Fito musicaliza a Arlt: «Todo es imperfecto amor y obvio»

🎹 Futurología Arlt es el nuevo disco doble e instrumental de Fito Páez. “Quiero presentarles esta obra musical en la que he plasmado la resonancia arltiana en mi vida”, dijo el rosarino cuando lo presentó en redes sociales.

FITO PAEZ Futurología Arlt

¿Por qué un artista recontra consagrado y popular haría un disco doble, casi exclusivamente instrumental, y enteramente conceptual sobre los Siete Locos, un libro escrito por Roberto Arlt a principios del siglo XX? ¿Por qué hoy? ¿Por qué correr ese riesgo en tiempos  de traperos que se miden su ego en likes, o de redacciones pensadas únicamente para generar la instantaneidad de un click?  

En principio porque este artista es un maldito genio. Y segundo, porque alguien lo tenía que hacer. Alguien tenía que musicalizar la Buenos Aires arltiana con la crudeza de “un cross a la Mandíbula”, como diría el autor de El Lanzallamas. No nos podíamos olvidar de esos personajes grises, taciturnos, y maravillosos, por más ejércitos de Marateas que nos tiren por la cabeza.  

Lo cierto es que Futurología Arlt es un CD doble (22 temas en total) en el que Fito Páez y Diego Olivero (productor del disco y su director musical desde hace una década), junto a la maravillosa Orquesta Sinfónica Nacional Checa y con partituras de Ezequiel Silberstein, buscan aquellos sonidos de una de las mayores obras literarias argentinas.

Encontrar las melodías y los tiempos exactos de una novela que ronda el siglo parecería una misión imposible, pero se da de una manera tan orgánica que hace que se vea sin complejidades (y las tiene por todos lados).

El aroma a Piazzola llena absolutamente todo (incluido los silencios). Las cuerdas, los trombones, un bandoneón enorme y los pianos de Fito limpian el aire, por más saturado que esté. Además, el tango, el clásico, Buenos Aires, las galaxias, las cotidianeidades, los rencores, los amores y las traiciones llenan de matices la placa.

Diego Olivero nos describe la estructura de esta Futurología milagrosa y terrenal que pasa de la implosión a la explosión de forma hermosa y constante. “La idea siempre estuvo clara, aunque fuera un delirio. Sabíamos que había que hacerlo con una gran orquesta y no nos importan si se podía hacer o no; o si a alguien le va a interesar. Había que ir con todo. La cosa es que esto empiece a aparecer en el mundo”.

Y agregó: “Todo se dio bastante natural. Rodolfo es fanático de este libro (lo leyó 200 mil veces) Él ya tenía una especie de dramatización con melodías de algunos capítulos. Después fue simplemente ir haciendo piezas, pensando en la historia, los personajes y buscando melodías que tengan espejo en el libro. Se dio todo muy sencillo, básicamente yo estuve orquestando y arreglando pero las composiciones son todas de Fito que siempre tuvo muy en claro para dónde ir”.

Páez y Olivero

El disco abre con Amor es Dinero/Remo Erdosain, como un amanecer donde aparece una de las pocas líneas cantadas (Fito sigue siendo de nuestros mejores poetas). Rodolfo toma el lugar del Narrador (personaje fundamental en la novela) y spoilea un poco el universo al que nos va a llevar: “Corría simplemente el velo y pudimos entrar, Buenos Aires rufián, cuando todo el mundo era un destello”, canta.

Al respecto, Olivero desarrolla: “En el inicio Fito toma el lugar de un presentador que va enseñando la obra. Los violines buscan dar la idea de un amanecer en la ciudad, que se vea el skyline de Buenos Aires y el sol saliendo, mientras este tipo nos introduce al plano instrumental”.

Enseguida Buenos Aires 20/30 hace simplemente del mundo un lugar mejor. Violines hermosos dejan la entrada a un bandoneón piazolesco hasta doler del gran Ramiro Boero. La ciudad como una enorme factoría se mueve, se expande, está viva, y uno lo siente solo con música. Luego todo cae en un bajo hermoso (por Dios, cuánta nostalgia) y lo que era una visión macro se transforma en un zoom de personajes, instrumentos y climas. Todo sin volver a decir una palabra.

De ahí en adelante, el oyente va solo. Todo el disco es casi una sola composición que te va llevando. En ese sentido, Olivero destaca la capacidad de la música instrumental de que “uno propone y el que quiere interpreta y hace la lectura que le permita su vuelo”, a lo que define como “el misterio de la música que da esa libertad, sobre un cacho sonoro impreso”.

El perfume a dolor, oscuridad y locura es casi siempre acompañado por un clima, tanguero y clásico, que se rompe contadas veces. Por ejemplo, en La Caverna donde el jazz interrumpe el orden con un gusto a Prince y Lalala (aquel disco que Fito haría con Spinetta promediando los ochenta).

Sobre si son conscientes que este disco no es solo una bocanada de aire fresco entre tanta cultura chatarra y de consumo ligero, sino una obra rupturista, Olivero opina: “Nosotros jamás pensamos en hacer algo revolucionario o contracorriente, simplemente está la idea, esta necesidad de poner esto en el mundo y pasarlo del pensamiento a lo tangible, a que vos lo puedas escuchar en tu casa”.

“Otros se encargarán de ver si este delirio generará un tipo de ganancia para que tenga financiación, pero nosotros tenemos la suerte de delirar e imaginar. Creo que en ningún momento pensamos en hacer algo histórico sino, con mucho trabajo, dedicación y empuje, poder hacer realidad este idioma que inventamos, que tenemos en la cabeza y que alguien pueda disfrutar en su propio viaje”.

Los guiños de Páez al escritor vienen desde hace varias décadas: “Busco mi piedra Filosofal, en Los siete locos en el mar”(Cadáver exquisito, 1996); “Ganas de matar, dos copas de más, una risa curda, un libro viejo de Roberto Arlt, que no me deja en paz” (Tengo una muñeca que regala besos, 1997); o el “Narrador” en Paranoica Fierita del 2001(en sí, toda la canción tiene una estructura 100% Arlt) son solo algunos ejemplos en los que se ve que ese mundo despiadado, crudo y maravilloso que describía Arlt en sus literaturas atravesó siempre las melodías paecinas.

Pero esta vez fue un paso más allá. Une los dos comienzos de siglo, en sus olvidados, sus postergados, sus heridos, sus chiflados. Como Arlt hizo el futuro nuestro “por prepotencia de trabajo”, él hace el pasado vivo por derroche de arte.

“En realidad la ciudad cambió un montón, pero no cambió nada. Los personajes se repiten, sigue habiendo idealistas patéticos y mezquinos; chantas y locos, a los que la ciudad les da el marco”, cierra Olivero. Es que mientras las calles y sus historias sigan doliendo, los Páez y Arlt nos seguirán salvando. ¡Y que los eunucos bufen!

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