Tomar un avión, secuestrar al Comisario y cantar el himno en Malvinas

🇦🇷 En 1966, un grupo de 18 militantes tomó un avión de Aerolíneas Argentinas y desembarcó en Malvinas. Crónica del Operativo Cóndor.

Recién empezó la primavera, pero todavía sopla un fresco potente. En el aeroparque Jorge Newbery de la Ciudad de Buenos Aires, un grupo de 42 personas se dispone a abordar el vuelo de Aerolíneas Argentinas que los llevará a Río Gallegos. Es un viaje corto, no más de dos horas. Pero lo que debiera ser una travesía de rutina se convertirá en una gesta heroica y soberana. Pasada la mitad del vuelo, cuando la aeronave sobrevuela la localidad santracruceña de San Julián, dos jóvenes armados de no más de treinta años se levantan de sus asientos para entrar a la cabina del piloto. Se enciende la radio y el anuncio no sugiere abrocharse los cinturones ni reclinar los asientos. ¡El avión está tomado! Es 29 de septiembre de 1966 y un grupo de 18 militantes acaba de apoderarse del Douglas DC4 de Aerolíneas que desembarcará en Malvinas para izar la bandera nacional y cantar el himno.

Podría ser un cuento de Osvaldo Soriano: un periodista, una dramaturga, cuatro metalúrgicos y algunos estudiantes, todos ellos militantes nacionalistas, secuestran un avión comercial con el objetivo de desembarcar en Malvinas. Izan el pabellón nacional, toman como rehenes a algunos isleños -incluido el jefe de policía-, y exigen al gobernador de las Islas reconocer la soberanía argentina sobre las mismas. Entre los pasajeros están el gobernador argentino de Tierra del Fuego, Antártida e Islas del Atlántico Sur y un invitado estratégico: el periodista Héctor Ricardo García, dueño del diario Crónica, que viajó hasta allí con una cámara de fotos y la primicia, con la estratégica tarea de cubrir la gesta.

Liderados por Dardo Cabo -periodista, metalúrgico y que luego dirigiría la revista El Descamisado-, el grupo cambió el rumbo del avión, elevó la altitud de vuelo y rumbeó para el Atlántico Sur. Llevaban armas y banderas y habían asumido la tarea de rebautizar el lugar de aterrizaje como Puerto Rivero, en homenaje al gaucho entrerriano que en la invasión de 1833 resistió la ocupación británica de las Islas.

Las mañanas de los kelpers suelen ser tranquilas. El balido de una oveja, el silbido del viento y pocos eventos más interrumpen la calma isleña. Pero esa mañana hubo un aterrizaje estruendoso, fuera de pista y un grupo de personas desembarcó con sogas y desplegó siete banderas argentinas en la proa del avión. Los colonos sorprendidos se acercaron a ver lo que sucedía. Cuando llegaron, la curiosidad mató al gato: algunos de los ingleses, entre ellos el jefe de Policía y el jefe de Marines, fueron tomados de rehenes. El Operativo Cóndor comenzaba a tomar volumen y los militantes cantaron el himno en suelo patrio bajo dominio inglés.

La tensión se extendió por varias horas. Una postal antiimperialista en plena década del sesenta. Mientras todo esto sucedía, en el continente el dictador Juan Carlos Onganía -que había ocupado la presidencia apenas tres meses antes- se reunía con el Príncipe Felipe, consorte de la reina británica.

No pasó mucho tiempo hasta que la aeronave que alojaba a los militantes fue rodeada por tropas inglesas con jeeps, metralletas y a la espera de la instucción de disparar. Sin intención de rendirse, el comando argentino solicitó la presencia del cura Rodolfo Roel, un párroco que ofició una misa y asumió la compleja tarea de mediar en el conflicto. Al atardecer del 1º de octubre, dos días después del desembarco, la totalidad de los militantes fueron trasladados a la nave ARA Bahía Buen Suceso, que los llevaría nuevamente hasta territorio continental.

A su regreso, Dardo Cabo entregó las banderas argentinas al gobernador José María Guzmán. «Señor gobernador de nuestras islas Malvinas, le entrego como máxima autoridad aquí de nuestra patria, estas siete banderas. Una de ellas flameó durante 36 horas en estas Islas y bajo su amparo se cantó por primera vez el Himno Nacional», sentenció el militante nacionalista.

Al voler, los integrantes del Operativo Condor fueron juzgados por su acción. La mayoría estuvieron detenidos durante los 9 meses que duró el proceso judicial, pero Cabo junto a Alejandro Giovenco y Juan Carlos Rodríguez tuvieron que cumplir tres años de condena debido a que contaban con antecedentes penales. Ya incorporado al peronismo revolucionario, Dardo Cabo fue asesinado en 1977 por la última dictadura cívico militar.

Actualmente, los siete pabellones patrios que flamearon durante dos días en las islas Malvinas se encuentran distribuidos en distintos lugares simbólicos del territorio nacional: en el Salón de los Pasos Perdidos del Senado Nacional, el patio Islas Malvinas de la Casa Rosada, en el Museo del Bicentenario, en la Basílica de Itatí, en la Basílica de Luján, en la ex ESMA y la última en el mausoleo del expresidente Néstor Kirchner en el cementerio de Río Gallegos. Sin dudas, más temprano que tarde, una de esas banderas volverá a flamear en las Islas Malvinas.

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Yair Cybel

Una vez abrazó al Diego y le dijo que lo quería mucho. Fútbol, asado, cumbia y punk rock. Periodista e investigador. Trabajó en TeleSUR, HispanTV y AM750. Desde hace 8 años le pone cabeza y corazón a El Grito del Sur. Actualmente también labura en CELAG y aporta en campañas electorales en Latinoamérica.