Turba: Malvinas desde los restos guardados en la memoria

🗣️ A cuarenta años del inicio de la Guerra de Malvinas, la discursiva oficial argentina continúa construyéndose como una herida, de la que hoy vemos su cicatriz y con el agresor bien definido. Lauri Fernández desnaturaliza esta simbología en Turba, buscando los rastros de lastimaduras en el otro bando, el británico.

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La historia vista con ojos occidentales suele marcarse en inicios y finales. Puntos seguidos, puntos aparte, sangrías y mayúsculas para retratar el comienzo y el desenlace. Las guerras, sean de la escala que fueran, se adecuan a esta estructura. Tienen sus «antecedentes», lo que «enciende la mecha», su «cese al fuego», sus «capitulaciones» y sus interminables interpretaciones. Pero ¿Cómo se construye ese recorte cuando el mal de la guerra atraviesa transversalmente historias, cuerpos, memorias e imaginarios de dos naciones enteras? ¿Dónde empieza y dónde termina una guerra que caló tan hondo en la cultura de dos países?

Para su libro Turba, editado por Hotel de las Ideas en este 2022, Lauri Fernádez decidió utilizar la memoria como materia prima. Sabiendo que todo recuerdo es una construcción presente, un producto del aquí y el ahora, restaba determinar por dónde recortar. «¿Qué les pasó a estas personas después de la guerra?», pensó la autora del nuevo libro editado por Hotel de las Ideas en el cual elige hablar de la Guerra de Malvinas. Al comenzar las entrevistas, los recuerdos hilaban historias de esos momentos de conflicto, de esos combates, con experiencias que anteceden a la guerra, cosas de sus vidas personales. Como explica, «las personas empiezan a reconstruirse, a historizarse, a entender por qué tomaron ciertas decisiones, por qué en algunos casos decidieron dedicarse a la vida militar y qué les pasó después». En las charlas, Lauri empezó a notar ciertos entrecruzamientos, mezclas y vínculos que no tenía planeados, un ida y vuelta temporal al pasado. «Los recuerdos de la infancia se entrelazan todo el tiempo con el recuerdo de la experiencia de la guerra y, en los casos en que fueron combatientes, está estos están muy presente, muy vívidos», agrega. Todas estas voces, elegidas por Fernández como memorias de las post-guerra, comenzaron a jugar continuamente con el presente y el pasado.

Por las marcas mismas que deja toda guerra, el camino de recopilar estas memorias no fue sencillo. La autora puso en funcionamiento herramientas metodológicas propias de las ciencias sociales para conseguir esos relatos. «Es importante lo perceptual cuando vas a entrevistar a una persona que no conocés, descubrir de a poco que cosas elige contar», explica. Esta forma de trabajar pone en el centro la necesidad de construir vínculos y lograr la confianza de les entrevistades. Esto no se logra en una sola entrevista, sino que requiere reencuentros, nuevas llamadas y molestar con nuevos audios de WhatsApp. Lauri tomó esa decisión y pudo ver sus frutos: «muchas cosas que se cuentan en el libro no salieron en el primer momento o en la primera charla, porque justamente lograr y establecer una confianza, que esa persona te quiera contar cosas y esté de acuerdo con participar del proyecto, es un logro que se va construyendo».

«historia», con minúscula

En el tratamiento sobre el pasado de nuestras sociedades, muchas narrativas -entre ellas, la historieta- eligen contar solo los grandes sucesos. Batallas cargadas de épica heroica, levantamientos populares que significaron el fin de una era, traidores golpistas reprimiendo a su pueblo y revoluciones que vinieron a romper cadenas. Esta grandilocuencia de lo contado puede entenderse como la Historia, con mayúsculas. Pero para Lauri el desafío era exactamente el opuesto. «Creo que, justamente, el trabajo está en contar las experiencias que están en los márgenes, lo que se simplificó, lo que se invisibilizó», explica.

Para el caso de Malvinas, la trama de su Historia, contada apenas terminada la guerra, había quedado en manos de los dictadores argentinos. Con la vuelta de la democracia, se hizo evidente la necesidad de darla vuelta, encontrar lo excluido, explicitar los intereses políticos y económicos concretos detrás de construcción. Incluso ahora, que ha pasado a manos de gobiernos democráticos. A diferencia de otros dolores que habitan en la memoria reciente de la Argentina, Malvinas muestra grandes deudas en lo que refiere a Derechos Humanos.

Si bien en los últimos años se han hecho importantes avances, la investigadora explica que el conflicto «aún atraviesa muchos imaginarios». Son estos constructos, estas subjetividades que permean sobre la identidad de los pueblos, en los que quiso enfocar Lauri Fernández su trabajo. La ausencia de ciertas voces demandaba su rescate, el traerlas a una mesa de diálogo en la que, desde hace cuarenta años, se vienen repitiendo discursivas similares.

El objetivo fue generar nuevos diálogos, vincular estas memorias por fuera de la Historia. Para ello, la artista tuvo que plantarse frente a ciertos prejuicios que pesan sobre este género narrativo. A la idea de concebir a la historieta como un arte menor, ubicado en un peldaño por debajo de la literatura, se sumó la valoración de la historia como un género aburrido y acartonado, vinculado al relato escolar de manual. Para Lauri, que ya había experimentado con el encuentro entre el arte gráfico secuencial y la disciplina histórica, junto a Roy, en Tupamaros La Fuga / 1971 (Dragoncomics Editora y LocoRabia, 2015), era muy claro que «cualquier cosa puede ser aburrida si está contada de forma aburrida». Por eso, tomó ciertos recaudos.

En el margen entre la ciencia y el arte

En primer lugar, priorizó el atender los diálogos que se generan desde la narración histórica. En segundo lugar, cuidó de no descansar sobre el texto para que la narración visual no quede marginalizada. En tercer lugar, partió de no confundir una novela escrita con una historieta. Todo ello significaba para Fernández «hacer un trabajo sobre el lenguaje para que la información no pierda calidad, manteniendo la forma y que la obra siga siendo una historieta». El uso del dibujo le permitió desprenderse de cierto control que suelen defender las y los investigadores sobre lo escrito. «Vos no podés controlar la interpretación sobre tu trabajo o sobre cualquier trabajo de investigación, tenés que evitar dejar explícitas las propias conclusiones sobre la historia y eso te permite que les lectores hagan su propio trabajo interpretativo, sus propios cruces, sus propios contrastes», explica. Por todo esto, decidió que su rol en todo esto era el de «facilitadora», sin caer en las máscaras de la supuesta objetividad, explicitando su voz, su postura como investigadora y dejando en claro que no intenta decir cómo deben ser las cosas.

Este quehacer científico, este asumir el rol que le corresponde a la investigadora, aparece explicitado en las páginas y viñetas de Turba. Lauri Fernández elige colocar su propia agencia, este entremedio del arte gráfico y las ciencias sociales, en el interior de la historia que vino a contar. Se vuelve personaje, algo que no fue fácil de lograr. Algo que, incluso, era impensado al comienzo del camino de producción de la obra. En un principio, el proyecto se limitaba a unas pocas crónicas y entrevistas ilustradas. Pero, con el tiempo, empezó a crecer. Aparecieron datos nuevos y personas que era necesario entrevistar, elementos que hicieron cambiar la propia estructura desde la cual contar. Paulatinamente, la crónica de viaje apareció como el formato ideal. Pero necesitaba encontrar su elemento característico: el personaje puente. «En la investigación académica, una ya está más acostumbrada a explicitar la perspectiva de la investigadora, tener una postura honesta sobre el lugar desde dónde estás construyendo o estás midiendo». Trasladando esta misma metodología a la su trabajo artístico, agrega que «es necesario hacer explícito desde dónde se construye ese instrumento de medición que sos vos, la investigadora o el investigador»

El proceso de creación de una historieta, más aún cuando se trata de una historieta histórica, está repleto de acontecimientos y aventuras paralelas al tema principal y que pocas veces se cuentan. Para Lauri, narrar lo que tuvo que pasar para que Turba exista fue algo necesario. «Me pareció importante contar todo ese proceso, todos los obstáculos y también las conquistas pequeñas que uno va logrando», sostiene. Desde conseguir un contacto que parecía inaccesible, hasta entrevistar a un personaje inesperado, pasando por las dificultades para lograr financiar todo el camino artístico-disciplinar, la gestación del libro se historiza al interior de la línea de tiempo  de la historia que viene a contar.

Las superficies aún rasposas

Lauri visitó el campo, a uno y otro lado del océano Atlántico, recogiendo historias personales, recuerdos y dolores ajenos. Este camino de producción para llegar al libro que hoy es Turba implicó una exigencia y una exposición a historias y situaciones muy duras. Hasta esta obra, la autora solo había trabajado con la construcción de imaginarios, pero nunca con personas que habían vivido en carne propia los traumas de la guerra. «Te encontrás con un universo nuevo, con la historia traumática reciente, con gente que vivió de forma particular el tema Malvinas», explica.

El ser argentina implicaba partir de ciertos preconceptos, todos ellos complejizados y transformados en la investigación. Fernández pensaba que la relación traumática con la Guerra de Malvinas solo existía en su país. Esta hipótesis, afincada en el inconsciente identitario de gran parte de la sociedad argentina, fue abruptamente refutada. Demostró, además, la parcialidad e idealización con la que desde allí se construye la experiencia que el conflicto suscitó para sus protagonistas en Reino Unido. Las charlas con ex combatientes y con familiares de soldados argentinos, así como con investigadores del Equipo Argentino de Antropología Forense, significaron exponer esta ideas preconstruidas y las sensibilidades que se habían formado a partir de ellas.

Esta desnaturalización creció con cada una de las charlas con los británicos, un espacio en el que pudo comprender de qué modo ellos construyeron sus propias memorias. El rompecabezas de su pasado directamente vinculado con la guerra no comenzaba el 1 de mayo de 1982, día del comienzo de las hostilidades, sino mucho antes. «Se trata de gente que no viene con historias livianas previas a la guerra y que después de la guerra fue durísimo para la mayoría de ellos», cuenta Lauri y agrega que, al igual que en el caso de los veteranos argentinos, «es descorazonador por momentos escuchar lo solos que los dejaron también a ellos». Si en el caso de la Argentina la dictadura destruyó el lazo social en muchos aspectos, incluido el que se mantuvo con los soldados que lograron retornar con vida, en Reino Unido la perspectiva neoliberal con la que se analizó el conflicto, desde el gobierno de Tatcher en adelante, tuvo sus propias y particulares consecuencias.

Reconstruir estas memorias cargadas de dolores, violencias y olvidos no fue gratuito. En cada pregunta y repregunta, Lauri se sumergía en la oscuridad de la guerra. «Por momentos, tenía que hacer un gran esfuerzo para no quebrarme mientras me contaban sus experiencias, porque necesitás que la otra persona se relaje y hable, que te cuente lo que realmente piensa», recuerda. Ella sabía que llorar, mostrarse afligida o repreguntar podían ser vistos como herramientas para inducir una respuesta y arruinar el trabajo realizado. Frente a todo este desgaste, recupera la importancia de la confianza puesta en su investigación y promete «agradecer muchísimo el que hayan sido tan sinceras conmigo».

Turba llega a la par de dos fechas. Por un lado, del cuadragésimo aniversario del comienzo de la Guerra de Malvinas. Por el otro, del inicio de un nuevo conflicto bélico con un gran potencial para trepar a escala planetaria. Entre Malvinas y Ucrania, Lauri encuentra un punto en común: lo incomprensible. No se refiere a las causas del conflicto, que pueden responder a desinteligencias tácticas o a intereses específicos. Se refiere a la muerte. «No entiendo el nivel de sadismo que tenés que tener y el nivel de enajenación sobre el otro para llevar adelante un bombardeo, para llevar adelante una guerra y no intentar vías diplomáticas», reflexiona Fernández. Desde este lugar, se distancia de otros libros que han tomado el conflicto en las islas como foco y explica que no quiere que la obra se entienda como una propaganda sobre la guerra. «Me asusta hacia dónde va el mundo, que todavía se sigan recurriendo a los mismos métodos brutales, que surjan nuevos movimientos de derecha, nuevos nacionalismos extremos, gente que no puede pensar al otro como persona, sino como un constructo cerrado», lamenta.
Esta historieta y su creadora son herramientas que buscan defender la vía diplomática y entender la experiencia equivocada de la Guerra de Malvinas como un punto de partida para evitar nuevas heridas. En base a su investigación, Lauri Fernández describe relaciones entre las islas y el territorio continental que hoy podrían parecer impensadas. Pese a las diferencias que existían, cuenta que los británicos se atendían en hospitales en Argentina, que habían montones de maestras argentinas trabajando allá y montones de parejas formadas más allá de la nacionalidad indicada en el documento. La guerra no solo destruyó este intercambio cultural, sino que aniquiló del imaginario social cualquier vestigio de su existencia. La serie de constructos discursivos que hoy caracterizan la relación entre Argentina y Reino Unido, fabricados y defendidos durante cuatro décadas por parte de los gobiernos de turno y los medios hegemónicos de comunicación demuestran una continuidad de ruptura de puentes. Turba baja las armas, arría las banderas y busca en la historia, sin mayúsculas, una nueva posibilidad de diálogo y encuentro entre memorias lastimadas.

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Demian Urdin

Antropólogo social, coleccionista y crítico de la Historieta Argentina. Ganador de la Beca de Investigación Boris Spivacow II de la Biblioteca Nacional Mariano Moreno en 2018. Colaborador en Revista Blast de Colombia y Revista Kamandi de Argentina. Co-creador y co-conductor del ciclo de entrevistas "Guion y Dibujo: Diálogos de Historieta" que se transmite por YouTube.