Paritarias en llamas

🛠️ Los acuerdos paritarios del periodo 2022/23 finalizaron para más de una docena de gremios, con aumentos que van del 41% al 59,5%. La gran mayoría se ubicó por debajo de las proyecciones de precios del Banco Central para 2022 (alrededor del 60%), pero casi todos los gremios fijaron cláusula de revisión.

“No al impuesto al salario” fue la consigna que impulsó los últimos 5 paros nacionales que tuvo que campear el kirchnerismo durante el segundo mandato de Cristina. Luego vendría la fugaz incursión presidencial del senador Pinedo (exactamente 12 horas) y ese nubarrón liberal que ensombreció el bolsillo de millones de argentinos y argentinas como si se tratara de una noche cerrada y sin tiempo en la que solo quedarían rastros de padecimiento, dolor y hambre.

Fue entonces cuando el neoliberalismo tomó la delantera y curvó el debate del salario en pocos meses, al cabo de los cuales ya no hubo condiciones para recuperar el poder adquisitivo de los ingresos. Lo que estaba en juego era el empleo, y la implantación de un modelo, que no solo obligó al conjunto de la clase trabajadora a enfrentar un ajuste brutal, sino que tuvo como objetivo efectuar una reforma estructural del régimen laboral.

Los resultados de esos cuatro años de neoliberalismo hoy son bien conocidos. De 2015 a 2019, la inflación interanual pasó de 26,9% a 55,8%; el salario mínimo cayó un 29,5%; y las jubilaciones descendieron 15 puntos. La desocupación se incrementó del 7% al 10% (solo en 2018 más de 190.000 trabajadores quedaron sin empleo). Durante el periodo mencionado cerraron 24.537 empresas.

Las cifras del INDEC también son concluyentes. En base a datos del organismo, la consultora LCG estima que desde noviembre de 2017 los salarios acumulan una caída del 21,6% en promedio. Y hasta fines de 2021, los trabajadores registrados privados tuvieron una merma del 18%, mientras que los del sector público sufrieron una caída del 22%, y los no registrados, una pérdida del 31%.

Ante este desolador panorama, el gobierno de Alberto Fernández ha planteado en reiteradas oportunidades la necesidad de que los salarios le ganen a la inflación. Un incremento del 45% en el salario mínimo vital y móvil, el adelantamiento de las paritarias para más de una veintena de gremios y el reciente bono a trabajadores y trabajadoras de la economía popular, empleadas de casas particulares, jubilados, jubiladas y monotributistas son parte de los esfuerzos que está realizando el Ejecutivo para evitar una caída mayor en los ingresos reales, producto del aumento descontrolado de precios.

“La paritaria es un parche, siempre corremos de atrás”, manifestó recientemente el secretario general de la CTA, Hugo Yasky. Veamos. Los acuerdos paritarios para el periodo 2022/23 han finalizado para más de una docena de gremios, entre los que se destacan Panaderos (45%, 4 tramos), Estaciones de servicio (48%, 4 tramos), Universitarios (41%, 3 tramos), Mercantiles (59.5, 7 tramos), Docentes (45.4%, 4 tramos), Metalúrgicos (45%, 3 tramos), Remiseros (45%, 6 tramos), Industria del vestido y afines (53.4, 2 tramos), Federación de la Carne (55%, en un periodo de 10 meses), Trabajadores Marítimos (53%, 1 tramo) y Ladrilleros (45%, 2 tramos). En todos los casos se prevé cláusula de revisión para evitar que los salarios queden atrasados frente al aumento de precios.

Como bien se observa, la lista de acuerdos aún se mantiene en general por debajo del Relevamiento de Expectativas de Mercado (REM) que publica el Banco Central, y que ubica el Índice de Precios al Consumidor alrededor del 60% para 2022. Y aunque el ministro de Trabajo Claudio Moroni haya afirmado que en los casos donde los aumentos sean insuficientes “vamos a abrir las paritarias las veces que sea necesario”, lo cierto es que el 6,7% de inflación de marzo y casi el 5% que se estima para este mes de abril, hacen suponer que no hay paritaria que aguante.

La paritaria de Camioneros, que el viernes por la tarde logró un incremento semestral del 31% en dos tramos y revisión en octubre, podría transformarse en una excepción. En estas excepciones también estarían incluidos los Petroleros que abrocharon un 21% en dos cuotas, solo para el periodo abril – junio de este año (con la expectativa de superar el 70%), los municipales de Morón que alcanzaron un incremento promedio del 80% dependiendo la categoría, el personal de seguridad que obtuvo un histórico 85.7%, y los Bancarios, quienes llevaron adelante el pasado jueves un paro general en rechazo al 55% que ofrecieron las cámaras. 

La negociación paritaria en el contexto actual es una herramienta necesaria pero insuficiente para salvaguardar el poder adquisitivo del salario si no va acompañada de un shock distributivo y decisión política. Las herramientas para lograrlo están al alcance de un decreto: el otorgamiento de bonos al sector público y privado, y el congelamiento de las tarifas de servicios públicos, que han venido aumentando y se presume con cierta certeza que lo sigan haciendo en los próximos meses, según lo establece la letra chica del reciente acuerdo con el FMI.

Por último, ante la falta de efectividad en el control de precios de los alimentos, ¿el Gobierno no debería desempolvar la promovida Empresa Nacional de Alimentos para, en palabras de la portavoz del Ejecutivo, “garantizar precios bajos y ayudar a los pequeños productores de verduras frescas”? Una empresa de estas características, con fuerte rol del Estado, permitiría la planificación, regulación, control y producción para la comercialización de alimentos que está concentrado en muy pocas manos.

Con las “venas” todavía abiertas que nos dejó el neoliberalismo pero con la memoria fresca de que fue posible hasta hace muy poco construir una Argentina con pleno empleo y salarios dignos, Alberto Fernández debe aprovechar la delicada armonía interna del Frente de Todos para reorientar el rumbo político del Gobierno en beneficio de los sectores populares poniendo en marcha una nueva etapa. Aún hay tiempo. Pero no mucho. 

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