Después de dos años de cursada sin presencialidad y de, al menos, dos camadas de estudiantes que no conocen los edificios que alojan las carreras que cursan, finalmente vuelven las clases presenciales a la universidad más grande y masiva del país y con éstas las elecciones estudiantiles.
La vida política en la Universidad de Buenos Aires (UBA) es una de sus características distintivas. Heredera del gobierno tripartito que se definió tras la Reforma Universitaria de 1918, les estudiantes de la UBA pueden elegir a sus representantes que tienen voz y voto en las instancias de dirección de la alta casa de estudios. Este año, las tradicionales elecciones de autoridades estudiantiles serán entre el 4 y el 8 de abril y se dan en un contexto peculiar.
«La fecha de las elecciones fue definida unilateralmente y de manera inconsulta por el Rectorado y su espacio oficialista», explica Santiago de Lojo, consejero superior estudiantil y militante de La Cámpora. «Se van a realizar en un primer cuatrimestre muy particular: con la mitad del estudiantado que no conoce la universidad y una vuelta a la presencialidad compleja y difícil desde lo logístico y lo operativo», agrega De Lojo, estudiante de la Facultad de Ciencias Exactas.
«El interrogante es si las condiciones están dadas o no para hacer las elecciones», señala Fede Pacha, consejero directivo de Farmacia y Bioquímica y militante del Partido Obrero.
«Es una fecha mucho más temprana que lo esperado, incluso de lo que se había hablado en diciembre con el rector y con los distintos espacios políticos que componen la UBA», apunta en diálogo con este medio Mariana Gottardo, consejera superior y militante de La Mella. «No hubo ningún tipo de diálogo y a niveles organizativos esta fecha implica muchas más complicaciones», agrega la representante estudiantil.
«Las factulades con más suerte van a tener tres semanas de clase hasta las elecciones, pero hay algunas como la Facultad de Arquitectura, Diseño y Urbanismo que literalmente van a llegar a la universidad y encontrar la urna puesta para votar», dice De Lojo. Por su parte, Gottardo señala: «Lamentamos que está decisión haya sido tomada a espaldas de los estudiantes. De esta manera solo se atenta contra el trabajo de muchas agrupaciones que hacen un esfuerzo porque existan elecciones lo más amplias, democráticas y participativas posibles». En la misma línea se posiciona Pacha: «Hay debates de la juventud que no se podrán expresar habiendo tan poco tiempo: esta decisión busca censurar el debate en beneficio del aparato de las gestiones y el Rectorado. Quieren una elección rápida y sin discusión».
Entre les estudiantes llamó la atención la prontitud de la convocatoria, apenas un mes antes de las elecciones, un período mucho menor del que suelen contar las agrupaciones para preparar los comicios. «Es todo una gran maniobra para que las elecciones sean de prepo, que no se puedan dar las discusiones necesarias de cara al estudiantado. Buscan obturar el debate después de dos años en que el oficialismo de la universidad no pudo darle al estudiantado las respuestas que requerían», sentencia De Lojo.
«No hay que olvidar que el inicio de clases se está dando en un marco donde el Gobierno nacional viene de cerrar un pacto con el FMI, apoyado por la oposición. Este pacto va a agravar las condiciones de la juventud y de la universidad, donde se prevé un recorte fenomenal y que se traduce en un peor estado de la educación y peor calidad de vida de la juventud -denuncia Pacha-. Nuestro planteo es construir Centros de Estudiantes que se pongan en pie de lucha, que enfrenten el pacto con el FMI y que saquen a los estudiantes del fondo».
Las elecciones se realizarán de manera presencial y simultánea en las 13 facultades de la Universidad de Buenos Aires y auguran un escenario donde los oficialismos puedan hacer uso de las herramientas de gestión que poseen para refrendar sus mandatos.
