¿Qué pasa con la salud mental de las personas gordas?

✋ "Pedir que nos vean más allá de nuestro peso y volver a remarcar que no existe un número máximo que marque la balanza donde dejamos de ser personas que merecemos respeto". Jimena Carol y Brenda Mato reflexionan sobre la salud mental de las personas gordas.

“Amigas, perdón, pero hoy creo que no voy. Todavía no me siento bien como para estar entre tanta gente, me da un ataque de pánico y qué hago? Mi psicóloga me dijo que ante todo auto cuidado”.

Marcas y logos se hacen eco: Marzo es el mes de la mujer. Entre calendarios con dibujos, mándalas violetas y agendas rosadas podemos hacer una especie de “friendly reminder”, un asterisco para recordar, que 1 de 3 argentines atraviesan trastornos mentales en algún momento de su vida y que muchas veces no se sientan como para estar en las calles no debería ser excusa válida para borrar de un plumazo sus reivindicaciones.

La pregunta es: ¿Por qué las mujeres son en su mayoría las que conviven con trastornos mentales? La sensación sobre esto, es simple: son ellas las más violentadas en un mundo capitalista y patriarcal donde la violencia, que tiene infinidad de formas, algunas más obvias que otras y muchos hilos casi imperceptibles, accionan y afectan.

La violencia se sirve como en la carta de un restaurante, hay de diferentes tipos, temperaturas y sobre todo, no es para todas por igual el impacto; si algo aprendimos en estos años es la existencia de la interseccionalidad y los privilegios.

En ese sentido cabe preguntarse: ¿cómo acciona ese sistema que violenta los cuerpos, y elige a cuáles trata como si deberían extinguirse? ¿Qué pasa con la salud mental de las personas gordas?

Algo que siempre nos resulta llamativo es que cuando se habla de las consecuencias de la “obesidad” se menciona que te genera depresión y ansiedad, básicamente dice que las personas gordas terminan deprimidas por ser gordas y, una vez más, el neoliberalismo nos hace creer que todo lo que nos pasa es nuestra culpa. 

Cuando se ejecutan ese tipo de certezas se está perdiendo el resto del panorama: el problema con los cuerpos gordos no es personal, no es de cada quien con su propio cuerpo, es un problema social. 

El que sientan que su cuerpo no sirve, no es válido y tiene que ser modificado, no es una idea que nace de cada individuo. Que el mensaje sea “combatir” y siempre estar en contra de la existencia de las corporalidades gordas se traduce en una violencia sistemática y estructural que atraviesa todos los espacios. Desde la imposibilidad de elegir cómo vestirse y usar “lo que hay” casi como un descarte, de no entrar en los asientos de los espacios públicos como cines o transportes, hacer un escaneo de cada silla que ofrecen los restaurantes antes de decidir si queremos o no comer allí y hasta ser rechazados constantemente en el sistema de salud, si, ese sistema del que les exigen constantemente formar parte.

La salud cumple un rol fundamental a la hora de pensar a las femineidades, y sobre todo las femineidades gordas; en nombre de la salud física somos bombardeadas, maltratadas, violentadas, aisladas, y nuestra salud mental recibe todo eso. La ecuación directa nos resume este panorama: en nombre de la salud física, las personas gordas son violentadas constantemente e imposibilitadas de vivir una vida con bienestar, mientras que la sociedad hace de cuenta que la salud mental es un eje insignificante, porque claro, no es visible.

Y esto que nos pasa no se soluciona con “amor propio”. ¿Cómo me amo si constantemente me están diciendo que todo lo que hago y lo que soy está mal? Es imposible construir una autoestima sana en este contexto, es imposible gozar de buena salud si constantemente se atenta contra ella.

Salir a la calle encolumnades con el reclamo de la despatologización, es pedir que nos vean más allá de nuestro peso y volver a remarcar que no existe un número máximo que marque la balanza donde dejamos de ser personas que merecemos respeto y un trato digno. También nos recuerda que la salida de todo esto que nos pasa es colectiva y que necesitamos ir juntes creando nuevos caminos y reclamando políticas publicas que mejoren la vida de las personas. Existimos y tenemos derecho a una vida plena independientemente del tamaño de nuestro cuerpo. 

Somos visibles y nuestros reclamos deben ser escuchados en todas sus formas. En las calles o fuera de éstas.

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