«Los bienes culturales no pueden depender del mercado»

🎬 Representantes del sector cinematográfico denuncian que a fin de año caduca el Fondo de Fomento y que se pone en riesgo la autarquía del Incaa y la financiación de las películas nacionales.

Cientos de cineastas, estudiantes y docentes se manifestaron contra el recorte presupuestario y el constante ataque a la industria cinematográfica nacional.

El cine nacional está en peligro. Representantes del sector advirtieron que el 31 de diciembre de este año caduca el Fondo de Fomento Cinematográfico, lo que pone en riesgo la autarquía del Instituto Nacional de Cine y Artes Audiovisuales (Incaa) y la financiación de las películas producidas en el país. El lunes 11 de abril a las 15 horas se hará una marcha hasta el organismo que encabeza el director Luis Puenzo para visibilizar la situación. Desde el oficialismo impulsan en el Congreso un proyecto de ley para prorrogar la caducidad del Fondo.

“Sin el Fondo es difícil pensar en películas que sean independientes de grandes estudios y plataformas. Hay películas que dependen muchísimo de que el Instituto brinde esos subsidios, que se cobran después del estreno, pero que te permite planificar tu película”, dijo a El Grito del Sur Vanessa Ragone, presidenta de la CAIC (Cámara Argentina de la Industria Cinematográfica) y productora de El secreto de sus ojos, Las viudas de los jueves, Tesis sobre un homicidio y la serie Carmel, quién mató a María Marta, entre otras.

“Hoy nadie se anima a empezar una peli o a tomar un compromiso para el próximo año con actores, técnicos, guionistas. No sabés cómo va a subsistir tu productora porque sólo subsiste si hilvana una película con otra. La situación es grave para todos, ni hablar para la producción independiente que necesita mucho apoyo estatal”, agregó.

La Ley de Cine, sancionada en 1994, determinó que el Fondo de Fomento se nutra principalmente de dos impuestos: uno a la exhibición en salas, a cargo del espectador, y otro proveniente de lo recaudado por el Enacom (en ese momento, el Comfer), a cargo de los licenciatarios, entre otros ingresos como donaciones o recupero en la devolución de créditos a la producción y el alquiler de videos.

Pero en diciembre de 2017, en pleno intento de reforma previsional, el macrismo envió al Congreso un proyecto de ley ómnibus -en cuyo título no estaban mencionadas las palabras “cultura” ni “cine”- que incluyó por primera vez un plazo de vencimiento a la asignación específica de fondos para sostener producciones audiovisuales, además de modificar también las asignaciones específicas al Instituto Nacional del Teatro (INT), al Instituto Nacional de la Música (Inamu), a bibliotecas populares de todo el país y a la Defensoría del Pueblo.

Esto significa que, de no derogarse estos incisos o prorrogarse el plazo establecido para diciembre de 2022, los gravámenes seguirán existiendo, pero ingresarán en adelante a las Rentas generales del Estado y no de forma directa al Fondo de Fomento Cinematográfico. El Incaa quedaría sin recursos propios para funcionar, pasando a depender de lo que cada año le asigne la Ley de Presupuesto y perdiendo su carácter de autarquía definido en su ley fundante. 

«Las hijas del fuego», película de Albertina Carri.

“La Constitución dice que los fondos de asignaciones específicas tienen que tener fecha de caducidad. Cuando se hace la reforma del macrismo encuentran que nunca se había hecho y pusieron una fecha. Pero nadie se dio cuenta, nadie se alarmó hasta que un día alguien descubrió que la fecha es inmediata”, señaló Ragone.

El diputado del Frente de Todos, Pablo Carro, presentó un proyecto de ley para prorrogar la caducidad, aunque todavía no hay acuerdo de por cuánto tiempo sería. Tampoco hay fecha para que se trate en el recinto porque sigue en debate en las comisiones.

“Ojalá que el proyecto se mueva -dijo Ragone-. Carro y su equipo tienen buenas expectativas, pero hay que hacer un esfuerzo para ponerlo en debate y que se nos escuche. Estamos en abril y el Fondo se cae en diciembre”.

La presidenta de CAIC agregó que perder la financiación implicaría “quedarnos sin el semillero” de profesionales cinematográficos que históricamente ha sido Argentina y se pasaría a depender de estudios internacionales. “Y eso es la pérdida de soberanía”, afirmó.

“Las plataformas (que en Argentina no tributan) generan trabajo en un momento difícil y te hacen circular por el mundo. Pero desde el Estado se tienen que seguir fomentando óperas primas, películas más experimentales, que es lo que hace que tu lenguaje crezca. Cuando las plataformas producen originales buscan nombres ya reconocidos, pero los bienes culturales no pueden depender del mercado. Necesitás libertad creativa y eso te lo da el fomento del Estado”, concluyó Ragone.

Compartí

Comentarios

Ludmila Ferrer

Periodista y Licenciada en Comunicación Social (UBA). Escribe también en Página/12 y sigue más podcasts de los que puede escuchar.