires debido a la falta de espacios verdes.

La desigualdad entre el norte y el sur de la Ciudad de Buenos Aires se agudiza: además de la disparidad económica, ahora se suma la diferencia en las temperaturas. Un estudio de la Facultad de Agronomía de la Universidad de Buenos Aires (Fauba) encontró que durante el verano las marcas térmicas en el sur son casi 20 grados superiores a las del norte y esto se debe a la poca cantidad de árboles y espacios verdes.

El informe surgió a partir del estudio del fenómeno “isla urbana de calor”, que implica que alrededor de las ciudades se genera una burbuja de aire más caluroso por el calentamiento que sufren el cemento, el concreto, que continúan emitiendo el calor que acumularon durante el día y que hace que las temperaturas sean superiores a las de las zonas suburbanas.

“El efecto isla de calor ocurre en distintas ciudades argentinas, y en mi tesis quise observarlo dentro de la Ciudad de Buenos Aires. Por un lado, analicé si el fenómeno es igual de intenso en las diferentes zonas de la ciudad; por otro, cómo se distribuye la vegetación urbana. Además, estudié si existe una relación entre ambas propiedades, o sea, si la vegetación regula la temperatura dentro de la ciudad. Con estas ideas en mente revisé imágenes satelitales de todos los veranos entre el 2015 y el 2020”, dijo Paula Galansino, licenciada en Ciencias Ambientales y autora del trabajo.

Para comprobar esta diferencia, Galansino analizó imágenes satelitales del 3 de febrero de 2020 y encontró que mientras en algunos lugares del norte de la Ciudad la temperatura era de 19 grados, en el sur llegó hasta los 42.

“La temperatura fue menor en las zonas de la Ciudad con mayor área vegetada -afirmó la especialista en diálogo con Sobre la Tierra-. Lo medimos a través del índice de vegetación normalizado (IVN), que se calcula a partir de información satelital y que brinda indicios sobre qué tipo de cobertura puede tener una superficie determinada. Si el IVN es 0, eso indica un suelo desnudo o con cemento o con asfalto, mientras que valores cercanos a 1 sugieren que el suelo tiene vegetación. Mis resultados mostraron que a partir de una cierta proporción de área vegetada, un IVN de 0,4, si se aumenta esa superficie verde, la temperatura superficial disminuye”.

La escasez del espacio verde en Buenos Aires no es noticia. Se calcula que en la Ciudad hay un promedio de 6 metros cuadrados de espacio verde por habitante, cuando la Organización Mundial de la Salud (OMS) recomienda que el mínimo sea entre 10 y 15 metros cuadrados.

Primera maqueta del «Parque Nuestro Río»

Asimismo, un informe presentado por el Observatorio del Derecho a la Ciudad (ODC), la Cátedra de Ingeniería Comunitaria (CLIC) de la UBA, el IPYPP y la Defensoría de Laburantes encontró que un tercio de lo que el Gobierno porteño califica como espacio verde se corresponde a canteros, bulevares, plazoletas de cemento, “separadores de tránsito” y veredones.

“El déficit de espacios verdes, si bien es un problema de casi toda la Ciudad, no se distribuye de manera uniforme. Los diferentes relevamientos que realizamos evidencian que en los barrios populares este indicador es cien veces menor a los estándares ambientales recomendados. En Villa 20, un barrio centenario de la Ciudad, donde hace 6 años se lleva adelante un proceso de reurbanización, la superficie verde por habitante es de 0,122 metros cuadrados. Y mientras la OMS recomienda que cada tres habitantes haya un árbol, en promedio en la Ciudad contamos con un árbol cada 7 habitantes, y en Villa 20 con un árbol cada 80 habitantes”, precisó en ese momento Maria Eva Koutsovitis, de la CLIC.

Y algo similar sucedió con el análisis de Galansino. “Encontré que los barrios con mayor porcentaje de hogares con necesidades básicas insatisfechas, principalmente en el centro-sur de la Ciudad, tienen la menor cantidad de superficie vegetada y sufren temperaturas más altas”, detalló. 

Padecer marcas térmicas más elevadas, agregó, profundiza las diferencias sociales ya que el calor extremo puede dañar la salud, pero también implica -entre otras cosas- un aumento mayor en la demanda de energía eléctrica para hacerle frente al clima lo que puede producir más cortes de luz, pero también una boleta más cara.

“Por otro lado, aumenta la posibilidad de transmisión de enfermedades, ya que el calor favorece el desarrollo de los animales o los insectos que las transmiten. El mosquito que transmite el virus del dengue, el Aedes aegypti, es un ejemplo clarísimo”, agregó Galansino.

Sin embargo, la solución no solo radica en sumar espacios verdes en la Ciudad. “Hay que tener en cuenta que al colocar plazas en una zona también aumenta el precio de las viviendas y de los alquileres, y este cambio puede desplazar a los y las vecinas que viven allí -advirtió-. A nivel global, las poblaciones son cada vez más urbanas. En nuestro país, más del 90 por ciento de las personas vivimos en ciudades. Hay mucho para pensar para que las ciudades garanticen una buena calidad de vida para todas las personas que vivimos en ella y no solo para algunas”.

Compartí

Comentarios

El Grito del Sur

El Grito del Sur es un medio popular de la Ciudad de Buenos Aires.
Fundado el 23 de septiembre de 2012 en el natalicio de Mariano Moreno.